Un ser humano atraviesa diversos tipos de fobias que pueden tener que ver con animales, encierros, alturas u otros tipos, pero existe uno que tiene que ver con la conducción de un automóvil, y aunque cueste creerlo es más común de lo que parece.

Se trata de la amaxofobia, que proviene del griego (‘amaxa’ “carro”) y (‘fobia’ “temor”) y es el miedo intenso y sostenido a conducir vehículos que se manifiesta en una inquietud permanente, antes y/o durante la conducción, que genera en el conductor un fuerte malestar mental y físico, llevándolo, muchas veces, a una inhibición total para conducir.

Amaxofobia: ¿Qué es?

Es un trastorno de ansiedad, similar al que se experimenta con otros tipos de fobia y lo sufren hombres y mujeres de todas las edades, aunque el porcentaje es un poco mayor entre estas últimas.

A veces, ese intenso temor aparece y se instala después de algún hecho vivido, como no haber aprobado el examen de conducir, o al resultar criticado o puesto en duda en su capacidad por sus padres o personas significativas de su ambiente.

También puede surgir en conductores con experiencia, incluso profesionales, después de haberse visto involucrados en un siniestro de tránsito o cuando alguien allegado lo sufrió. Otras veces, solo lo desencadena una gran auto-exigencia y perfeccionismo, o la dificultad para tolerar la incertidumbre.

Cuando se instala el problema, la persona padece síntomas cognitivos en forma de pensamientos negativos recurrentes que lo dominan, y que desencadenan fuertes emociones displacenteras, y en muchos casos, malestares físicos diversos que pueden llegar a manifestarse como ataques de pánico.

La consecuencia es que las personas dejan de conducir o lo hacen en condiciones limitadas, solo conducen cerca de su casa, a baja velocidad o acompañadas. Esta situación refuerza su malestar emocional con fuertes sentimientos de inferioridad, de tristeza, enfado y culpa. A pesar de esto, lo importante es que existe terapia para la amaxofobia y puede superarse con ayuda profesional.

Hay tipos de ayuda terapéutica individual y/o grupal, y hasta el momento las terapias cognitivas, solas o combinadas con otras, resultan las más efectivas, ya que se focalizan en una reestructuración cognitiva que ponga el foco en los pensamientos negativos automáticos para que, con distintos recursos didácticos, la persona afectada pueda lograr cuestionarlos y cambiarlos por pensamientos positivos, combinada esta tarea, con la exposición gradual a la situación temida.

A medida que se producen los cambios cognitivos, se reducen hasta desaparecer, los síntomas físicos y emociones negativas y conducción del vehículo se asume como una actividad segura y placentera, con riesgos acotados, como toda actividad humana, pero que pueden minimizarse conduciendo con confianza en uno mismo y con un buen entrenamiento

¿Qué hacer frente a esto?

La pregunta que aparece en escena es: ¿Cómo me doy cuenta si estoy sufriendo este tipo de fobia?, que se puede explicar a través de síntomas. La ansiedad anticipatoria se expresa por alteraciones fisiológicas como: sudoración excesiva, dificultad para respirar, entrecortada y superficial, dolor en el pecho y sentir el redoble de un corazón que se acelera.

Además, hay una serie de manifestaciones en la esfera conductual como sentir un deseo incontrolable de abandonar a toda prisa la situación para ir en búsqueda de un refugio seguro.

Encuesta en España

Esta fobia es más común de lo que parece y tiene un número importante de personas que la padece, según datos de fuentes sanitarias. De acuerdo a los datos que se manejan y que se publicaron en el nuevo número de la revista española “Tráfico y Seguridad Vial”, el 28% de los conductores de ese país sufre este pánico, que afecta a las facultades en la conducción independientemente del sexo, aunque se detectó que a los varones les cuesta más reconocerlo de manera pública.

Sin embargo, de 500 conductores que acudieron a un centro de rehabilitación, el 80% recuperó la confianza en sus habilidades para ponerse de nuevo al mando de un volante.