ACV: ¿Qué es un Accidente Cerebro Vascular, cuáles son sus peligros y cómo prevenirlo?
Según datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la principal causa de discapacidad en nuestro planeta y la cuarta causa de muertes.
Con o sin la presencia del coronavirus en el mundo ya existía una enfermedad que es la responsable de ser la principal causa de discapacidad a nivel mundial, y que de no ser tratada no sólo puede empeorar la situación de una persona sino que puede terminar en la muerte, aunque hay tratamientos que permiten a un paciente mejorar su calidad de vida.
Sí, se trata del Accidente Cerebro Vascular, cada día más conocido por su sigla, ACV, del cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostuvo que 15 millones de personas lo sufren cada año, de los cuales, 5 millones mueren y otras 5 millones quedan con secuelas permanentes que afectan su autonomía. De hecho, este mal es la cuarta causa de decesos en el planeta.
ACV: hay dos categorías
Lo cierto, es que el accidente cerebrovascular es el resultado de la pérdida súbita de flujo sanguíneo en algún área del cerebro, lo que puede deberse a la obstrucción de un vaso sanguíneo (forma isquémica) o a su ruptura (forma hemorrágica). En ambos casos, la falta de oxigenación de los tejidos cerebrales resultantes puede causar severas lesiones o incluso la muerte del paciente.
Si bien el pronto restablecimiento de la circulación en el área cerebral afectada por el ACV (también llamado “ictus cerebral” o “apoplejía”) es el objetivo de su tratamiento agudo, en un gran porcentaje de los pacientes sobrevienen secuelas que pueden afectar la calidad de vida y autonomía el paciente, y que demandan un abordaje lo más rápido posible.
Un punto a destacar es que en pocos minutos, cualquiera de los dos casos hace que las neuronas se debiliten o mueran, y en el caso del ACV isquémico, representa el 87 por ciento de los casos y es factible de tratamiento efectivo durante un período de tiempo breve, en el caso del hemorrágico, es clave controlar los efectos el sangrado sobre la masa encefálica antes de que el daño sea generalizado, porque esa persona puede llegar a necesitar de una práctica neuroquirúrgica.
Cabe destacar, que existe un tercer tipo de evento neurovascular que se llama “accidente isquémico transitorio” (AIT), que produce síntomas similares a los de un ACV, pero suele durar menos tiempo aunque estos eventos neurovasculares no causan daños permanentes, pero son un fuerte indicio de que la persona podría sufrir un ACV en el futuro, además que hay que recalcar que las personas que han sufrido un ACV en algún momento tiene riesgo de padecer otro.
Factores de riesgo
En cuanto a los factores de riesgo para sufrir un ACV se encuentra la hipertensión no controlada (presente en 8 de cada 10 pacientes), diabetes (2 de cada 10), tabaquismo (incrementa el riesgo entre un 50 y 70 por ciento, con mayor impacto en las mujeres), el colesterol elevado, el alcoholismo, la obesidad, el sedentarismo y enfermedades cardíacas como fibrilación auricular y apnea del sueño.
Volviendo a las estadísticas, en nuestro país se produce un accidente cerebrovascular cada nueve minutos y 126 mil casos por año, de los cuales 18 mil terminan con la muerte de una persona. Ahora bien, un punto clave es que el cuerpo suele dar señales de que algo no es normal o está por ocurrir, entonces hay advertencias a tener en cuenta para concurrir a un médico, ya que pueden ser síntomas que desembocan en un ACV.
Los mismos son: entumecimiento o debilidad repentina en rostro, brazos o piernas (especialmente en un lado del cuerpo), dificultad para hablar o comprender, problemas repentinos para ver con uno o ambos ojos, confusión súbita, dificultad repentina para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o dolor de cabeza súbito y severo sin causa conocida.
Hay que tener en cuenta que el reconocimiento temprano de los síntomas, la búsqueda inmediata de atención médica y un diagnóstico oportuno, hace que aumenten las posibilidades de un buen tratamiento y recuperación del paciente, ya que las primeras tres horas tras el incidente son vitales para revertir este cuadro.
¿Qué hacer frente a un caso?
En tanto, una pregunta que surge es ¿qué hacer si vemos que una persona está transitando un accidente cerebrovascular?, a lo cual hay recomendaciones: acostar a la persona para que no se caiga, cuidando de que sea sobre uno de sus lados, tener en cuenta que el tiempo perdido es cerebro perdido, llamar rápidamente al servicio de ambulancia, ya que se trata de una emergencia neurológica, recordar la hora de inicio de los síntomas y no administrar ninguna medicación.
Más allá de lo que significa el ACV como enfermedad, lo bueno es que puede ser prevenible en un 80 por ciento de los casos, y esto incluye realizar un control anual de salud, llevar un estilo de vida saludable, controlar la presión arterial y glucosa en sangre, realizar actividad física, mantener una alimentación sana, más otras medidas, contemplan el uso de antiagregantes plaquetarios o el consumo de pescado al menos dos veces por semana.
En cuanto al tratamiento que se lleva adelante, es bueno resaltar que no son todos iguales ya que el mismo dependerá de algunos factores determinantes como el tipo de ACV, la edad del paciente, el estado de salud previo y el tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas, por eso, la importancia de llamar rápido a una ambulancia para tratar el tema.
Durante años el tratamiento con coagulantes se realizaba con drogas conocidas como anti vitamina K, que fueron eficaces pero requerían controles periódicos, presentaban interacciones con numerosas drogas y con alimentos y su dosificación era estrictamente personal. En cambio, los nuevos anticoagulantes tienen dosis únicas, no requieren los controles de laboratorio y son superiores a las antiguas drogas.
Coronavirus en escena
Como si sufrir un ACV fuera poca cosa, la presencia del COVID potenció esta situación, ya que un estudio realizado por investigadores de California, confirmó que este virus aumenta el riesgo de un accidente cerebrovascular.
Los científicos pasaron líquido enriquecido con una proteína similar a COVID-19, a través de un modelo impreso en 3D de las arterias de un paciente, que sufrió un derrame cerebral. Utilizaron un modelo de vasos sanguíneos cerebrales de silicona impreso en 3D, para imitar fuerzas generadas por la sangre al circular por una arteria que remeda una aterosclerosis intracraneal.
El modelo se basó en datos de tomografías computarizadas de vasos sanguíneos humanos y recubrieron superficies internas de modelos con células endoteliales, demostraron que a medida que estas actúan sobre las células que recubren la arteria, aumentan la producción de la molécula enzima convertidora de angiotensina 2, o ACE2, que el covid utiliza para ingresar a las células de superficie de los vasos sanguíneos.
Para confirmar si el coronavirus podría adherirse al ACE2 en las células endoteliales del cerebro, se produjeron “virus” de imitación y se confirmó que las partículas interactuaban con las células que recubren los vasos sanguíneos, en regiones del cerebro con niveles más altos de ACE2.
¿Qué sucede luego de sufrirlo?
Otro dato a saber es qué sucede luego de un episodio de ACV, y estudios muestran que entre 3 y 18 meses posteriores al hecho, las lesiones cerebrales pueden causar un cambio en la remodelación muscular que conduzca a desarrollar una forma grave de espasticidad, ya que sin tratamiento, a los 3 meses, el 27 por ciento de los pacientes desarrolló esta afección y a los 6 meses esa secuela ya afecta al 58 por ciento de ellos.
Sin embargo, las herramientas diagnósticas que tienen los médicos permiten pronosticar el desarrollo de la espasticidad (músculos tensos y rígidos) con alta sensibilidad y especificidad, dando lugar a un tratamiento precoz. Tras sufrir un ACV, lo primero que debe hacer un paciente es recibir atención inmediata para reconocer y evaluar el cuadro.
En una primera etapa, la situación de urgencia en la que arriba el paciente a un hospital, es cuando es atendido por el médico de terapia intensiva y el neurólogo. Una vez estabilizado, requiere de una atención y equipo multidisciplinario, aquí intervienen fisiatras, fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales, kinesiólogos, que trabajan con el médico neurólogo.
POR G.A.