La chica urbana (en cuarentena): Responder nunca, darse por aludido jamás
Un nuevo capítulo de una serie de eventos desafortunados donde la ciudad, sus historias y sus contextos se ven desde un punto de vista diferente.
Por La chica urbana
@ChicaCronica
Capítulo 19
No importa qué hagas, ellos te odian y quieren que lo sepas. Por tu forma de pensar, por tu forma de vestir, o por lo que sea. Ellos siempre van a encontrar un lo que sea.
Siempre preparados para la agresión, irrumpen en tus muros, en tus posteos, creyendo que tenés ganas de saber lo que piensan, como si no supieras lo que piensan. Entran, sin aviso, sin permiso y comentan ejerciendo su libertad mientras pisotean la tuya.
Pagos o no, odiar es su motor y su significado de existencia. Una existencia tan efímera que sólo busca destruir, romper, doler, asustar o amenazar. Y así sumar a otros para que el odio se expanda y se derrame sin piedad sobre todos los demás.
Si algo no les gusta, allá van ellos armados con insultos hasta los dientes o con sus amenazas latentes. Escribiendo en mayúsculas para que sepas que te están gritando, para que sientas bien clarito su violencia. ¡No grites que no te escucho. Te leo, si es que te leo!
Están ahí, sentados, esperando que postees para caer sobre vos como cuervos para despellejarte de a poco hasta que no te quede nada. Ni autoestima, ni valor, ni tranquilidad, ni deseo. Arremeten contra tus valores sin valores y sin argumentos, porque no hay argumentos. ¿O sí?
Están esperando para atacar sin piedad y de la forma más cruel. No les importa si es a menores, adolescentes o adultos, atacan a todos por igual. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué buscan? ¿Qué necesitan? Son como zombies que aparecen de golpe para chuparte el cerebro y seguir su camino buscando más cerebros, para así poder seguir viviendo de esa forma, por inercia. sin pensar demasiado.
Burdos, guarangos, de poco vocabulario y muy machistas, son provocadores, descargan su ira, su bronca, sus insatisfacciones, sus propias frustraciones, en un posteo, en una foto o en un comentario que siempre es ajeno. ¿Quién lo invitó a esta conversación, odiador?
Algunos lo hacen por deporte y otros por profesión. Los hay grandes, los hay pequeños. Los hay con seguidores o sin seguidores. Los hay en Facebook, en Twitter, en Instagram, en Youtube, en los foros y hasta por Zoom. Están en todos lados, ahí stalkeando las vidas de los demás. ¡Al pedo, bah!
Escondidos tras una pantalla no descansan aunque se pasen la vida sentados. Están los que usan perfiles falsos o los que muestran sus rostros. Pero estos últimos ante los repudios se defienden diciendo que fue un "chiste" o que fueron “malinterpretados”, creyendo que no entendemos qué quisieron decir, por ejemplo, con “Falcon verde”.
Negacionistas, discriminadores, machistas, sexistas, homofóbicos, meritócratas, antivacunas, anticuarentena, terraplanistas. No les gusta la democracia aunque digan defenderla. Hacen debatible lo que no es debatible y hacen de sus prejuicios un lugar común. Así pretenden imponer su propia visión de "justicia" en caracteres.
Difaman, mienten, descreen, insultan, ridiculizan, atacan sin límites. A famosos por ser famosos, a desconocidos por ser desconocidos o a los distintos por ser distintos. Siempre encuentran a alguien para descargar sus miserias. ¿Es envidia? ¿Es bronca? ¿Qué es?
Ellos siempre están en lo correcto, el equivocado sos vos. ¡No te equivoques!
Haters, trolls, son negativos sistemáticos y hasta victimarios de ciberbullying. Ejercen el acoso. Sí, el acoso. Un acoso que les infla el pecho, que los envalentona para no detenerse nunca más. Se hacen adictos y convierten la agresión en su droga.
Ignorar, eliminar, bloquear o denunciar. Responder nunca, darse por aludido jamás. Hay que dejarlos hablando solos para que así se traguen sus propias agresivas palabra. y no jodan nunca más.
Que ellos se hagan dueños de internet con su odio que nosotros nos haremos dueños de nuestras vidas con nuestro amor.
C.U.