De coronavirus y juegos entre lo que se dice hoy y lo que se hará mañana
Por Nico Kischner.
Nadie resiste a un archivo. Y no es cuestión de sacar viejos trapitos al sol. El clima no da para eso. No sólo por lo nublado que arrancó este viernes, sino más que nada por el hartazgo popular que impera en Argentina y en el mundo en este 2020 que quedará en la historia por ser el año en el que el coronavirus modificó hábitos y destruyó vidas aquí y allá.
En días en que Lionel Messi puso de moda la palabra burofax, bien lejos de su Barcelona adoptiva varios políticos criollos hicieron gala del "Baile de la gambeta", mágica canción dedicada por Bersuit a Ricardo Enrique Bochini. "Ades tiempo", se podría agregar si la cuestión sigue por el lado de citar temas del grupo que alguna vez lideró el Pelado Cordera, pero gambeta al fin.
No fue una semana más la última de agosto. Y la sensación que flota en el ambiente es que más allá de lo que se diga públicamente un día, lo que de verdad importa es lo que se hará al otro. Sobre todo porque a diferencia de las previas anteriores a los anuncios que Alberto Fernández comandó desde el inicio de la pandemia acompañado por Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta, esta vez los tres popes de Nación, Provincia y Ciudad recién estuvieron frente a frente este mediodía y por primera vez no hubo discurso conjunto.
¿Cuánto influenciaron los ataques cruzados por la reforma judicial, la herencia macrista, la vuelta de las clases presenciales en Capital y otras yerbas en este cambio con respecto a lo que se venía dando desde marzo? Mucho parece, aunque nadie lo confiese públicamente.
Más allá de las explicaciones formales, lo cierto es que sin ese encuentro previo al que nos tenían acostumbrados y con los ánimos caldeados puertas adentro del Frente para la Victoria y Juntos por el Cambio, los sectores moderados a un lado y al otro de la grieta quedaron en la mira ante la reaparición pública de las posturas más virulentas.
La calma que antecede al huracán, cantaba el Perro Serrano de Los Auténticos Decantes en "Un osito de peluche de Taiwán". Con gran parte de la población viendo con buenos ojos la sociedad que se generó entre el trío a causa de la pandemia, las dificultades internas de cada movimiento ganaron cada vez más terreno ante las cifras en alza que asustaron a propios y extraños en las últimas jornadas con más de 10 mil nuevos contagios diarios después de superar los 160 días de aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Si el no anuncio conjunto de este viernes es el pico, palabra de moda si las hay, de la disputa y las próximas movidas demuestran calma o si se está vivenciando el fin de un matrimonio político generado a partir de la pandemia no es algo que pueda saberse a ciencia cierta hoy.
Lo que sí está claro es que basta con salir a caminar por cualquier calle del AMBA o del interior del país, nuevo foco de preocupación a partir de los últimos datos estadísticos del Covid-19, para comprobar que más allá de las normativas vigentes, la gente se cansó de la cuarentena y poco o poco volvió a recuperar distintos espacios que antes le eran propios y que la pandemia le había quitado.
Hace rato que las plazas estás llenas de chicos jugando, por nombrar solo un ejemplo de cosas que ocurren en Argentina. Y más allá de que cada uno individualmente considerará que está bien o mal que eso suceda, la realidad está ahí afuera, al alcance de los ojos de todos y los funcionarios hace bastante tiempo que lo saben.
Por eso la insistencia sobre la responsabilidad individual. Y está bien que sea así. El tema es la otra parte de la historia. Está más que claro que hay que que convivir con la parte sanitaria de la pandemia con el cuidado como único aliado, pero qué pasa con el otro gran mal: la destrucción real de la capacidad adquisitiva de miles de hogares. Y ahí vuelve a entrar en juego lo de más allá de lo que se diga, lo importante es lo que se haga mañana.
Muchos aguardan con la impaciencia de un niño en la previa a Navidad la puesta en marcha del paquete de 60 medidas con las que el Gobierno buscará reactivar una por demás alicaída economía, por ser simpáticos con el término. Fue preanunciado por el Presidente en julio y todo indicada que más temprano que tarde verá finalmente la luz.
Hace unas horas, por lo pronto, se dio a conocer que en septiembre vuelve la refinanciación automática para quienes no puedan pagar el total de las próximas facturas de las tarjetas de crédito con el mismo mecanismo que se había puesto en marcha en abril. Un tiro para el lado de la justicia o al menos un alivio para muchos, al punto que fue algo que desde esta misma columna se había pedido hace siete días.
También ya contaría con el aval del Ejecutivo un proyecto del diputado Carlos Heller titulado "Aporte Solidario Extraordinario" que sería una suerte de impuesto a la riqueza destinado a quienes tienen una fortuna de más de 200 millones de pesos y cuyo valor iría creciendo de acuerdo a los montos.
Para el trazo fino de cada una de las iniciativas que tiene en carpeta Fernández habrá que esperar un poco más. Igual, ya se sabe, ya sea con en el coronavirus, con la crisis econonómica o con en el resto de los aspectos de la vida en general, lo importante no es lo que se dice hoy o mañana, sino lo que se terminará haciendo. "Vamo' a bailar, para cambiar esta suerte, si sabemos gambetear, para ahuyentar la muerte...".