Para el que quiere leer que lea: mal que le pese a varios, la pandemia no terminó
Por Nico Kischner.
Ya sea como David Jones, Davy o Davie le pifió una y otra vez en sus intentos por alcanzar la fama. Al frente de un grupo, luego de otro. Pasaban los días, los meses y las canciones y del otro lado el dedo inquisidor siempre apuntaba para abajo. Incluso desde la flemática BBC en una oportunidad consideraron que sonaba amateur y que carecía de personalidad.
Hizo cantar y reír a unos gnomos en una experiencia sonora de la que rápidamente se arrepintió. Single tras single el mismo resultado. Incluso le pasó algo similar cuando pudo grabar su primer disco. Ni jugando a ser mimo tuvo un mimo del otro lado. Pero él siguió intentando hasta que un buen día se le ocurrió mezclar su propia desolación con un relato espacial en pleno fulgor del alunizaje del Apolo 11 y su vida cambió para siempre.
David Bowie ya era David Bowie desde antes de Space Oddity, pero en ese reconocer errores e ir buscando la fórmula adecuada para cada momento de su vida estuvo parte de esa magia que generó que ese tema se siga escuchando más de 50 años después y que el hombre de los ojos bicolores (producto de un golpe con un anillo cuando era chico que le generó anisocoria, es decir, que tuviera permanentemente dilatada una pupila) esté considerado como uno de los artistas más importantes de la era moderna.
En nuestra querida Argentina parece que también hubo algunos que le pifiaron a la fórmula inicial y, en este caso, se quedaron cortos en los cálculos. Como el bueno de David previo a 1969, por suerte ahora también tienen tiempo de arreglar las cuentas. Lo que no parece haber, de acuerdo a las últimas declaraciones públicas, es voluntad de hacerlo.
Con los 8.225 nuevos contagios de coronavirus dados a conocer ayer, para llegar a un total de 320.884 de infectados desde marzo, y los 50 fallecidos que este viernes por la mañana llevaron a 6.567 el número de muertos en el país, a veces resulta complejo hablar de otras cifras relacionadas con la pandemia sin sentir un ruidito interno basado en el respeto por el dolor de los que perdieron a un ser querido o sufrieron en carne propia la enfermedad.
Pero la sensación después de varias columnas de "La música que no escuchan todos" es que de alguna manera u otra hay que hacerlo. Es que la falla en el cálculo que se hacía mención anteriormente no tiene que ver con la polémica que se generó a partir de la participación de la payasa Filomena en el reporte oficial que anunciaba la cantidad de muertos por Covid-19 del domingo, hecho que fue pensado como una suerte de homenaje al Día de la Niñez.
Ir por ese lado sería demasiado fácil y le quitaría espacio y tiempo de análisis a lo que realmente aquí se quiere contar: la letra chica de la bendita refinanciación de las deudas de las tarjetas de crédito. Esa argentinidad al palo en su peor versión que ni la pandemia nos quita. Cuando inicialmente el Gobierno nacional anunció la medida en abril, la iniciativa fue vista como un alivio para miles de bolsillos flacos.
Se suspendía el pago de las deudas y se refinanciaba el monto a 12 meses, con los tres primeros de gracia. Buenísimo. Además, se debía implementar una tasa inferior a la que estaban acostumbrados a cobrar los bancos. Pero, y siempre hay un pero como venimos escribiendo semana a semana, agosto llegó con sorpresas y no de las buenas, justamente.
Por obra y gracia de la letra chica, lo anunciado no fue finalmente tal y por más que este viernes Matías Tombolini, vicepresidente del Banco Nación, saliera a admitir que la comunicación inicial fue "poco clara", el funcionario hizo luego uso del "recalculando" y explicó detalladamente vericuetos técnicos que dejaron a quienes usamos la calculadora del celular para hacer sumas sencillas más perdidos que antes.
En resumen, parece que lo de las cuotas de $147 por cada $ 1.000 con una tasa del 43% era una verdad a medias porque los resúmenes empezaron a llegar con valores cercanos al 60 o al 70% de interés. Sumale el IVA, fue la respuesta. ¿Genial, no? Si fuera un chiste tendría algo de gracia, pero lamentablemente no lo es.
Por ahí fui demasiado ingenuo. Y voy a utilizar un rato la primera persona pese a que no suelo hacerlo en este columna. Cuando la pandemia estalló a nivel mundial, pensé que tanta muerte y crisis económica iba a generar un cambio profundo en ciertas cuestiones. Mi lado naive asoció el "vamos a estar todos mal" con un "se supone entonces que los que más tienen van a ponerle freno a sus ambiciones, al menos por un rato".
Iluso. Pero no de Piluso, el genial personaje infantil que hacía Alberto Olmedo. Ni tampoco de los Use your Illusion de Guns N' Roses. Iluso de creer que era posible un cambio. De acuerdo a lo informado por el Centro de Economía Regional y Experimental (CERX) y replicado por distintos medios, cerca de 2,5 millones de personas fueron beneficiados por la refinanciación inicial de las deudas cuando se les impuso a los bancos hacerlo en abril.
¿Cómo sigue la cuestión ahora? Más allá del reclamo de distintas asociaciones de defensa del consumidor, todavía no hubo una voz oficial que anunciara algo al respecto. Hay dos cuestiones a resolver detrás de un mismo tema. Por un lado, el detalle del número mayor al anunciado en la tasa. Y por el otro, más grave todavía, la pandemia sigue y la situación económica de la mayoría de los que accedieron al plan es igual o peor que en abril.
Aunque no hay cifras oficiales porque se trata de algo que todavía está en curso, el sentido común indica que muchos de los que no hubieran podido pagar sus deudas en abril tampoco podrán hacerlo ahora en agosto, por lo cual al abonar un valor menor al indicado en los resúmenes solo estarán inflando un globo que más temprano que tarde va a estallar.
La respuesta hasta ahora de algunos bancos es ofrecer créditos para que los clientes puedan pagar lo que deben. Endeudarse para abonar deudas, se podría resumir. Es cierto que cada uno es responsable de lo que consume y debe pagar por ello. Pero, para el que quiere leer que lea: mal que le pese a varios, la pandemia no terminó y hoy estamos peor que en abril en múltiples aspectos. Es asi de claro.
Tomando de vuelta a Bowie, los médicos y el personal de salud ya nos vienen demostrando hace rato que son "Héroes". No sería un buen momento para que otros sectores de la sociedad hagan de una buena vez un adecuado uso del "recalculando", se calcen la capa y pongan también su parte. Digo, de pronto, me parece. Los dejo con un poco de David. Chau, chauuu, chauuuu...