Graduado en la Fuerza Aérea de Estados Unidos Frank "Marty" Theer se había casado en 1991 con Michelle Forcier, una estudiante de psicología, cuando tan sólo tenían 20 años. Ellos se conocían desde la secundaria. Aunque los dos hacían buena pareja, lo cierto es que ella era más impulsiva, aguerrida y fiestera, él era más tímido, reservado y familiero.

El matrimonio iba en alza. Los dos querían progresar, ya que eran ambiciosos, como cualquier pareja estadounidense. Las mudanzas eran una rutina en sus vidas, ya que Marty debía cambiar de base aérea cada tanto. Lo hizo en seis ocasiones.

Durante años, Marty se la pasaba en el duro trabajo militar. Por su parte, ella se había graduado de psicóloga y hacía sus primeras incursiones en la profesión, hasta obtener la matrícula.

Los Theers cuando se conocieron en la secundaria.

Michelle quería divertirse, salir más y no deseaba tener hijos. Todo lo contrario a Marty, quien casi no estaba en su casa y quería tener descendencia ya que toda su vida había cuidado a sus dos hermanitos, a causa de que su madre trabajaba tiempo completo. Definitivamente no quería a los chicos.

La depresión que sintió Michelle por su soledad en la casa se acentuó hasta el extremo. Los ansiolíticos y antidepresivos comenzaron a ser parte de su rutina. La vida de ella fue triste y lúgubre hasta que descubrió una de las primeras páginas de citas de la web. Se creó un perfil se definió como una “morena casada”.

Frank Marty Theer.

Ante su nueva incursión, se sorprendió de la cantidad de propuestas que le cayeron al instante: maratones sexuales, juego de rol, tríos bisexuales, prácticas sadomasoquistas, parejas swinger.

Un puñado de amantes pasaron por la alcoba de Michelle hasta que finalmente encontró a uno que la satisfacía de pies a cabeza. Se llamaba John Michael Diamons (28) y era un miembro las fuerzas armadas, al igual que su marido Marty, ambos de antepasados con experiencia militar.

Los chats entre ellos eran de lo más fogosos que se enviaban por la red. Cuando en 1999 los Theer se mudaron a Fayetteville, en Carolina del Norte, John también cambió de base. Casualmente una cercana en la que trabaja el esposo de Michelle.

Michelle Theer de joven.

John venía desbarrancando en su segundo matrimonio, por lo que cometió adulterio decenas de veces. Michelle llegó a desear tanto al sargento, que decidió abandonar a Marty en el año 2000, pese a que previamente habían intentado acudir a terapia, para poder salvar el matrimonio.

La fogosa vida con John y su regreso con el desafortunado Marty

 

Ellos frecuentaban las discotecas de Fayetteville y empezaron con John a visitar parejas swingers... Las aventuras eróticas se convirtieron en moneda corriente, en una necesidad. No podían parar.

Ambos se fueron a vivir juntos, para continuar con sus fantasías y juegos sexuales que involucraban a "un batallón" de personas. Luego, decidieron tomarse unas largas vacaciones en las Antillas Holandesas y comenzaron a fantasear con vivir en el Caribe.

John, el sargento que asesinó a Marty.

Increíblemente Michelle se aburrió también de John, ya no la hacía llegar hasta allá arriba como antes. Ahora todo se parecía a la triste y lúgubre realidad que había vivido con Marty.

La mujer decidió volver con su marido, a pesar de que ambos vivían en casas separadas y cada tanto visitaba a John, para salir de la rutina del matrimonio.

John le escribió varios emails donde le aseguraba su amor y le preguntaba, desafiante, cómo podía estar con un hombre que ella decía no amar. Pese a eso, en octubre del 2000, Michelle decidió reconciliarse definitivamente y se mudó a la casa de Marty. Pese a que ella le dijo a su psicólogo que ya no veía más a John, eso era una mentira.

En noviembre John le envió otra seguidilla de mails y la llamó infinidad de veces diciéndole que era infeliz, que la necesitaba junto a él: “Bebé, siento que hice algo mal. Por favor, decime qué hice. No me llamás, nada…”. Y para probar su devoción hacia ella le prometió que haría lo que ella quisiera.

El día del homicidio: Marty fue hallado con un disparo en los sesos

 

El 9 de diciembre Michelle le mintió a Marty: le dijo que iba a celebrar su cumpleaños con compañeros del secundario. En cambio, lo celebró teniendo relaciones sexuales con su amante John Diamond.

Ocho días después, el 17 de diciembre, Michelle y Marty fueron a una comida en un restaurante para festejar la Navidad con el doctor Thomas Harbin, su esposa y un matrimonio más. En la cena, las tres parejas brindaron por la próxima Nochebuena y para despedir el año.

Cuando estaban por retirarse del lugar, a eso de las 21.30, Michelle les dijo que iba al baño. Aprovechó el momento para llamar, a escondidas, a John Diamond. En el camino de vuelta a su casa los Theer llevaron en el auto a una de las parejas hasta la zona donde estaba el consultorio de Michelle, en el 2500 de la calle Raeford Road. Llegaron al lugar a las 22.30.

El matrimonio amigo se bajó y ellos salieron del estacionamiento para continuar su viaje a casa, pero minutos después volvieron por pedido de Michelle. Ella le dijo a su marido que necesitaba unos libros, que estaban en la biblioteca, para preparar unos reportes. Solo demoraría unos minutos en agarrarlos. Marty estacionó y se quedó esperando en su Ford Explorer mientras Michelle subió a la oficina. Después de unos cuantos minutos de espera, Marty se impacientó. Decidió ir a ver qué retenía a su mujer en el edificio. Bajó del auto y se dirigió hacia la escalera trasera. Mientras subía los primeros escalones sintió que alguien salía de entre los arbustos y lo llamaba. Se dio vuelta y recibió dos disparos, uno en cada uno de sus hombros. Enseguida, retumbaron dos más, uno en cada una de sus piernas. Se desplomó consciente al pie de la escalera. El tirador se acercó, apoyó el caño en su cabeza, y le incrustó una quinta bala entre los sesos.

Michelle contó ante los tribunales que había escuchado ruidos extraños en medio de la noche y salió corriendo de su oficina gritando el nombre de su marido. Cuando lo vio creyó que todavía respiraba. Pensó en llamar al 911, pero se dio cuenta de que había dejado las llaves dentro de su oficina y la puerta estaba cerrada. Subió al auto y condujo tres kilómetros hasta un negocio llamado Video Hut donde entró a los gritos y ensopada de sangre. Pidió que llamaran a emergencias. Las empleadas, Chondra Fuzie y Joyce Smith, la ayudaron. Extrañadas, notaron que Michelle no lloraba ni temblaba por lo sucedido. Luego del llamado, las testigos dijeron que la mujer ensangrentada salió disparada hacia el exterior del local. Les dijo que quería esperar a la ambulancia al lado de su marido. Cuando los médicos llegaron la encontraron de rodillas, acunando la cabeza de Marty y diciéndole que todo iba a estar bien.

El capitán Theer, de 31 años, fue enterrado en el cementerio de la Academia de la Fuerza Aérea en Colorado Springs. En su ataúd, su hipócrita mujer, escribió: “Mi querido Marty, sé que podés escuchar mi corazón aullando de pena, buscando tu alma en mis sueños, esperando que llegues a mi puerta y me digas que todo ha sido un error. Si vuelves a casa hoy, yo nunca más me enojaré por nada. Te besaré y te abrazaré hasta que mis brazos colapsen”.

Así la Policía capturó a los culpables

 

Los oficiales de policía tuvieron claro que, desde el principio, el hecho no era un robo que había terminado mal. Cuando los paramédicos que tomaron el pulso a Michelle en la escena del crimen, lo encontraron extrañamente normal.

Como si las sospechas contra Michelle ya fueran bastantes, las autoridades averiguaron que Marty había sacado un seguro de vida por 500 mil dólares, beneficiando a su esposa.

La Policía decidió examinar los videos de la zona de la casa de los Theers. El sargento John Diamond era quien frecuentaba a Marty y se quedaba a dormir en su casa. Para este momento de la investigación, los uniformados ya tenían al culpable entre las cuerdas.

La mujer de John, Lourdes Diamond, primero sostuvo la coartada de su marido. Sin embargo, luego de un tiempo confesó que aquella noche estaban mirando una película con John y con la madre de Lourdes, cuando sonó el celular de su esposo. Eran las 21 horas y él, al cortar la llamada, le dijo que tenía que ir a las barracas militares. La llamada provenía de Michelle Theer. Ella lo negó todo.

Como si nada hubiese pasado, siguieron con sus escapadas furtivas y se tomaron unas vacaciones juntos y viajaron al estado de Florida. Michelle creía que podía manejarlo todo.

Luego de un tiempo, los investigadores descubrieron que John había pedido prestada, a un amigo, una pistola 9 mm Smith & Wesson, modelo 5906, unos días antes del crimen. Las balas coincidían con las que habían recuperado del cuerpo de Marty.

Marty y Michelle Theer cuando comenzaban a salir juntos.

La policía recurrió a este amigo y le exigió que reclamara al sospechoso la devolución del arma. John no la devolvió e inventó un robo. En febrero de 2001 dijo que se la habían birlado del auto luego de romperle una ventanilla. Fue el peor error porque ese dato condujo directamente hasta él. Su auto, del que supuestamente habían sustraído la pistola, había estado estacionado durante la noche del robo frente a la casa de Michelle. Las cámaras no mentían.

En marzo de 2001, John Diamond fue imputado por el crimen y por haber actuado con premeditación. Si bien la justicia militar no tiene jurisdicción sobre los civiles, presionó para que Michelle fuera también imputada. En agosto de 2001 comenzó el juicio contra John en los tribunales militares. Michelle fue llamada como testigo, pero se rehusó a responder preguntas. Diamond fue condenado y enviado a la cárcel militar de Fort Leavenworth, en Kansas, para cumplir cadena perpetua.

Como si fuese Jimmy McGill, de Better Call Saul, Michelle se escapó de Lousiana a Miami, y buscó por Internet cómo hacían los prófugos para evadir a la justicia y no ser capturados. Con un software especial falsificó su documento de identidad y creó varios más, por las dudas. También confeccionó un certificado de bautismo y una partida de nacimiento con datos falsos. Se cortó y se tiñó el pelo para dejar el castaño rojizo y pasar a ser rubia. Buscó más información en los libros que compró: Renacer en los Estados Unidos de América, Secretos para obtener una nueva identidad y Cómo desaparecer en América. Luego, dio el paso crucial: se sometió a varias cirugías plásticas. Se enderezó la nariz, se agrandó el mentón con implantes, se quitó unas cicatrices de acné con láser, se estiró los párpados y rellenó sus labios. Era ya otra persona.

En mayo de 2002, un gran jurado acusó a Michelle de asesinato, pero ella no estaba por ningún lado. Las fuerzas especiales Marshall sospechaban que ya tenía una nueva pareja. Encontraron a un posible novio quien fue puesto bajo vigilancia. Sin saberlo, él los llevó hasta el escondite de Michelle. Estaba en un departamento que había alquilado, en Lauderdale-by-the-sea, en el estado de la Florida, bajo el nombre de Liza Pendragon. Tenía también, en su cartera, una licencia de conducir como Alexandra Solomon. Vivía con dos perros y un loro.

Michelle le dijo a un vecino que había observado su cara amoratada por las cirugías que era consecuencia de un accidente de auto y que estaba escapando de una pareja violenta. Nada más distinto a la realidad que todos conocían.

Michelle durante su juicio.

El 15 de agosto de 2002 fue arrestada por el asesinato de su marido. Le ofrecieron un trato: si confesaba en detalle, pasaría solo ocho años presa, pero ella no accedió. Por lo que en septiembre de 2004, con 34 años, Michelle fue sentenciada a cadena perpetua, sin posibilidad de obtener libertad condicional.

Como en una película de Hollywood, el fiscal Greg Butler la acusó de haber planeado el crimen para cobrar el seguro de su marido. Butler la describió ante el jurado como una mujer “oscura, manipuladora, cínica, fría y con un corazón malvado”.

Así luce Michelle Therr en 2021.

Su promiscuidad sexual, la negación de Michelle a tener descendencia y sus creencias en la religión Wicca (una mezcla de brujería con prácticas rituales antiguas) fueron parte de lo que se habló en el estrado.

Cuando citaron a su psicólogo de pareja, este dijo que Michelle no amaba a su marido y no tenía la intención de ser mejor persona y esposa para él, a diferencia de Marty, quien sí quería que el matrimonio funcionara.

Michelle permanece en la correccional de mujeres en Raleigh, Carolina del Norte y tiene 51 años. Desde entonces ha pedido un nuevo juicio y ha intentado numerosas apelaciones sin ningún resultado. También tuvo un intento de fuga en el año 2010, por el que fue puesta en confinamiento, y once infracciones. Seguirá allí toda la vida.