Tocaron fondo con la pandemia de Covid-19 y se reinventaron: cinco emotivas historias de vida
Momentos difíciles que se transforman en esperanza. Crónica habló con emprendedores que asumieron el desafío de hacer frente a los estragos económicos que dejó el coronavirus.
La pandemia de coronavirus los puso a prueba, y no lo dudaron, asumieron el desafío, emprendiendo sus propios anhelos y capacidades, como iniciativa para comenzar a salir del pozo económico al que los empujó el aislamiento. Una aventura que ya hoy, en tiempos de poscuarentena, se convirtió en una realidad para muchos emprendedores, cuyo horizonte ya no es difuso, sino por demás esperanzador.
Es el caso de Verónica, creadora de Sabores Que Sí, un proyecto de pastelería que inició a principios de abril de 2020, luego que cerró su local de ropa. Entonces, mientras analizaba su futuro laboral, comenzaron a llegar las recomendaciones de amigas de profesionalizar uno de sus hobbies preferidos: la cocina. Por lo tanto, el primer paso fue vender tartas en su propio domicilio, y al mismo tiempo obsequiaba scones de queso y otros productos a sus allegadas para dar a conocer sus exquisiteces. En consecuencia, una de ellas le ofreció hacer los repartos, y la iniciativa engranó.
El primer espectro de clientes estuvo constituido por sus seres queridos, y a partir de ellos logró expandirse hacia sectores desconocidos. Al respecto, la mujer detalló que "de a poco va creciendo, y eso también depende del tiempo que una le dedica. Es un supertrabajo, porque me debo ocupar de la logística y la ejecución, pero al mismo tiempo es muy satisfactorio, porque hace un año cerraba mi local de ropa, no sabía qué iba a hacer, y hoy tengo un horizonte".
Buscarle la vuelta
Contemporáneo al proyecto mencionado es el camino de autogestión que emprendió Lourdes. En primera instancia, vendiendo tortas y pastas, principalmente, en lo que ella llamó La Italiana Pastas. Pero simultáneamente desarrolló cursos de peluquería, estética, masajes y hemoterapia. Por esta razón, actualmente se desempeña como peluquera y masajista, y en la gastronomía lo hace por encargo.
Al respecto, la emprendedora de Lomas de Zamora señaló que "decidí aprender varios rubros, porque creo que todo suma, más en estos tiempos. En mi caso, tengo dos hijas, de 10 y 7 años, y vivo con mi mamá, que es jubilada. Por eso, mis diferentes actividades laborales me permiten obtener un ingreso para salir adelante".
Lourdes remarcó que sus diversas propuestas "me generan una doble tranquilidad, porque, por un lado, siempre tengo clientes y, por otro lado, por el hecho de que puedo organizar mis horarios, y eso me permite seguir estudiando y criar a mis nenas".
Durante las primeras semanas de la cuarentena, Gloria y su esposo también se animaron a dar el paso al frente para desarrollar el anhelo de implementar un proyecto alternativo en cuanto al cuidado del medio ambiente. En este sentido, la mujer detalló que Küyen Karü, que significa "luna verde" en lengua mapuche, comenzó con la elaboración de un shampú sólido, que consta de una pastilla compuesta por varios ingredientes naturales, como aceites, manteca de cacao y de karité, y hierbas, entre otros.
Ofreciendo este primer producto, la mujer reconoció que "tuvimos muy buena respuesta". "Al principio, por parte de familiares y amigos; luego, conocidos de ellos. Nos costó muchísimo llegar a gente que no teníamos a nadie en común", explicó.
No obstante, sus producciones, no sólo shampú, sino también sales de baño, agua de rosas y agua de azahar, arcillas para hacer mascarillas, bálsamo labial, manteca corporal y crema corporal, han logrado atraer un nivel de interés que se cristalizó en ingresos que le facilitaron a la pareja recuperar rápidamente el dinero invertido.
Con ese impulso, los impulsores de dicha iniciativa fijaron dos metas. En la faceta económica, Gloria aclaró que "nuestro objetivo es una venta por día, y hace unos meses lo venimos cumpliendo, e incluso llegamos a las dos por día". Al mismo tiempo, el proyecto representa la posibilidad de "poder poner nuestro granito de arena para que el mundo sea un lugar menos contaminado y enseñarle a nuestra hija el amor por el planeta Tierra", aseguró una de sus mentoras.
En Virgilio 2656, en el barrio porteño de Villa Real, las plantas y las flores de G&G Flowers, Novias y Eventos se imponen de forma impactante para los vecinos y para quienes transitan la zona. Tanto unos como otros constituyen el punto de partida de un emprendimiento familiar, iniciado en 1981, pero que experimentó diferentes interrupciones, producto de los vaivenes económicos de nuestro país.
Sin embargo, los hermanos Gabriela y Gabriel vieron la posibilidad de escribir un nuevo capítulo con la venta de flores, plantas y decoraciones, motorizados por las necesidades del hombre, por una enfermedad, y por el deseo de la madre de ambos. Justamente, ella constituyó el motivo principal de la reanudación del negocio, dado que, tras su muerte, sus hijos aceleraron la ejecución del regreso de su pintoresco vivero.
La reapertura tuvo lugar el pasado 21 de septiembre, aprovechando la celebración del Día de la Primavera. A más de un mes de aquella conmovedora jornada, Gabriel expresó que "estamos contentos, porque la comunidad del barrio nos recibió muy bien. Venimos haciendo de nuevo la clientela, y hay gente que ya nos conocía y nos dio la bienvenida. Eso nos transmite mucha fuerza, porque estábamos muy caídos, en lo económico y en lo emocional, y si bien dudábamos, por la edad, esta respuesta de la gente nos demuestra que no nos equivocamos, y volvimos a lo que sabemos y nos gusta hacer".
Nueva oportunidad
A diferencia de las experiencias relatadas, la pandemia no significó un impulso sino que frenó a Vanina, feriante de la Feria de Mataderos. Allí, ella tenía un puesto en el que desplegaba su propuesta @Capercuero, con diferentes artículos de cuero, tales como carteras, mochilas, billeteras y chalecos, por ejemplo, hasta que la cuarentena y sus restricciones llevaron al cierre de la conocida feria.
No obstante, la reapertura de esta implicó una nueva oportunidad para la mujer. Ella detalló que "comenzó a moverse. La gente quiere salir, y si ve algo que le gusta y puede, lo compra, porque es más barato". A su vez, reconoció que "de la feria no vive nadie, pero me sirve, porque es un trabajo y estoy contenta con lo que hago".
Justamente este último testimonio refleja la esencia de todo emprendimiento: una salida laboral, y la posibilidad de generarla desarrollando lo que a cada emprendedor le gusta hacer. En referencia a ello, una impresión elocuente la brindó Gloria, ideóloga de una propuesta ambiental, al manifestar que "para mí emprender es una forma de vida. Es ir para adelante hasta los días que no tenés ganas de ir a ningún lado, pero lo estás haciendo por vos; si no lo hacés vos no lo hace nadie".
Por M.R.