Por Jorge Cicuttin

El diálogo se dio unos días atrás. Fue en el comedor de su casa. Sentados, tomando café y pasando de tema en tema, como siempre en las charlas con Roberto se pasa de la política al fútbol, del periodismo a nuestras familias, de las comidas a las viejas historias.
-Ya no tengo más ganas de trabajar...
Roberto lo dijo como una confesión triste, como disculpándose ante un compañero de profesión.
-Pero claro Roberto -le contesté-, acabás de cumplir 93 años, trabajaste casi 80 ¿No te parece que es momento y tenés el derecho de descansar?
-Y, sí.
Contestó no muy convencido. Como buscando apoyo en esa decisión que hacía ante alguien con quien realizó sus últimos trabajos en la pantalla de Crónica HD y en el diario.
Roberto “El Tano” Di Sandro deja de trabajar. Suena raro. Más extraño suena el decir Di Sandro deja el periodismo. No, imposible. Seguirá siendo periodista hasta el último momento de su vida. El periodismo está en su sangre. Solamente dejará de golpear las teclas de su vieja máquina de escribir -nunca pudo usar una computadora-, y dejará de hablar frente a un micrófono. ¿Dejar el periodismo? No, nunca.
A Roberto lo conocí cuando era chico. Lo veía en el viejo Canal Once. Arranqué a trabajar el periodismo a los 19 años, Roberto ya tenía 48 y había visto pasar a varios gobiernos -civiles y militares-, por la Casa Rosada. La profesión hizo que nos conociéramos en 2015, en Crónica. Con un programa semanal en el que se mezclaban sus anécdotas con todos los presidente y la actualidad. Fuimos varias veces a la Casa Rosada y a otros despachos ministeriales a entrevistar a funcionarios de todos los colores. A Roberto lo conocían todos. Lo saludaban, hasta se sacaban fotos con él. Incluso los funcionarios se aguantaban las preguntas más duras. Pero bueno, era Di Sandro, como enojarse con una “institución”.
Entre nota y nota, discutíamos sobre política -se enojaba cuando lo cargaba y le decía que “el peronismo murió cuando se murió Perón”- y sobre fútbol, el es un boquense de ley, y yo de River. No había caso. Lo que si me molestaba en serio era su impuntualidad, nunca llegaba a tiempo a las notas. “El tráfico es terrible, pibe”, me decía invariablemente. Y yo le contestaba: “Roberto, hace más de 80 años que vivís en esta ciudad”.
Peronista, bien porteño, hincha de Boca y periodista por siempre. Así es Roberto. Ahora deja de trabajar. La muerte de su gran compañera, Norma, fue un golpe que quizás lo empujó a tomar esa decisión.
-"Ya está. Quiero quedarme en casa y recibir a los amigos, como vos”, me dijo días atrás.
Gracias por ser mi amigo, Tano.