La hipocresía de muchos gobernantes nos hace pensar que debemos hacer algo para cambiar. No se puede seguir viviendo de esta manera, no nos pueden seguir mintiendo. Algunos dicen que los jubilados somos una prioridad, pero perciben millones de pesos en jubilaciones de privilegio.  

Justo enfrente de ellos nos encontramos aquellos que quisimos brindar a través del trabajo y el esfuerzo personal un futuro mejor para nuestros hijos y nietos. Nos siguen engañando años tras años, y nos privan el poder vivir y disfrutar de una vida digna.  

Esto es debido a las fórmulas de ajustes engañosas que agravian nuestra honestidad, demostrando una vez más todos estos políticos que carecen de las reservas morales necesarias que se requieren para poder reconocer nuestros legítimos derechos. 

Sigue faltando lo más importante en la política: la decencia y la honestidad, uno de los principios que nos exigían y pedían nuestros padres para anteponer cualquier cosa.

Aunque tengan una historia tumultuosa, esta casta política y que muchos y con razón crean que sería una utopía o quizás un sueño pretender que pueda ver algún político que quiera para de verdad representar a todos los argentinos de bien, deberíamos seguir intentándolo ya que como decía Gabriel García Márquez: “No es cierto que la gente deja de perseguir sus sueños porque envejece, envejece porque deja de perseguir sus sueños”.  

Por eso es que debemos intentarlo y demostrarlo, que todavía tenemos la fuerza para luchar y conseguir los valores de la verdad.  

Ante estas justas y razonables demandas humanas, es necesario que se aplique un aumento para los jubilados, ya que más del 80% de los mismos soportan hambre y muchos de ellos también enfermos y no pudiendo acceder a un medicamento o como también ocurre años tras años y desatendidas, las sentencias judiciales firmes para su pago. 

Nos cuesta entender que se niegue esas legítimas demandas, argumentando que es por falta de dinero mientras algunos señores pudientes reciben escandalosas jubilaciones de privilegio. Me vuelve a la memoria, que algunos de estos señores nos trataron a nosotros los jubilados de buitres y caranchos, porque reclamábamos judicialmente lo que por ley nos correspondía, a cobrar un legítimo haber. 

Cuánta injusticia hay en este país para los más pobres y vulnerables. ¿Por qué no se beneficia a aquellos que se rompieron el lomo trabajando y aportando para tener una jubilación como corresponde?

Los que ahora gozan de privilegios que rompen la tan mencionada igualdad, son los responsables de violar un principio que debe ser respetado por los funcionarios de todo gobierno, como el de igual trato ante la ley. 

Sepan señores gobernantes que, si pierden la vergüenza, el pueblo les perderá el respeto