Flechazo.com: cuando la tecnología está de levante
La aplicaciones de citas revolucionaron por completo este mercado, ya que hombres y mujeres pueden interactuar mediante esta tecnología antes de conocerse en persona. Conocé las experiencias de usuarios y las opiniones de los profesionales.
En los últimos años las apps de citas se expandieron y diversificaron en demasía, siendo espacios de encuentro y de búsqueda de parejas escogidos por millones de personas, muchas de las cuales conocieron allí a los amores de sus vidas, marcando el punto de partida de miles de familias. Pero, al mismo tiempo, otros tantos han vivido experiencias frustrantes. No obstante, especialistas y los propios usuarios reconocieron que dichos sitios desplazan progresivamente a los habituales puntos de conquista.
“La masividad que fueron tomando las apps se debe a dos grandes factores: primero, Internet como medio de comunicación, y luego, los celulares”, detalló Lucas Castro, consultor en tecnología.
Según su vasto conocimiento y sus vivencias en el amplio espectro tecnológico, las actuales aplicaciones de citas constituyen la versión mejorada o perfecta de diferentes plataformas que asomaron en los primeros años del siglo XXI. En este sentido, Lucas recordó que los primeros antecedentes del “cupido virtual” se remiten a “páginas como ‘Sexy o no’, ICQ, MSN, y luego llegaron las redes sociales como Facebook, Twitter”.
A más de dos décadas de aquellos inicios, Gabriela Rougier, especialista en terapia de parejas, dejó en claro que las aplicaciones de citas “son la herramienta a elección, funcionan como bares virtuales”.
El multitudinario uso de este recurso de búsqueda, para Rougier “tiene que ver con un cambio en la sociabilización, atravesada por las tecnologías. Es un buen recurso para conocer personas, pero también hay quienes lo padecen, que están cansados de rebotar, o de hablar en forma constante y que de repente desaparezca. Eso es lo malo de estas apps, el anonimato y la falta de compromiso”.
En este sentido, Laura Caballaro, licenciada en Psicología, agregó que “hay personas que son vulnerables y se sienten aún peor por algún desaire en la aplicación”.
En su consideración personal, Caballaro manifestó que un trasfondo peligroso de estos soportes radica en una “comercialización del amor, porque las apps tienen el formato de góndolas en las que te ofrecen rostros, fragmentando a la persona por sus características. Incluso hay sitios que para ver todos los likes que le dieron a tu perfil te piden el pago de un monto que puede ser en dólares”.
No obstante, estas apps cuentan con un amplio abanico de facilidades beneficiosas para sus usuarios. Una de ellas se refleja en las mayores posibilidades de encontrar su media naranja para los más tímidos. Por su parte, Sebastián, asiduo a estos espacios, reconoció que
“tenés tiempo de elegir, ellas te ven. Después perciben la forma de escribir, el siguiente paso es hablar. Ese paso a paso da más tranquilidad”.
A su vez, el hombre destacó que “yo trabajo mucho y no tengo tiempo para ir a un boliche o a un bar. Entonces, puedo conocer a alguien cuando puedo, en mis momentos libres en el colectivo, por ejemplo”. Ante estos puntos altos y bajos de estas plataformas, las experiencias que de ellas surgen son disímiles.
Por un lado, existen vivencias como la de Carla, quien contó que “me citaban y me dejaban plantada, solo me podían ver en los días de semana, los horarios que ellos querían, y yo no podía elegir. Me enamoré de una persona que era solo sexo, pero me denigraba por no tener estudios terciarios. Finalmente, superé esa situación, y por la misma aplicación conocí a mi pareja actual”.
En tanto, Sebastián expresó que “no es tan fácil encontrar pareja, ya que de treinta personas que te dieron likes, solo dos te hablan”.
Un final feliz alcanzó Gastón en su primera incursión en una app de citas, a la que accedió por recomendación de sus amigos, más allá de que “tenía ciertos prejuicios de estos lugares. Pero probé, y cuando estaba por desinstalarla, porque había salido con tres chicas sin éxito y ya estaba cansado de hablar por hablar, conocí a mi actual esposa”.
Misma fortuna tuvo Lorena, quien reconoció que “después de que dos amigas me insistieron con que entre a uno de esos espacios, lo hice y al otro día conocí a quien es mi novio. Hablamos todo el tiempo, y él, como no usa redes, me ofreció hablar por teléfono. Yo al principio no estaba convencida, y él me aseguró que no me iba a arrepentir. A los pocos meses ya estaba conociendo a su familia”.
Por M.R.