Hace tres años, el mundo se paralizaba mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) informaba que el extraño virus que se había detectado en Wuhan, China, en diciembre de 2019 era el responsable de las “neumonías de causa desconocida” en aumento en todo el planeta. Fue así que por rápida propagación, el número de casos y la cantidad de países afectados, se decidió declarar el estado de pandemia.

“La OMS estima que el COVID-19 puede ser caracterizado como una pandemia, expresó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, un 11 de marzo, y agregó: “Podemos esperar que el número de casos, de decesos y de países afectados aumente” en los próximos días y semanas. Y así fue. 

La Unión Europea (UE) anunció el 16 de marzo el cierre de sus fronteras durante 30 días para frenar la propagación del coronavirus, “la crisis sanitaria global que definirá nuestro tiempo”, en palabras de la OMS, mientras que en Latinoamérica, nueve países coordinaron un acuerdo para protegerse y contrarrestar los efectos del nuevo virus, que por esa fecha ya había dejado varios muertos en la región. 

Después de varias idas y venidas, la OMS concluyó que el COVID-19 podría contagiarse por el aire en algunas circunstancias, por lo que propusieron el barbijo obligatorio. Como parte de las medidas de aislamiento social previstas por los gobiernos los países dispusieron que las clases en las escuelas pasaran a la modalidad virtual en todos sus niveles, algo que copiaron los trabajos con su modalidad home office. Esto marcó un antes y un después tanto en la educación como en la forma de trabajar

El plan de vacunación fue efectivo y evitó una gran cantidad de muertes por Covid. Foto: Carlos Ventura/ Crónica.

El primer muerto en Argentina

Fue identificado como Guillermo Abel Gómez y había regresado el 25 de febrero de su viaje a Francia, a donde había ido a conocer a su nieta. Tres días después comenzó a presentar fiebre, tos y dolor de garganta. Según informaron fuentes oficiales, se encontraba aislado preventivamente al momento de su deceso. 

Aquel suceso provocó conmoción en el país. Pero en los meses posteriores, el horror se desataría en distintas partes del mundo, con hospitales colapsados y miles de muertos sobre las calles por falta de atención médica, como por ejemplo en Ecuador, donde las aves carroñeras merodeaban los hospitales al sentir el intenso olor nauseabundo que desprenden los cuerpos cuando fallecen. 

Una historia conmovedora

En Argentina, los hospitales no colapsaron, pero se vivieron momentos desesperantes. La historia de Fabián y Carlos Arapa es una de ellas. Ambos (Padre e hijo) se contagiaron de Covid-19 y estuvieron internados en el Hospital de Trauma Dr. Federico Abete de la ciudad bonaerense de Grand Bourg, lugar en donde se probó por primera vez en el país la transfusión de plasma y ellos fueron los pacientes.

"Mi papá empezó con 39 grados de temperatura, pero el médico que lo vio le dijo que no tenía síntomas de coronavirus, por lo que se quedó tranquilo. Al poco tiempo yo empecé a levantar fiebre y fui a hacerme los análisis, para los que llamé a mi viejo desde el hospital para que se haga el estudio también", relató en ese entonces a Crónica, Carlos quien anunció que a partir de ese momento comenzó lo peor.

Carlos y su padre la pasaron muy mal hasta que recibieron la transfusión. 

El mayor de los Arapa fue internado el 3 de mayo, luego de que los médicos encontraran sus pulmones "completamente tomados" y desde ese momento comenzó a empeorar su estado de salud, hasta el punto de que tuvo que ser intubado para recibir oxígeno y quedó en coma.

"El plasma fue un milagro de Dios, en mi caso al quinto día de la transfusión ya estaba en sala común. En mi papá tardó más en actuar, porque estaba en coma e intubado, pero ya al décimo día despertó y comenzó a mejorar", explicó Carlos, quien enfatizó que el plasma para su papá fue "volver a vivir" e hizo hincapié en la importancia de "donar plasma".