Violación de joven venezolana en entrevista de trabajo: "Hay más denunciantes"
Las denunciantes se animaron a exponer su situación a través de redes sociales y la fiscal del caso, Silvana Russi, las citará para que formalicen la denuncia. "Una de ellas tiene miedo porque el acusado tiene sus datos", revelaron a cronica.com.ar.
Irineo Humberto Garzón Martínez, imputado por violar a una joven venezolana de 18 años en un local del barrio porteño de Balvanera, sumó dos nuevas denuncias públicas en su contra en las últimas horas. Las víctimas son dos jóvenes, que lo acusan de haberlas acosado e "invitado a salir" en pleno ámbito laboral.
Así expusieron ellas mismas primero a través de las redes sociales y luego, al conocer el caso de la venezolana, ante los medios. Sus nombres fueron aportados ya a la la fiscal de la causa, Silvana Russi, quien las citará a declarar en los próximos días para que formalicen sus respectivas denuncias.
"Son chicas jóvenes. Una de ellas tiene miedo porque el acusado tiene sus datos", detalló el abogado Pablo Baqué, representante de la joven venezolana, a cronica.com.ar, y sumó: "En todos los casos, sufrieron acoso, algún intento de seducción medio oscuro, pero ninguna de ellas sufrió como un delito aberrante como le pasó a nuestra defendida".
Según relató a la prensa una de las denunciantes, que se identificó como Paola, ella llegó al comercio de Garzón Martínez en el último septiembre, cuando él la citó un día a la noche, con el local cerrado.
Además contó que el comerciante le dijo que estaba "buscando alguien para salir" y en ese sentido, le indicó: "Si tú vas a trabajar conmigo tenemos que tener algo". "Estuve a punto de ser una víctima más", aseguró.
La otra joven de nombre Mailén señaló que trabajó una semana con el imputado y que le pareció "raro" porque le hacía "preguntas muy personales" que a ella la "hacía poner muy incómoda".
"Había otra chica pero él intentaba encontrarme sola en algún lugar. Me invitaba a salir no sólo en persona sino también por teléfono", indicó la joven y agregó que el acusado "se hacía el pobrecito, que necesitaba alguien que lo contenga".
"Le dije que no quería absolutamente nada más que trabajo y él me despidió", continuó Mailén, quien a la semana fue con su padre hasta el local a buscar su remuneración. "Yo estaba muy asustada y él se desentiendo totalmente, que yo entendí mal y que yo era la culpable", concluyó la joven.