El impresionante historial del pastor que se escapó de prisión y fue muerto de un mancuernazo en un asalto
Según dieron a conocer en Crónica HD, Alejandro Guerrero, robaba en los trenes desde los 10 años. Luego de tomarse una foto con la mujer de su compañero de celda, en la prisión le juraron venganza: "Que dé gracias que lo mataron afuera, adentro iba a sufrir mucho más".
El historial delictivo de Alejandro Claudio Guerrero era extenso, pese a haber muerto con sólo 37 años. Su familia lo abandonó de niño y ya a los 10 años robaba en los trenes. Y, en poco tiempo, pasó de punga a asesino.
Desde el 4 de abril estaba prófugo. Ese día debía regresar a la Unidad 32 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en Florencio Varela, pero después de una salida transitoria se esfumó. Se sacó una selfie con la mujer de un compañero de celda. Y la colocó en su estado de WhatsApp.
El presidiario le juró venganza al pastor y los evangelistas del pabellón del complejo carcelario bonaerenses se comprometieron a no recibirlo amistosamente si regresaba al penal. “Que dé gracias que lo mataron afuera, porque adentro iba a sufrir mucho más”, enfatizó en Crónica HD el abogado Guillermo Baqué.
El letrado, quien siguió las alternativas del caso del pastor en diferentes diálogos con el canal durante los últimos meses, recordó: “Dijimos que en la cárcel no podía vivir más, que estaba muerto en vida”.
Guerrero y un cómplice fueron protagonistas en la noche del domingo de un violento intento de asalto a una familia ocurrido en una casa de campo situada a un costado de la ruta 2, en la localidad platense de Angel Etcheverry.
Los dos delincuentes, armados, irrumpieron en el predio y, una vez en la casa, golpearon y maniataron a un adolescente de 17 años, a su hermano, de 20, y a la madre de ambos, de 47. Uno de los asaltantes quedó adentro buscando un eventual dinero atesorado por la familia y el otro salió para hacer de “campana”. Afuera interceptó al dueño de la propiedad, de 48 años, quien regresaba a su casa.
El hombre de 48 años, cuando lo ataban, forcejeó y se liberó, al tiempo que uno e sus hijos zafaba del precinto. De inmediato, se cruzaron en lucha con los ladrones, a quienes atacaron “con una mancuerna y un hacha”, causándoles heridas de muerte. “No es más que una legítima defensa. (Los delincuentes) están bien muertos”, sostuvo Baqué.
“Esto era un crimen anunciado”, expresó el letrado y siguió refiriéndose a Guerrero. “Este chico que, desde los 10 años, empezó a robar en los trenes porque su familia lo había abandonado. Que había matado una y otra vez para sobrevivir”.
Baqué finalizó: “Se hizo pastor (en el penal) para no aguantar la presión de los otros presos. Aplauden como focas para que no los maten”.