Cómo hizo el secuestrador para ganarse la confianza de Maia y escaparse con ella
Carlos Savanz se había asentado hace un mes en la zona del barrio Cildáñez, donde conoció a la menor y a su mamá, Estela, y las acompañaba a recolectar. "El le decía a la nena que era linda, que quería ayudarla", contaron conocidos de la familia.
Hace alrededor de un mes comenzó el vínculo entre Carlos Savanz y Estela, la madre de Maia. Fue por esa época que el cartonero de 39 años se asentó en la zona del barrio Cildáñez, debajo del puente de la autopista Dellepiane y la avenida Escalada, cerca de Parque Avellaneda.
Así fue que se hizo conocido de la mujer y luego de su hija de siete años: sin vivienda fija, los tres salían juntos para recolectar cosas de la calle y así sobrevivir. “Él le decía a la nena que era linda, que quería ayudarla. Le traía galletitas y regalos, socializaba con ella todo el tiempo”, contó a los periodistas Gabriela Núñez, prima hermana de la mujer.
Ese grado de conocimiento habría sido suficiente para que Maia aceptara la invitación para, supuestamente, acompañar a Savanz "del otro lado de la avenida" a cambiar su bicicleta por otra más grande. Cuando Estela advirtió que la demora era excesiva, fue a la comisaría vecinal 9a a hacer la denuncia.
Otros informes dicen que Savanz vivió un tiempo en Villa Zavaleta. De allí data la presunta denuncia en su contra por abuso sexual de un menor. "Es una porquería, abusó de mi sobrino. Siempre manoteaba a algún chico", dijo Luis, uno de sus hermanos mayores.
Otras versiones dicen que tras irse de allí, "Carlitos" o "Poqui", como lo llamaban, se mudó un tiempo a Guernica, en el partido de Presidente Perón.
El otro hermano varón, Diego, fue más contemplativo y dijo que "algo tuvo que ver el hombre que llegó", en referencia a una nueva compañía que habría conocido Estela en los últimos días. "Ese pibe tiene un problema. Es un muchacho grande (39 años), pero si usted se pone a hablar, no lo es. Es una criatura", describió.