Buenos Aires es un lugar mágico y encantador, pero también tiene historias y rincones aterradores. Este es el caso de la tumba de Liliana Crociati de Szaszak, quien desde 1970 descansa en una de las bóvedas del inmenso cementerio de la Recoleta, en plena Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Frente al nicho en donde están ubicados sus restos se levantó una estatua a su imagen y semejanza, junto a su fiel mascota, un perro.

Desde hace años, ante la llamativa e imponente figura, miles de personas, entre vecinos, visitantes locales y turistas extranjeros, atraídos por los varios destacados personajes de la historia nacional que descansan en el recoleto cementerio, se interesan en la historia de la enigmática mujer, mientras carga consigo todo tipo de misterios hasta ahora no resueltos, por lo que vale la pena e importa prestar atención a los detalles y recorrer la vida de esta joven que partió rápida y trágicamente, llevándose un insólito destino de fama cargado de escepticismo y eventos esotéricos.

¿Quién era la Crociati?

Liliana nació en nuestro país, en 1944, en el seno de una familia italiana de una muy buena posición económica. Desde chica tuvo una vida muy tranquila y siempre supo a qué quería dedicarse. La hija de José Crociati y de María Adriana Ana Balduino decidió seguir los pasos de su padre, quien, entre otras cosas, era un gran pintor. Por eso se inscribió en el Instituto de Bellas Artes, donde curiosamente conocería al amor de su vida: Juan Szaszak, un muchacho argentino con origen húngaro que también provenía de una familia adinerada. Futuro prometedor, belleza, juventud y convicciones. Según se sabe, de carácter enérgico y de esas personas que nunca se quedan quietas y siempre estan en constante actividad.

Trágico destino

La pareja iba bien y sus planes de progresar, mejor aún. Por eso, después de estar de novios un tiempo, en 1970 decidieron casarse. Como corolario, el flamante matrimonio eligió pasar su luna de miel en la ciudad de Innsbruck, en Austria. Allí, donde se practican deportes invernales, las nevadas son intensas y los fríos extremos. Lamentablemente, al volver luego de un largo día disfrutando de la montaña, la práctica de deportes extremos y otras actividades, un alud arrasó la parte del hotel donde estaban hospedados Liliana y Juan. Producto de esta situación, y con apenas 26 años Liliana falleció asfixiada por la nieve, al mismo tiempo que su pareja corrió otra suerte, ya que se salvó milagrosamente.

Lejos, su amigo fiel



Paralelamente, en Buenos Aires, esta leyenda urbana cuenta que en el mismo momento en el que ella perdió la vida, Sabú, su perro, extrañamente moría también. La pérdida de su hija hizo que José y María decidieran darle una sepultura a la altura de su importancia, y por qué no, a semejanza de la chica. Por supuesto, los padres de la infortunada joven hicieron repatriar sus restos para que descansen eternamente en una bóveda especial de la familia, en la aristocrática necrópolis.

La bóveda...
Ocupándose de hasta el más míni mo detalle, la señora María se encargó en persona de hacer confeccionar el lugar. En primera instancia, ordenó que reprodujeran el cuarto que fuera de la difunta, tal como estaba en su casa de soltera. Así, solicitó grandes ventanas que permitieran la entrada de mucha luz, en agudo contraste con las otras construcciones existentes en el sacro sitio. Sin descanso, y con una pena eterna, María contrató a Wilfredo Viladrich, un excéntrico escultor que esculpió una estatua de la muchacha junto a su perro, con su velo de novia y el pelo peinado como a Liliana le gustaba llevar. Curiosamente, como a la joven no le gustaba tener flores en su pieza, estas se ubicaron en la parte exterior del mausoleo. Además, en el interior las paredes se decoraron con pinturas hechas por sus compañeros del Instituto de Bellas Artes donde la retratan con su pelo rubio y sus ojos celestes brillando en la eternidad.

El poema del padre

José había quedado muy abatido y hundido en un dolor indescriptible, que lo llevó a escribir un poema, en italiano, para ella. Dicho texto fue especialmente tallado en mármol en el exterior del mausoleo y en él se puede leer: “Sólo me pregunto por qué te has ido y has dejado destrozado mi corazón. ¿Quién sólo te quería por qué? Sólo el destino sabe el porqué y me pregunto: ¿por qué? ¿Por qué no se puede estar sin ti, por qué? Tan linda eras que la naturaleza, envidiosa, te destruyó, ¿por qué? Sólo me pregunto si hay Dios, ¿por qué se lleva lo que no es suyo? [à] Sólo sé que siempre sueño contigo. Por todo el amor que siente mi corazón por ti. ¿Por qué? ¿Por qué? Tu papáà”. Triste despedida para la que pudo haber sido una vida plena de alegría, que el destino truncó.

Fuente: Francisco Daniel Zazzu para buenosaires.italiani.it

MITOS
ALMA QUE DEAMBULA


Una muerte trágica y repentina. Misterio, leyendas e historias hacen de su realidad un sinfín de relatos y todos parecen tener visos de verdad. Por ejemplo, algunos aseguran que por las noches se puede escuchar el grito desconsolado de Liliana pidiendo ayuda cuando su pieza de hotel se derrumbaba junto con la estructura.

Además, algunos afirman que ella se “asoció” a otras almas en pena que vagan por la Recoleta y, según se cuenta, hay decenas de estas que rondan el lugar desde hace ya varios años. Pero no todo es pánico. También existe un tierno mito, que de generación en generación se fue develando con el tiempo y que asegura que quien se pare enfrente de la escultura de Sabú y toque su hocico, para luego pedir un deseo, este en cuestión de días puede hacerse realidad.

Cementerio de la Recoleta Como en toda necrópolis, las historias, los mitos y las leyendas abundan. Y esta no es la excepción. De esta manera, aquí también se cuenta que, por las noches, en los pasillos suelen verse y oírse todo tipo de fenómenos paranormales. Las cruces, los ángeles, otras figuras y demás elementos hacen del lugar un sitio escalofriante, al igual que sus oscuras callejuelas que por las noches son un escenario perfecto para una película de terror.

Como era de esperarse, almas y espíritus de famosos se dice que por aquí pasean, al igual que otros espectros no tan famosos que también buscan descansar en paz y vagan en pena por la zona, intentando dar el paso al más allá, pero aún en este plano atemorizando.