Por Nico Kischner

Allá por un hoy lejano principios de junio de 1978, Mario Alberto Kempes llegaba al Mundial de Argentina como la gran figura del equipo dirigido por César Luis Menotti, al punto que era el único futbolista del plantel que jugaba en el extranjero. 

El nacido en Bell Ville, Córdoba, lo venía rompiendo en el Valencia, donde era amo y señor. Envalentonado tras haberse consagrado como máximo anotar del torneo español en las temporadas 76/77 y 77/78, el "Matador" se calzó la 10 que le tocó en la repartija por órden alfabético con todas ganas de repetir la experiencia en suelo argento. 

El arranque no fue como esperaba. Estuvo seco de goles en los primeros tres partidos en los que Argentina le ganó a Hungria y a Francia 2 a 1 (donde sí marcaron Leopoldo Luque y Daniel Bertoni y Daniel Passarella y Luque, respectivamente) y cayó con Italia 1 a 0.

Preocupado por su andar errado, Kempes recibió un consejo inesperado de alguien que, en aquel entonces y hoy en día también, suele estar poco asociado al mundo de las cábalas. "Mario, ¿por qué no se afeita, a ver si le cambia la suerte?", le dijo su DT. 

¿Qué hizo el bueno de Kempes? Un rato antes del encuentro contra Polonia en Rosario, el delantero le dijo chau para siempre al bigote y, creer o reventar, no sólo anotó dos goles, sino que también evitó uno en el arco propio al volar como si fuera Ubaldo Matildo Fillol para sacar en la línea (y con la mano) un cabezazo de Grzegorz Lato. La historia de ese encuentro terminó con el "Pato" atajándole el penal a Kazimierz Deyna para cerrar un redondo 2 a 0.

El resto es bien conocido. El mostacho no volvió más porque Mario tomó la costumbre de afeitarse un rato antes de jugar. Y en las canchas parece que algún rédito le dio la cara lavada porque marcó cuatro goles más (dos en el 6 a 0 a Perú y los restantes en el 3 a 1 de la final contra Países Bajos, que por aquel entonces era Holanda) y fue la gran figura del campeón y el goleador del Mundial.

Mario Alberto Kempes, con los bigotes que lució en los primeros partidos del Mundial Argentina 78.

A nada del trascendental duelo que este miércoles volverá a enfrentar a Argentina y Polonia,  este cuerpito ya no sabé qué más hacer para que pasen las horas sin tanta ansiedad después del parto del sábado contra México. El entorno no ayuda, es cierto. 

Desde la televisión, y en el mundo virtual también, llegan en continuado noticias de todo tipo y color. Lo que hace que a medida que se acerca el inicio del partido más de uno busque repetir a lo Kempes en el '78 costumbres que surtieron efecto y no sepa cómo hacer para dejar por un rato de lado, aunque sean sus hijos, el amor de su vida o sus mejores amigos, a aquellos con quienes compartieron el fatídico 2 a 1 en contra del debut contra Arabia Saudita

Si la semana pasada la cuestión pasaba por ver o no ver los partidos ajenos, ahora la duda hamletiana que invade al cabulero promedio es quiénes serán los acompañantes de sillón cuando empiece a rodar la pelota a las 16.

¿Cuánto se puede hacer a 13.306 kilómetros de Qatar? ¿No harán lo mismo los polacos por su equipo? ¿A quién le presta más atención "el de arriba"? Si es por cantidad de pedidos y acciones en consonancia, los chinos ya hubieran ganado alguna copa. Y qué decir de los amigos de India que simpatizan por Argentina y quieren ver a Lionel Messi levantando el 18 de diciembre el trofeo (ANULO MUFA).

Lionel Messi lleva marcados dos goles en el Mundial Qatar 2022.

Pero aquí queda de lado cualquier tipo de racionalidad. Es pasión. Algo inexplicable que ocurre cada cuatro años en los mundiales o cuando la Selección disputa algún torneo importante, como la Copa América ganada en Brasil en 2021

Se siente. Falta nada. Es a todo a nada, justamente, de aquí en adelante. Más allá de ritos y costumbres, el equipo de Lionel Scaloni tiene motivos para ilusionarse e ilusionar. Pero, ya que estamos, el cierre de esta columna va a ser con la misma frase que la semana pasada, triunfo contra México mediante. ¡Vamos Argentina carajo! 

Por N.K.