La chica urbana (en cuarentena): Rusa, como la crema y la ensalada
Un nuevo capítulo de una serie de eventos desafortunados donde la ciudad, sus historias y sus contextos se ven desde un punto de vista diferente.
Por La chica urbana
@ChicaCronica
Capítulo 21
Cuando ese momento llegue, será una maravilla caminar por la calle, mirar a la gente y jugar a quién se vacunó y quién no. Será como una ruleta rusa.
Aparece una vacuna contra el coronavirus y resulta increíble pensar que nos opongamos a ella. Al parecer, seguir en riesgo y ser un riesgo, garpa y nos enorgullece. ¿En serio?
Posicionarnos como “científicos” sin saber y así fundamentar nuestros por qué, nos hace sentir que tenemos la posta y no nos sonrojamos al hacerlo. Pasamos de no temerle miedo al virus a temerle a una vacuna. ¡Estamos poseídos por la coherencia!
¿El problema es su origen, quién la descubrió, quién la hizo y de dónde viene?
Pero… ¿Nos preguntamos de dónde vienen las vacunas que previenen cada año casi tres millones de muertes en el mundo? ¿Y que muchas de ellas ya nos las hemos aplicado? No, eso nunca.
No me vacuno. ¡Mi cuerpo mi decisión!
— Juan José Gómez Centurión (@juanjomalvinas) November 6, 2020
Nos curamos el empacho con una cinta, leemos el horóscopo pero no somos capaces de creer en la ciencia, sus avances y sus descubrimientos. ¡Así no se puede!
Del país donde salió el primer cohete al espacio, la bombilla, el exoesqueleto, varios tratamientos contra enfermedades y decenas de Premios Nobel, nos da “cosita”. ¿Qué parte de “porque son rusos” no se entiende?
Desconfiamos de un país de donde salieron cerebros como Dostoyevski, Chaicovski, Kovalévskaya, Kandinsky, Lermólieva, Tolstói, Stanislavski o Rubinstein (no el ex secretario de salud, sino la científica) pero le creemos a los promotores de la lavandina como Trump o Bolsonaro.
#YoNoMeVacuno
— Viviana Canosa (@vivicanosaok) November 3, 2020
Y vos??
Nos encanta jugar al desconfío y ver como un documental. la ficción de Netflix sobre zombies rusos. Nos la creímos toda y también vamos más allá, nos adelantamos. Porque somos así, visionarios…
“No soy anti vacunas pero…”...así arrancamos y no tenemos ni idea de cómo terminamos. Preferimos al virus del coronavirus, sus consecuencias y el dióxido de cloro. ¡Somos unos genios de la ciencia! Irresponsables, pero genios al fin.
Los rusos son muy de usar plutonio, asi que ya me veo en unos meses... pic.twitter.com/lzfMe7tqlY
— Majo �� (@majogm) November 3, 2020
Preferimos los prejuicios, que son nuestras certezas vacías de conocimientos, pero son certezas muy certeras. “Hay estudios sobre esto…”. decimos y nos sentimos seguros con eso que sacamos quién sabe de dónde. Nos creemos todas las fake news, porque sí, porque justifican todo nuestro odio.
Basta de crema rusa, de ensalada rusa, de mamushkas, de sopa Borscht , de vodka y de Natalia Oreiro vestida de rusa. ¿Lo ruso es ruso y ese es el problema? ¿Aunque la vacuna sea eficaz?
¡Tenemos miedo! Tenemos miedo de empezar a hablar en ruso, a vestirnos como cosacos y de repente descubrirnos bailando Kalinka… ¡Nos van a convertir a todos en rusos!
El fantasma del comunismo sobrevuela, aunque Rusia hoy es tan capitalista como Estados Unidos. ¿Claroski?
Lo inevitable de advertir el peligro de quienes prefieren desafiar a su muerte e imponérselas a otros.
Sin barbijos, sin distanciamiento y en breve también sin vacuna. No importa cuando llegue, si nos oponemos, nos oponemos a todo y vamos hasta las últimas consecuencias, sin límites. ¡Vamos a fondo!
Ya me imagino esa vuelta a la “nueva normalidad” como una tómbola, donde la muerte nos encontrará de acuerdo a nuestra suerte. Y nos encontrará dependiendo de con quien nos crucemos en la calle, en el banco o en el colectivo. ¡Que Dios nos ayude!
Ni Sputnik V, ni Oxford, ni Aztrazeneca. Contra todo porque sí, porque todo está mal. ¿Y lo queremos ver peor? Spasiva...
Todo lo que tenés que saber sobre la vacuna rusa Sputnik V contra el coronavirus, en Crónica HD
C.U.