La mutación de un coronavirus felino está causando estragos en la isla mediterránea de Chipre, con superpoblación de gatos callejeros. Los defensores de los animales exhortan al gobierno a tomar medidas urgentes para frenar la epidemia.

Se trata de peritonitis infecciosa felina (PIF), una enfermedad que habría matado desde enero a 300.000 gatos, según Dinos Ayiomamitis, presidente de "Cats PAWS Cyprus".

Según expertos, la población felina, de poco más de un millón de gatos, esencialmente callejeros, sobrepasaría al número de habitantes de la isla.

Este virus "viene de una mutación del coronavirus intestinal presente en el 90% de los gatos", que es "altamente contagioso" entre estos felinos, pero que no se transmite a los humanos, explicó el veterinario Kostis Larkou.



Los síntomas de este virus son fiebre, hinchazón en el abdomen, debilidad y a veces agresividad.

En esta isla donde se halló la prueba más antigua en el mundo de l a domesticación de gatos, con el descubrimiento de un esqueleto de un felino junto a restos humanos de hace más de 9.000 años.

El virus está presente en varias grandes ciudades de Chipre, pero también estaría presente en países vecinos como Líbano, Israel y Turquía. Aunque, a falta de estudios, es imposible afirmarlo, dice Demetris Epaminondas, vicepresidente de la asociación de veterinarios panchipriotas, que agrupa a los profesionales del sector en la isla.

Oficialmente, sólo se han registrado 107 casos en la parte sur de la isla, según los servicios veterinarios del ministerio de Agricultura. Esta cifra no refleja la realidad. Varios especialistas señalan dificultades para diagnosticar la enfermedad y falta de recursos para hacerlo.

Cuando los gatos enferman, generalmente se aíslan y mueren solos. Varias personas que suelen alimentar a gatos que simplemente desaparecen y que se encuentran muy pocos cadáveres.