"No tenía familia, tampoco amigos, ni dinero como para comer algo caliente. El cuerpo me dolía del hambre y sentí que tenía que rendirme. Todavía me acuerdo de esa noche", comenzó su relato Chris Atoki un joven de 24 años que quiso suicidarse ante la extrema situación de pobreza y marginalidad. que vivió cuando apenas había cumplido la mayoría de edad.

Sin un dólar en el bolsillo y en una cruda noche de invierno con mucha nieve en Nueva Jersey, Chris había decidido quitarse la vida, en medio del llanto. Sin embargo, esa mentalidad se esfumó y desde ese momento se llenó de fortaleza.

"Me despertaba a las 7 de la mañana e iba a clase hasta las 3 de la tarde. Me tomaba una siesta de 2 horas e iba a trabajar a las 5:00 pm. Y trabajaba un turno de 12 horas hasta las 5:00 am. Tomaba otra siesta de 2 horas y volvía a la escuela. Fue difícil pero simplemente lo aguanté", contó en su inspirador hilo de Twitter, que tuvo una enorme repercusión en las redes y los medios de Estados Unidos.

El día que se quedó sin trabajo y su mamá lo echó de la casa

 

En su relató prosiguió: "Un día, mi jefe me dijo que tenía que reducir las horas de trabajo de algunas personas y, como yo estaba en la escuela, me eligió para ser uno de ellos. Pensé que estaba bien. Todavía podría pagarle el alquiler a mi mamá y también podría dormir un poco más de horas".

Así, luego de un par de semanas, el jefe lo citó nuevamente a la oficina para comunicarle una dura noticia: "Me dijo que como yo 'no trabajaba suficientes horas' tenía que irme. Le dije que justamente él me había cortado mis horas, pero eso no importó. Desempleado".

El chico salió a buscar trabajo para cumplir con las exigencias de su mamá y pagarle el alquiler de su casa. Pero no consiguió un buen trabajo y ya no podía afrontar sus estudios en la universidad. Desde allí, todo fue caída en picada hasta tocar fondo.

La mamá lo echó de la casa porque no tenía trabajo me pleno invierno boreal, en noviembre, cuando las temperaturas son bajo cero y las nevadas intensas.

Lo único que le quedaba era su viejo y oxidado auto Ford Thunderbird 95 con el que se movía entre el trabajo y la escuela. Así que salió a buscar un techo donde poder dormir, pero sólo obtuvo rechazos: "La abuela no duró. Intenté quedarme en lo de mi novia. pero lógicamente, a su papá no le gustó eso. Entonces tuve que dormir en mi auto".

En diciembre de 2016, un día antes de su cumpleaños Chris estaba desolado y sin ningún tipo de esperanzas: "Me la pasaba pensando en lo mucho que odiaba todo. A mi mamá, mi papá, mi familia. Mi trabajo. Mi coche oxidado. A las personas, en general, pero sobre todo a mí mismo. Sentí que mi situación era una acumulación de ejemplos que mostraban que mi vida no importaba, no valía nada".

El día que todo cambió

 

Sentado en su auto, Chris vio su rostro por el espejo retrovisor y se dio cuenta de que él mismo era "la única persona con la que realmente podía contar". "No sé qué fue lo que pasó. Fue casi como mirarme desde afuera y de repente tuve la sensación de que tenía algo por lo que luchar. Tenía que revertir todo ese drama". sostuvo.

"Realmente no sé cómo explicarlo, pero me dije a mí mismo que lucharía por mí mientras viviera. Tal vez alguien pueda explicarlo mejor, pero sentí que había nacido de nuevo. Como una persona diferente. Iba a agarrar la vida por las astas", aseguró.

Chris salió del auto y fue a la biblioteca, tomó las solicitudes de trabajo y aplicó en una. "Pasé por un almacén, una fábrica, carnicería. También fui asistente de DJ de bodas, encargado de paneles solares, agente de seguros, y finalmente vendedor de colchones".

Con el dinero que juntaba pudo arreglar su auto, venderlo y tener uno nuevo. Sin embargo, su aceptable sueldo en la empresa Mattress Firm todavía no le alcanzaba para alquilarse un departamento y mucho menos comprar una vivienda. Así que se bañaba en un gimnasio que quedaba cerca y allí arreglaba su aspecto para afrontar a sus clientes en la tienda de colchones.

"En los días en que yo era el único que trabajaba en el showroom, aprovechaba y me quedaba a dormir en las camas en lugar del coche", contó Chris que afortunadamente logró conseguir una habitación por unos 500 dólares por mes.

"No quería hacer esto por el resto de mi vida, pero tampoco podía pagar la Universidad. Así que me puse a buscar algún lugar donde poder estudiar por internet y así conocí a Lambda School (una escuela de estudios terciarios en carreras de tecnología que no exige que se le pague hasta que el estudiante tenga un trabajo en el rubro y el estudiante pueda pagar con la plata salida de esa profesión)".

"No tenía Internet en mi apartamento ni en el trabajo, así que usé mi punto de acceso en mi teléfono para asistir a las clases mientras trabajaba". Mientras repartía su tiempo entre el trabajo y el estudio tuvo su primer hijo ("Otra razón para luchar y esforzarme"). "No fui el mejor padre, pero corregí mis errores y seguí adelante".

Chris pudo graduarse y consiguió trabajo como programador. Se mudó a Filadelfia para cumplir su sueño y desde entonces no para de crecer. "Me encanta lo que hago. Y dupliqué mis ganancias en un año. Seguí trabajando y aprendiendo y me cambié a otro trabajo en el que ahora tengo un mejor sueldo. Y no solo eso, estoy en una posición financiera más grande de lo que jamás creí posible", aseguró el joven.

"Mi objetivo con esto es mostrarle a la gente que, sin importar las circunstancias, se pueden superar los problemas. Soy un hombre negro de 24 años con tatuajes y hace solo 4 años no tenía hogar. Hasta ahora soy dueño de una casa de 350 mil dólares. Si yo pude hacerlo, definitivamente tú también puedes", concluyó.