Durante un año la ciudad brasileña de San Pablo fue el escenario de diversos crímenes hacia mujeres, y su protagonista fue José Paz Bezerra, quien fue condenado por haber asesinado a 7 féminas, pero la policía local cree que esa cifra asciende a 24 víctimas.

El llamado "Monstruo del Morumbí" nació a finales de 1945 en la localidad de Alagoa Nova y su infancia fue muy complicada, ya que su padre (José Borges Filho) sufrió de lepra y Bezerra tuvo que cuidarlo hasta el momento de su muerte, en tanto, su madre (María Paz) ejerció la prostitución para sostener la economía hogareña.

Tras quedar viuda, María y su familia fueron a una favela carioca donde conoció a otro hombre, que solía golpear al pequeño José, con lo cual el vínculo se cortó con el paso del tiempo. Con 10 años de edad, José decidió dejar su casa para vivir en la calle, en la cual vendía caramelos en una estación ferroviaria de Río de Janeiro.

Ya de adolescente y con la calle como aliada, comenzó a delinquir y varias veces terminó en correccionales, aunque era liberado rápidamente. Al cumplir la mayoría de edad, Bezerra se alistó en el ejército, pero poco duró ya cometió un hurto que lo dejó afuera de la milicia brasileña.

José Bezerra: instalado en San Pablo

A comienzos de 1970, Bezerra se instaló en la ciudad de San Pablo y con esto tuvieron lugar los crímenes de varias mujeres. En septiembre de ese año, la policía encontró el cadáver de dos mujeres en lugares diferentes, la primera estaba semidesnuda, amordazada con su corpiño y sus piernas y brazos atados con sus medias de nylon y su cara estaba llena de moretones. En tanto, a los pocos días, se encontró el cuerpo en un estado casi similar.

Lo cierto, es que los investigadores de San Pablo identificaron a las fallecidas como Nilza Cardoso (23) y Vanda da Silva (27).

Una de sus tantas víctimas (Archivo).

Semanas más tarde, otros cuerpos se encontraron en esta ciudad y con el mismo modus operandi: mujeres desnudas, atadas, estranguladas, violadas y arrojadas en baldíos, con lo cual la policía sostuvo que se trataba del mismo asesino y por ende, la prensa no perdió el tiempo y le colocó el primero de sus apodos: "El estrangulador de San Pablo".

En un mismo mes hallaron los restos de Cleonice Guimaraes (23), Ana Rosa Dos Santos (47) y Wilma Negri (35), quienes fueron encontradas en un terreno baldío de la zona de San Bernardo del Campo y con las mismas características de fallecimiento.

Una cómplice complicó su situación (Archivo).

Todo parecía complicado para la policía brasileña, ya que en una ciudad tan grande, los asesinatos eran comunes, por lo que no tenían pistas concretas sobre las muertes de estas mujeres hasta que se produjo un robo que aportó pruebas.

En una mansión de la zona de Itaim Bibi, un empleado de la misma se alzó con alhajas y se fugó, pero su presunta cómplice, que también trabajaba en la gran casona, fue interrogada por la policía y en sus dichos, sostuvo que Bezerra era el famoso "Monstruo del Morumbí", y que él mismo se lo habría confiado cuando la conoció.

Allanamiento y escape

Tras esto, los investigadores allanaron la casa del asesino, en la cual hallaron recortes de diarios sobre los asesinatos, así como artículos de las víctimas que fueron reconocidos luego por familiares. De hecho, la compañera de Bezerra agregó que en 1969, cuando conoció al sujeto, este le confesó haber matado en ese momento a dos mujeres: Alzira Montenegro (40) y Cenira Amorim (44).

Tras escapar de Río de Janeiro con las joyas robadas, Bezerra huyó a finales de 1970 a la ciudad norteña de Belem, en la cual asesinó a dos mujeres y cuyos cuerpos fueron encontrados en terrenos baldíos: María Marvao (44) y la segunda nunca pudo ser reconocida.

La policía realizó un identikit del sujeto (Archivo).

En septiembre de 1971, José Paz Bezerra cometió su último crimen al matar a Anibalina Martins en un terreno baldío de la zona de Benevides. La cacería del asesino estaba activada y finalmente, la policía pudo detenerlo en noviembre de ese año y aunque fingió llamarse Gilberto Oliveira, los investigadores corroboraron información con la justicia carioca y lo identificaron y detuvieron.

Detenido en la prisión de San José, en la ciudad de Belem intentó suicidarse, pero no tuvo éxito, y llegó al banquillo de los acusados, en el cual sostuvo que mató a 24 mujeres en un lapso entre 1966 y 1971, aunque solo pudieron comprobarse siete de ellos y por los cuales recibió una condena de 100 años de prisión.

Los medios siguieron el caso en esa época (Archivo).

Las pericias psiquiátricas indicaron que tenía un profundo odio por las mujeres, que según el criminal se originaron cuando veía que su madre se prostituía con varios hombres bajo sus ojos. En 1979, Bezerra cumplió la condena de forma parcial y fue enviado a la prisión de San Pablo, donde cumplió su condena hasta noviembre de 2001, cuando fue liberado, ya que la ley brasileña no permite que un preso cumpla una condena más de 30 años.

A más de 50 años de cometidos los atroces crímenes, José Paz Bezerra se encuentra en libertad, con otra identidad y caminando por las calles de Brasil, lugar donde dejó un tendal de mujeres muertas.

POR G.A.