Con una extensión de 566 hectáreas y ocho campos, el Rose Hills Memorial Park and Mortuary es el cementerio más grande de América del Norte, pero esto no evitó que el Covid-19 lo lleve al límite. El número de muertes relacionadas con Covid-19 desafió su capacidad, al punto que las familias en duelo deben esperar un mes para los servicios funerarios. Además, el cementerio tuvo que ordenar unidades de refrigeración para guardar los cuerpos.

«Los hospitales han sido realmente afectados. Sus morgues se están llenando», dijo Patrick Monroe, presidente y director ejecutivo de Rose Hills, a CNN. «Nuestra meta era que cuando una familia llamara siempre poder decir ‘sí, podemos ir. Podemos ir a buscar a su ser querido'».

La refrigeración es la última adaptación que el cementerio Rose Hills, ubicado al este de Los Ángeles, tuvo que hacer para hacerle frente al covid-19.

Camiones de refrigeración en uso en Rose Hills Memorial Park and Mortuary, mientras el cementerio enfrenta una gran cantidad de solicitudes de servicios funerarios.

El Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles prohibió los funerales en espacios cerrados. Por lo que el cementerio instaló carpas para realizar visitas al aire libre y servicios funerarios en todo su parque conmemorativo. También ofrece servicios de transmisión en vivo.

Para las familias que quieren esperar hasta que se levanten las restricciones, Rose Hills sepulta temporalmente los cuerpos de sus seres queridos.

Luego de que las solicitudes de servicios aumentaran después del Día de Acción de Gracias, el cementerio enfrentó dificultades para mantenerse al día con la demanda. El tiempo de espera habitual es de una semana. Sin embargo, ahora las familias esperan hasta cinco semanas. «La gente ha sido muy comprensiva», dijo Monroe.

En muchos casos, las familias de las personas fallecidas no pudieron visitarlas durante sus últimos días debido a las restricciones de ingreso a los hospitales.

«Todavía quieren hacer cosas tradicionales», explicó Monroe. «Quieren tener un entierro»

Los 750 empleados de Rose Hills han resistido a pesar de la demanda, señaló Monroe.

«Las personas que ingresan en esta línea de trabajo tienen una disposición muy empática y compasiva», dijo. «Lo más difícil que escucho de los empleados es que quieren servir a las familias lo mejor que puedan, pero ha sido una demanda tan grande. Esto pasa factura».

Monroe dijo que Rose Hills ofrece a los empleados programas de asistencia adicionales. Allí está incluida una compensación especial, junto a salas de descanso con bocadillos para apoyar el bienestar de los empleados.

El costo a largo plazo, dijo, aún está por verse.

«Hasta ahora han demostrado mucha capacidad de recuperación», aseguró. «Pero, ya sabes, llevamos un año en ello».