El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Poli, cuestionó, durante la misa por la festividad de los Santos Inocentes, la “febril obsesión por instaurar el aborto en la Argentina, como si tuviera algo que ver con los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos”.

Un día antes de que el Senado trate el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, que ya obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados, monseñor Poli, arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, expresó que la festividad de los Santos Inocentes “coincide con las vísperas del día en que el Honorable Senado de la Nación debatirá el proyecto de ley que pretende legalizar la muerte de los niños y niñas inocentes”.


“La gran prueba de la pandemia que padece toda la familia humana y que en la Argentina tiene todavía consecuencias muy dolorosas, nos hace pensar en la dignidad de cada vida, nos recuerda cuánto vale un ser humano. El Papa Francisco quiso insistirnos en este punto en su última encíclica, reafirmó el arzobispo porteño.

“Para quienes esperan empezar un año mejor, esta agenda legislativa no les trae esperanzas. Hay tantas cuestiones sanitarias y sociales a resolver, que requieren toda nuestra atención: desde los problemas que enfrentan los servicios hospitalarios hasta la cantidad de personas muy enfermas que este año no han recibido adecuada atención médica, pasando por las mujeres que sufren violencia o no tienen un trabajo digno, afirmó el principal referente de la Iglesia Católica en la Argentina.

“Pero lo que se les ofrece en este momento duro e incierto es el aborto, y eso es un golpe a la esperanza. Estamos convencidos que una mujer vulnerable que está esperando, no necesita un aborto, sino que la ayudemos, que encuentre brazos y manos abiertos y solidarios”, continuó.


“Nuestra sabia Constitución Nacional, orgullo de los argentinos, deja bien señalado que al Congreso, lejos de ocuparse en legalizar el derecho a matar o interrumpir la gestación de un ser humano –que para el caso es igual de cruel y abominable-, le corresponde dictar un régimen de seguridad social especial e integral en protección del niño en situación de desamparo, desde el embarazo hasta la finalización del período de enseñanza elemental, y de la madre durante el embarazo y el tiempo de lactancia”, afirmó Poli.

“Por eso -argumentó- transitamos estas jornadas con fe y confiados en el bien que habita en el pueblo, en esa tierra fértil que son los corazones de los argentinos, capaces de elegir la vida y la fraternidad más allá de todo.

“Que los Santos Mártires Inocentes cuiden a todas las almas inocentes que están en el santuario materno y esperan participar de la fiesta de la vida. Virgen de Luján, bajo tu mirada de Madre ponemos esta causa”, concluyó.


El sábado último, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) había expresado ya su "dolor" ante el inminente tratamiento en el Senado del proyecto de legalización del aborto, en el marco de una misa celebrada por la comisión ejecutiva del organismo en el santuario de Luján, en la que además se advirtió sobre las "gravísimas inequidades e ineficiencias estructurales" que dejó al descubierto la pandemia de coronavirus.

"En medio de este contexto excepcional no podemos ocultar nuestro dolor ante la inminente sesión para tratar el proyecto de ley del aborto", había expresado allí el presidente del Episcopado, el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, durante la homilía de la celebración.

Días antes, el lunes pasado, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) también había cuestionado, en un mensaje navideño, la "febril obsesión por instaurar el aborto en la Argentina", mientras hay "miles de cuestiones sanitarias y sociales a resolver" y sostuvo que el país necesita "una ardua reconstrucción: de las fuentes de trabajo, de la educación, de las instituciones y de los lazos fraternos".

Así lo había expresado en un mensaje de dos carillas titulado "¿Por qué no renovar la esperanza?", con la firma del monseñor Oscar Ojea, quien encabeza la comisión permanente de la CEA.