El deporte en todo su sentido ya sea amateur, profesional, nacional o mundial siempre "vende" a la gente un sinònimo de hermandad, fraternidad y espíritu de competición sano, sin embargo, como decía el gran Diego Armando Maradona, a las autoridades australianas se les "escapó la tortuga" con uno de sus atletas, y cuando quisieron redimirse de su error ya fue tarde.

La historia tiene como protagonista al atleta de velocidad australiano George Peter Norman, quien en su apacible ciudad de Coburgo, creció siendo ayudante de un carnicero, maestro y entrenador de fútbol de West Brunswick. Sin embargo, su verdadera pasión llegó de la mano de la pista del atletismo, en la cual supo dejar marcas históricas para su país (hoy conserva actualmente un tiempo de 20,06 segundos en los 200 metros, récord nacional) y participar en los eventos más importantes que enfrenta un deportista de alto nivel.

George Peter Norman, un prodigio para aquella época (Archivo).

La cita para Norman eran los Juegos Olímpicos de México 1968 (del 12 al 27 de octubre), y ahí tuvo en su mente y cuerpo todo el potencial necesario para ser campeón olímpico, porque era su gran chance de enfrentarse a los mejores del mundo y demostrar que estaba en la élite del atletismo global.

Discriminación en el mundo

Sin embargo para aquella época, la discriminación racial reinaba con mucha fuerza en el mundo, de hecho, Sudáfrica no pudo participar en los Juegos por ser excluida por su política racista, y otros países estuvieron en dudad de participar debido a sus "problemas internos". Entre esa marea racista afloró un símbolo de liberación para aquellos integrantes de la raza negra, se trata del "Saludo del poder Negro", que era una señal de protesta por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos, y que en la década del 60 mostró una clara advertencia de resistencia por parte de los sectores más castigados de aquella nación, que también se expandió a otras partes el mundo.

Además, para aquel entonces en el deporte había crecido con fuerza el Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos (OPHR), en el cual varios atletas de todos los continentes se unieron a la causa para derrocar al racismo y compartir un deporte sin fronteras, aunque no todos compartieron el mismo ideal, y uno de los ejemplos más importantes lo dió Paul Hoffman, miembro blanco de la selección de remo de los Estados Unidos e ícono de aquellos atletas que lucharon por la igualdad racial.

Carrera histórica

Volviendo a la competencia, aquella mañana del 16 de octubre de 1968 se llevó a cabo la final de los 200 metros, en la cual se impuso el atleta estadounidense Tommie Smith con 19,83 segundos, segundo ingresó el australiano Norman con 20,06 y tercero, el estadounidense John Carlos con 20,10 segundos. Hasta aquí todo se desarrolló con normalidad pero todo cambió cuando llegó el momento de la entrega de medallas. Cuando se escuchó el Himno Nacional de Estados Unidos, tanto Smith como Carlos (de raza negra) se pusieron un guante negro en una mano, agacharon su cabeza e hicieron el saludo del poder Negro, apoyado por el atleta australiano, quien lució un broche del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos (fundado por el sociólogo Harry Edwards) en señal de apoyo a sus compañeros negros.

Norman y su medalla al segundo puesto (Archivo).

Cabe destacar, que en los mismo juegos se habían producido acciones de la misma índole, como los atletas Lee Evans, Larry James y Ronald Freeman, quienes compartieron el mismo sitio del podio de los 400 metros, levantando el puño y luciendo una boina negra, y otros tantos recibieron sus medallas descalzos.

Tras la ocurrido, gran parte del estadio silbó e increpó a los tres atletas mientras que otros apoyaron la medida. Smith les dijo a los medios de prensa màs tarde: "Si gano, soy americano, no afroamericano. Pero si hago algo malo, entonces se dice que soy un negro. Somos negros y estamos orgullosos de serlo. La América negra entenderá lo que hicimos esta noche".

En Estados Unidos se erigió una estatua por lo ocurrido aquella noche (Archivo).

Además, agregaron que "digan al mundo blanco que ya estamos cansado de ser vistos y tratados como animales. Estamos cansados de ser caballos de exhibición. Como hemos ganado, dirán que han triunfado unos nortemamericanos, si hubiésemos hecho algo malo, dirían que lo hizo un negro".

Ahora bien, Norman también se encargó de "tirar nafta en el fuego", ya que en su charla con los periodistas sostuvo que "me opongo a la política discriminatoria de Australia que implicaba exclusiones, como que los aborígenes australianos no fueran incluidos en el censo nacional". Además, resaltó las desventajas de ciertos grupos étnicos frente a la mayoría de los compatriotas blancos.

Condenado por gran parte de la sociedad

La frase de Norman encendió la mecha en su país, y fue el inicio del final para la carrera del talentoso atleta australiano, ya que las autoridades de su país lo reprendieron y los medios de comunicación lo condenaron por lo hecho. 

Años más tarde, Norman tuvo tiempos notables para clasificar para los Juegos Olìmpicos de Munich 1972, en las pruebas de 100 y 200 metros, y a pesar de ser el quinto en el ránking mundial, el Comité Olímpico de Australia decidió no enviarlo a la pista debido al comportamiento que había tenido en México 1968.

Años más tarde, el gobierno local reconoció su "error" (Archivo).

En la década de 1970, Norman jugó al fútbol para el West Brunswick y fue entrenador de juveniles, mientras de manera amateur seguía corriendo. En 1985 contrajo gangrena tras el desgarro del tendón de Aquiles, lo que derivó en la amputación de su pierna que lo llevó a una profunda depresión y la caída en el excesivo consumo de alcohol.

Para cuando llegaron los Juegos Olìmicos de Sydney 2000, Norman guardaba en su corazón la esperanza de ser invitado por las autoridades organizadoras para compartir el momento o recibir un reconocimiento. Sin embargo, la invitación de su país nunca llegó aunque sí lo hizo Estados Unidos, quien en cierta forma reconoció con el tiempo lo que hizo Norman por sus dos atletas estadounidenses en la final de los 200 metros de 1968.

Olvido y muerte

De hecho, en octubre de 2003, la Universidad de San José descubrió una estatua en la cual se conmemoró la polémica protesta, ocurrida un cuarto de siglo antes en México, allí Norman pudo pronunciar un emotivo discurso.

En el ostracismo y olvido de sus compatriotas, Norman murió el 3 de octubre de 2006 de un ataque al corazón en la ciudad de Melbourne a los 64 años, y se produjo un episodio que cargó de emoción la ceremonia de despedida del gran atleta: es que Smith y Carlos asistieron al funeral y fueron portadores del féretro de Norman, sellando casi un pacto de fuego y amistad en lucha contra el racismo en el mundo.

El cajón de Norman fue cargado por sus compañeros de pista (Archivo).

A mediados de 2008, el Festival de cine de Sidney presentó un documental sobre la polémica protesta en México titulado "Salute", que fuera dirigida y producida por Matt Norman, actor, cineasta y sobrino de Peter.

De forma tardía en 2012, el parlamento australiano aprobó una declaración de disculpas con Peter Norman y lo "rehabilitó" ante la sociedad, reconociendo su coraje al lucir el símbolo de Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos y calificó de "error" que no fuera seleccionado para los Juegos Olìmpicos de Munich 1972, aunque más allá de todo para la familia y su entorno, Norman quedó en al historia del deporte por enfrentar al poder oscuro del racismo.

POR G.A.