El aumento del desempleo y de la indigencia es un problema que se repite en todo el mundo en mayor o menor medida, pero que sin lugar a dudas se profundizó como pocas veces antes desde el inicio de la pandemia del coronavirus.

En algunos restaurantes, la discriminación y el trato reacio hacia las personas sin techo y sin comida también fue más notoria que en tiempos pasados. Algunos dueños de restaurantes famosos y cadenas tomaron medidas determinantes para evitar que los vagabundos entren a sus establecimientos a pedir comida o mendigar dinero a los clientes mientras disfrutan su plato.

Cabe recordar que de acuerdo con un informe de la Funciación Abbé Pierre de mayo del 2021, más de 22.000 personas vivían en “espacios de vida informales” en Francia, incluidos cerca de 6.000 menores identificados durante ese año. Sin embargo, pocos días atrás tuvo lugar una historia inusual que fue celebrada por varios europeos y que cosechó un poco de esperanza.

Según indicó el sitio web Oh my mag, un episodio sorprendente ocurrió en un restaurante este mes, y los protagonistas son nada más ni nada menos que una moza y un vagabundo. La joven, llamada Marina, vio entrar al indigente al local gastronómico donde atiende, y pese a su apariencia y que pareciera no poseer dinero para pagar los costosos platos del menú, decidió prestar su servicio como con cualquier cliente.

Una moza atendió a un vagabundo y se ganó las felicitaciones de su jefe por su solidaridad.

El hombre no era una persona habitual en la zona ni en el restaurante, y sin embargo, la moza le ofreció una bebida caliente y un plato para llenar su estómago. No obstante, la actitud de la joven no fue bien recibida por su gerente, quien después de descubrir lo que sucedía a sus espaldas, la amenazó con tener que pagar la cuenta del indigente si lo decepcionaba una vez más.

A pesar de la advertencia, Marina pensó que valía más que le descontaran ese plato de su salario que dejar sin comer a un hombre hambriento y sin recursos. Fue entonces cuando, de pronto, uno de los clientes del restaurante que estaba de testigo en la escena entre el gerente y la camarera, se levantó para pagar la comida del vagabundo.

La historia no termina ahí: la moza se habría enterado pocos días después que esta situación había sido orquestada por su jefe, el dueño del restaurante, para conocer la dinámica social y solidaria de los empleados del establecimiento. Por lo tanto, esta suerte de prueba fue un amargo fracaso para el gerente del restaurante, quien fue despedido después de este desafortunado episodio, y un gran motivo de celebración para Marina, quien fue recompensada por su actitud solidaria y su buen corazón.