Es sabido que la masa antártica es un lugar prácticamente recóndito, de hecho, la plataforma continental más austral de toda la Tierra es casi dos veces más grande que Oceanía, el 98% está cubierta de hielo y está rodeada por el Océano Austral.

Este océano tiene una profundidad media de 3270 metros, y llega en algunos puntos hasta más de 7000 metros. Sus plataformas de hielo cubren más de 1,5 millones de kilómetros cuadrados de la plataforma continental antártica, pero solo se ha estudiado un área total similar en tamaño a una cancha de tenis, de acuerdo a la revista Current Biology.

En esta ocasión, un equipo de geólogos realizó un estudio exploratorio perforando 900 metros de hielo en la plataforma Filchner-Ronne, situada en el sureste del mar de Weddell, a una distancia de 260 kilómetros del mar abierto, en completa oscuridad y con temperaturas de -2,2°C. En estas condiciones cuasi inhabitables, parecía impensado encontrar seres vivos.

El lugar del hallazgo de las criaturas.

Estudios anteriores habían encontrado en esas condiciones algunos pequeños depredadores y carroñeros móviles, como peces, gusanos, medusas o krill. A la hora de perforar, los científicos dieron con una roca en vez de barro en el fondo del océano, y la sorpresa aumentó aún más cuando se encontraron con extrañas criaturas aferradas a la misma.

La ciencia busca unja explicación para el hallazgo (Twitter).

El biogeógrafo y autor principal del estudio, Huw Griffiths, de British Antarctic Survey, se planteó todo tipo de preguntas a través de un comunicado. “Nuestro descubrimiento plantea muchas más preguntas de las que responde, por ejemplo, ¿Cómo llegaron allí? ¿Qué están comiendo? ¿Cuánto tiempo han estado allí? ¿Cuán comunes son estos cantos rodados cubiertos en la vida? ¿Son estas las mismas especies que vemos afuera en la plataforma de hielo o son especies nuevas? ¿Y qué pasaría con estas comunidades si la plataforma de hielo colapsara?”, reflexionó Griffiths.

Asimismo, este es el primer registro de una comunidad de sustrato duro (una roca) en las profundidades de una plataforma de hielo. “Para responder a nuestras preguntas, tendremos que encontrar una manera de acercarnos a estos animales y su entorno, y eso es debajo de 900 metros de hielo, a 260 kilómetros de los barcos donde están nuestros laboratorios. Como científicos polares, tendremos que encontrar formas nuevas e innovadoras de estudiarlos y responder a todas las nuevas preguntas que tenemos”, añadió el biogeógrafo.