Una mujer de Santiago del Estero terminó la secundaria a los 84 años en Neuquén, luego de pasar toda una vida como auxiliar de una escuela. La protagonista de esta inspiradora historia se llama Nilda Michia, quien vive en el pueblo de Graciano. 

Como en las épocas en las que se crió Nilda el trabajo era parte de la rutina de muchos chicos que debían ayudar a sus padres en las tareas diarias, la mujer no abandonó la escuela sin finalizar el secundario.

Nilda recibió su diploma como bachiller en un acto que se realizó en el CPEM 2 de Neuquén. La foto de ella con una sonrisa de oreja a oreja, sosteniendo su título fue el gran regalo que esta mujer pudo darse a los 84 años.

Nilda Michia con sus familiares.

Según contó Nilda, su deber en ese entonces era ayudar a su familia con los trabajos del campo. Sumado a la prematura muerte de su padre cuando todavía era una niña, hizo que esta mujer de 70 no pudiera continuar sus estudios.

Tras anotarse en una escuela nocturna en 2019, Nilda no dudó en cursar el Bachillerato con orientación en Servicios Turísticos. “Tenía muchas ganas de seguir aprendiendo”, aseguró la mujer santiagueña.

Ella se inscribió al poco tiempo de haberse jubilado como auxiliar de servicio en el Colegio San Martín de Santiago. Había decidido retirarse pasados con creces los 60 años, ya que el trabajo como auxiliar del colegio le permitió mantenerse distraída, tras la muerte de su esposo en 2010, luego de 57 años juntos.

Cuando comenzó los estudios en 2019, pese a la diferencia de edad de muchos de los alumnos que asistían a la escuela nocturna, Nilda aseguró que con sus compañeros se llevaba “muy bien y no se sentía la diferencia de edad”.

Lo que sí le fue difícil fue adaptarse al sistema de estudio, que había cambiado mucho tras 70 años desde que había abandonado la escuela. En tanto a sus gustos académicos, la santiagueña radicada en Neuquén contó que siempre le gustó "mucho la geografía y la historia” pero que las matemáticas “fueron siempre más difíciles”.

Gracias al tiempo de estudio diario que le dedicaba Nilda durante la pandemia, ella reconoció que la escuela por zoom la ayudó mucho a canalizar la angustia y la depresión del encierro. “Para mí fue muy fuerte porque no podía ver ni a mis hijos, pero el estudio me ayudó”, admitió Nilda.

Cuando Nilda iba al colegio para adultos en Neuquén, a las maestras les causaba mucha ternura las costumbres que tenía la mujer para presentar sus trabajos prácticos. Dichos trabajos estaban llenos de carátulas ilustrativa con dibujos, la primera letra de la oración era más grande y de otro color y los mapas siempre estaban decorados con alguna florcita o cualquier otro dulce detalle. “Algo había quedado en mí después de tantos años”, contó sobre esas pequeñas costumbres escolares.