Germán Vega, un hombre de 48 años, nació en La Plata, pero su lugar estaba en Bariloche. Descubrió su pasión por el snowboard, la nieve, las montañas, es por eso que decidió ir a vivir al sur del país. Además, era dueño de un local de ropa en el que trabajaba hasta las 13, luego retomaba a las 16:30. En sus ratos libres gozaba de ir a la nieve. También, una vez por semana colaboraba con Cre-Arte, una institución para personas con discapacidad, donde entrenaba a jóvenes para correr maratones.

El 3 de agosto de 2005, Germán fue al Cerro Catedral con sus amigos, a pesar de que el pronóstico mostraba nevadas intensas. Como muchas veces, la gente piensa "que podría pasar, no?". Lamentablemente, el hombre sufrió un accidente mientras practicaba snowboard y cambió su vida para siempre.

Al pasar por una bajada en la montaña, Germán tuvo que hacer una voltereta inesperada para evitar una ráfaga de seguridad que lo dejo de espaldas y boca arriba mientras llovía intensamente.

Inmediatamente, se escuchó el sonido de que algo en su cuerpo se quebró, “yo sentí que algo se rompió, una electricidad, como que algo hizo cortocircuito y después murió”, afirmó Vega.

Germán era consciente que algo grave sucedía. "Me rompí la columna. No siento de la cintura para abajo. Al trabajar con chicos con discapacidad, alguna idea tenía de que algo me había pasado", afirmó el accidentado. Luego, aseguró que lo primero que pensó fue que lo saquen de esa situación porque él no iba a poder seguir con su vida. "Quítenme la vida, porque yo no voy a poder vivir sin caminar". 

Y así fue, como lo dijo Germán. Los médicos confirmaron una lesión medular luego de realizarle una tomografía: “Germán, no volvés a caminar”. Desde ese día, todos se preguntaban cómo podría seguir su vida una persona que tendría que dejar su pasión a un lado.  

"Las vértebras me hicieron como un guillotina, como un crack. Cortaron la médula espinal y a partir de ese momento no pude ni mover ni sentir del ombligo para abajo”.

El que quiere, ¡puede!

En medio de su recuperación en La Plata, Germán notó el apoyo incondicional que le daba su familia y sus amigos, lo que le hizo un click en su cabeza. Quizás no todo estaba perdido aún para el apasionado del snowboard. Él quería cumplir con un asunto pendiente en Río Negro: aprender a hacer esquí. Por sus familiares y amigos, pero también por el mismo, decidió rehabilitarse en su ciudad natal para luego, volver a su vida en San Carlos de Bariloche

Luego de su rehabilitación decidió tomar clases de esquí con una estadounidense
Luego de su rehabilitación, decidió tomar clases de esquí con una estadounidense.

Germán estaba luchando por sus sueños. Así, poco a poco, fue modificando su vida a su nueva realidad. Empezó adaptando su auto y luego regresó al trabajo. En 2006, conoció a una chica con la que tuvo una relación. Además, tomó clases para esquiar con una fundación social de Bariloche, pero fue suficiente. Por esa razón, un amigo de Comodoro Rivadavia lo contactó con Kirsten Atkins, una mujer estadounidense. 

En tan solo tres días practicaron en San Martín de los Andes y el muchacho estaba contento con las clases. “Aprendí con el método de riendas, me fue soltando, soltando. Cuando me soltó y empecé a esquiar solo al lado de ella… No sabes qué emoción. Lloraba como un niño. Lloraba porque pensaba `¡se puede esquiar sentado!´"

De aprendiz a instructor de esquí

Luego de muchas horas de trabajo y entrenamiento, Santiago Pinedo, profesor de esquí adaptado, fue quien le propuso, junto a Martín Bacer, presidente de la AADIDESS (Asociación Argentina de Instructores de Esquí, Snowboard y Pisteros Socorristas), hacer el curso para convertirse en instructor. 

"Tenés que ser instructor para el público en general. Estás en condiciones", le dijo Pinedo.

“Quiero hacer lo mismo que hace uno parado, con examen de ingreso. Si entro, entro. Si no entro, no entro. Nada de adelantarme”. Fue lo que dijo Germán en relación con la propuesta. Felizmente, ingresó al curso con una de las notas más altas. Fueron 20 días de entrenamiento desde las 9 h hasta las 17 h, pruebas técnicas y, también, clases teóricas.   

'Es una cuestión de la cabeza: con la actitud y el esfuerzo todo se logra'
"Es una cuestión de la cabeza: con la actitud y el esfuerzo todo se logra."

Después de tanto sacrificio y esfuerzo, más la perseverancia de nunca bajar los brazos, en 2018 fue cuando se consagró como el primer y único instructor de esquí en silla de ruedas a nivel mundial. Está habilitado para enseñarles a personas sin movilidad reducida.  

Pero no todo era color de rosas en ese momento. Sus futuros colegas, de manera indignante, no estaban de acuerdo con que una persona brinde clases estando sentado. Pero ante más exigencias para demostrar a sus compañeros, Germán pudo demostrar que sí se puede dar clases en una silla de ruedas. "Pudimos demostrar que se puede dar clases y ser instructor"También aseguro de su felicidad por poder abrirle las puertas a otros. "Dar clases me gratifica enormemente", contó Germán.

"Mi historia me dejó un aprendizaje claro: Todo se puede hacer y nada es imposible. Me enseñó que las trabas son una construcción mental y que la cabeza lo maneja todo", concluyó.