Al terminar una larga jornada, muchas personas buscan su pijama y ajusta su despertador para alcanzar a dormir la máxima cantidad de horas posibles. Sin embargo, una vez que llegan a su cama, se acuestan boca arriba, luego con el cuerpo hacia el colchón, y después se posicionan de lado. Giran a la izquierda, más tarde hacia la derecha. Dan vuelta su almohada. Así una y otra vez. Y cuando miran el reloj, ya perdieron un tiempo considerable de sueño en probar qué posición era la más adecuada.

Aquello es común y en ocasiones puede ser frustrante. Más aún si alguien necesita reponerse para comenzar una semana agitada. Frente a este escenario, científicos han realizado distintas investigaciones para descubrir cuál es la mejor posición para dormir.

Y si bien la cantidad de estudios a gran escala sigue siendo escasa en relación a otras áreas, los que hay han presentado conclusiones podrían ayudarte a evitar situaciones como la descrita en el primer párrafo.

Qué dice la ciencia sobre cuál es la mejor posición para dormir

Para presentar hallazgos en este ámbito, los especialistas han debido recurrir a técnicas cómo grabar a los voluntarios de sus trabajos mientras duermen. Esto con el objetivo de identificar sus posturas, generalmente a través de cámaras con infrarrojo o sensores de movimiento.

Un estudio realizado en Dinamarca utilizó este último método sobre las espaldas y brazos de los participantes, para así establecer sus posiciones favoritas. Al revisar los resultados, vieron que poco más de la mitad del tiempo dormían de lado, el 38% boca arriba y el 7% boca abajo.

Según informaciones rescatadas por la BBC, los niños de más de tres años tienden a dormir la misma cantidad de tiempo en las distintas posiciones, mientras que los bebés suelen dormir sobre la espalda, debido a que así se les pone en sus cunas por motivos de seguridad.

Una investigación disponible en la National Library of Medicine, de Estados Unidos, trabajó con un grupo de pequeña escala y descubrió que quienes descansaban hacia el lado derecho dormían levemente mejor que quienes lo hacían hacia el izquierdo. Luego, vinieron quienes dormían boca arriba.

De la misma manera, identificaron que una mayor frecuencia de giros durante el sueño empeora la calidad de este.

¿Cómo se aplica a cada persona?

Pese a que se han encontrado distintos beneficios de dormir de lado, eso no significa que funcione de igual manera para todos los casos.

A la ecuación se le deben añadir las complicaciones que enfrenta cada persona y cómo son las posiciones exactas que utilizan al momento de descansar.

En referencia a esto último, una investigación de científicos australianos analizó con cámaras los casos de voluntarios por un periodo de 12 horas. Al revisar los resultados, vieron que quienes despertaban con dolores en el cuello pasaban más tiempo en “posiciones provocadoras para dormir de lado”.

Eso se traduce en, por ejemplo, adoptar posturas en las que la columna queda torcida o un muslo se posiciona encima del otro.

Respecto a la otra vereda, quienes durmieron en posiciones más rectas y con apoyo aseguraron tener menos dolor de cuello.

Sin embargo, los autores no lograron identificar si tales posturas “provocadoras” eran las que causan las molestias o si los participantes adoptaban esas posiciones porque así se les reducía el dolor.

Aun así, otro estudio realizado con adultos mayores que hacían un programa de entrenamiento en Portugal presentó conclusiones llamativas. Los autores les pidieron a los que tenían dolor de espalda que durmiesen de lado y a quienes los enfrentaban en el cuello que lo hicieran en la dirección contraria.

A un mes de dicha petición, el 90% de los voluntarios manifestó que habían disminuido los respectivos dolores.