Vivoratá es una pequeña localidad "escondida" entre las aguas de dos arroyos y dentro del partido bonaerense de Mar Chiquita. Este lugar se destaca por sus bellos paisajes, actividades rurales y la diversa oferta de gastronomía tradicional, pero también sorprende a los visitantes con su increíble y pintoresca capilla que tiene la peculiaridad de estar abandona como consecuencia de la actividad paranormal.  Si estás buscando un sitio completamente único, este es tu plan ideal. 

A pesar de ser un pueblo "poco conocido" es una excelente escapada para realizar el próximo fin de semana largo, ya que queda a 378 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires (4 horas en vehículo) y poca distancia de los principales centros turísticos de la Costa Atlántica como Mar del Plata. El viaje hasta allí es muy fácil y directo, debido a que hay que salir de Capital Federal por la Autopista Ricardo Balbín y empalmar con la Ruta Provincial 2. Conducir por dicho camino hasta el kilómetro 366,5 donde se encuentra la entrada del paraje. 

Un repaso por la historia de la localidad 

Como muchos lugares de nuestro país, Vivoratá, nació de la expansión del servicio de transporte público. En este caso particular, su fundación data del 12 de septiembre de 1886, día en el que llego el primer tren del ramal Maipú- Mar del Plata, que recorría el Ferrocarril General Roca. Rápidamente, la zona comenzó a crecer en número de habitantes y en cuando a la actividad económica, se empezó a desarrollar la ganadería y agricultura. 

Su peculiar nombre derivo del arroyo que nace en la Sierra del Wudcaun, baña las tierras de la pintoresca localidad y desemboca en el Mar argentino. Según se sabe, la palabra proviene de la lengua típica de los pueblos originarios de la zona y significa lleno de osamentas, es decir, se refiere a un conjunto de huesos que sostienen y da consistencia a un cuerpo. Actualmente, se estima que el pueblo tiene alrededor de mil vecinos que se dedican a las actividades industriales en el área. 

La estación de Vivoratá sigue funcionando y es la última parada antes de llegar a Mar del Plata en tren. 

Un pueblo con misterio  

A la vera de la Ruta Provincial 2 y a pocos metros del casco urbano de Vivoratá, se encuentra una vieja iglesia rodeada de un monte tupido y añosos árboles. Si bien de lejos parece una estructura bella, detrás de su tranquera existe una larga historia de amor y muerte. Eustaquio Aristizábal, un próspero comerciante de Navarra, España, llegó a Argentina en 1895 y decidió comprar un gran campo para instalar su estancia de fin de semana. Para darle la buena noticia a su familia, decidió bautizar la propiedad como "La Micaela" en honor a su esposa. El edificio y sus alrededores eran tan ostentosos que la construcción tardo muchos años y para el momento de su estreno, el dueño falleció. 

La mujer del difunto se entristeció mucho por lo ocurrido, por eso mandó a sus albañiles a construir una enorme iglesia en nombre de su marido. Además, se levantó un anexo parroquial, una escuela y un pequeño cementerio con los nichos de los familiares ya fallecidos. Después de algunos años, la señora de Aristizábal falleció y fue enterrada junto con el hombre en el lugar. Antes de partir, la dueña había dejado la orden a sus seres queridos de que cuiden cada uno de los puntos de la casa, pero esto no fue cumplido

Poco a poco la iglesia fue perdiendo atención y tiempo después, una gran inundación del arroyo cercano a la hacienda se llevó gran parte de las edificaciones aledañas del campo. A consecuencia de las aguas, los cuerpos de Eustaquio y Micaela, que yacían en aquel lugar,  debieron ser rescatados y los trasladaron al cementerio de Coronel Vidal. Desde ese entonces, los vecinos y turistas que pasan por la Ruta dos, aseguran haber escuchado desde voces, ruidos extraños, luces dentro de la iglesia y hasta algunos confiesan que vieron las figuras de la pareja a la vera del camino

Los vecinos aseguran que hay actividad paranormal. 

 Una localidad rural para descubrir 

El principal atractivo de Vivoratá es la tranquilidad y la naturaleza que rodea a la zona urbana del pueblo. A lo largo de sus calles se pueden encontrar espacios verdes donde se puede disfrutar del aire libre y el silencio. Asimismo, en los alrededores del arroyo, se puede pasar un día de campo y se pueden realizar distintas actividades rurales como visitar las viejas pulperías. 

Este pueblo también es conocido por ser sede de la Fiesta Provincial del Costillar. Este evento se desarrolla durante 3 días de enero y el principal objetivo es reunirse festejar las tradiciones gastronómicas y musicales de nuestro país. Además, se pueden visitar las estancias y experimentar de cerca las labores campestres. 

Disfruta del campo y las tradiciones en Vivorotá.