Una vida arrasada por el fuego, aparentemente gestado por la avaricia y la imprudencia humanas, que causaron que los isleños de cada punto del delta del Paraná hayan perdido todo y no dispongan de recurso alguno para volver a empezar. No obstante, no se rinden y aseguran que permanecerán en su lugar de origen y resistirán a las llamas.

"No quedó nada, solo cenizas, porque nos quemaron todo", señaló Juan Carlos, oriundo y nativo de la isla Lechiguana, perteneciente a Entre Ríos. No es la primera vez que el hombre debe sostenerse ante una situación extrema, puesto que anteriormente padeció sequías e inundaciones, por las que debió evacuar su territorio.

Sin embargo, a diferencia de aquellos factores climáticos, el apicultor marcó una diferencia, al referirse a los incendios forestales que se suceden en cadena en el delta del Paraná: "Los fuegos aparecen de repente por obra y gracia del hombre. Esto es un genocidio".

Delta Paraná
El drama de vivir en medio de las llamas del Delta.

Por su parte, Dardo Rocha, quien reside en el islote Vuelta de Los Patos, en el partido de Zárate, detalló que los siniestros no son accidentales, sino provocados, mediante una mecánica llevada a cabo por "gente contratada que recorre la isla a caballo, y van tirando trapos húmedos con nafta y luego prenden el fuego, que rápidamente se expande".

Este indignante proceder está motorizado por un fin, según Rocha, vinculado con "la crianza de animales". "Se trata de ganado que llevan al islote en un barco, que realiza diez viajes diarios. En cada trayecto, transportan 40 vacas", dijo. En coincidencia, Luis Roberto Ardoino, nativo de Paraná de las Palmas, partido de Escobar, señaló: "Estas quemazones las vivimos toda la vida y son producto de gente que trae animales a nuestra zona, porque se creen los dueños. Por eso, desencadenan las llamas para resembrar el terreno".

Una misión imposible

La particularidad y la gravedad en las Palmas de Escobar consta en la existencia "de un barco gasífero, que si el fuego llegara ahí, no quedaría nada". El testimonio da cuenta de la magnitud del peligro al que están expuestas las comunidades del Paraná, dado que en cada quema forestal la salud está en juego. En este aspecto, Elba —mamá de un nene de 10 años—, debió abandonar la isla Las Pirañas, en Entre Ríos, y alojarse en la localidad cercana de San Pedro, ya que su hijo sufre una afección respiratoria. De modo elocuente, Rocha aseguró que "hace unas semanas era imposible respirar".

Los desastres forestales que comenzaron a propagarse en los últimos meses -en algunas islas durante todo el año- no solo causan un impacto ambiental, sino que atentan contra la subsistencia de los mismos habitantes. Al respecto, Jesús —originario de la isla Alto Verde—, provincia de Santa Fe, reveló que "el pescador vive de la caza, de lo que recolecta en la isla, por ejemplo, la paja para techos, y el fuego arrasó con todo, como con la madera que cortan del sauce y el aliso, que se utilizan para hacer los ranchos, y se quemó todo".

Fuego Delta
"No quedó nada, solo cenizas, porque nos quemaron todo", señaló Juan Carlos, oriundo y nativo de la isla Lechiguana.

Ante semejante desenlace, el isleño dejó en claro que "el panorama es crítico". Este diagnóstico se aplica a todo el Delta, puesto que una de las actividades principales de dicha región, la pesca, fue gravemente afectada por los siniestros.

En su caso, Elba, habitante de la isla Las Pirañas, detalló: "Perdí mis redes y mis herramientas y, encima, al no haber mucha visibilidad, no podemos salir a pescar".

La mujer responsabilizó a "los que tienen hacienda". "A uno de ellos le exigí que se hiciera cargo de los daños que me ocasionó y me sacó con métodos violentos", recordó. Por esta razón, Luis Ardoino consideró: "No tenemos nuestros derechos, porque nunca lucramos con la isla, solo la usamos como medio subsistencia".

"Los fuegos aparecen de repente por obra y gracia del hombre. Esto es un genocidio".

En la misma línea, Dardo Rocha enfatizó: "Estamos muy mal, a nadie le interesa y nosotros estamos haciendo patria en lugares en los que no vive cualquiera. Pero nos quieren sacar de acá, y para ello nos amenazan con matarnos a nuestras ovejas".

En este contexto tan penoso y delicado, el próximo 31 de este mes se celebrará un nuevo Día del Isleño. Por lo tanto, se llevará a cabo una asamblea en la que se determinarán ciertas exigencias, principalmente la modificación de la Ley de Humedales, que prohíbe los incendios intencionales y penaliza a sus responsables.

Por M.R.