De la mano de la pandemia, el trabajo irrumpió en los hogares y con él se desestructuraron todo tipo de hábitos y rutinas familiares. El estado de alarma constante y las nuevas exigencias laborales impactaron, en mayor o menor medida, en el bienestar emocional de los empleados. Una especialista en psicología explica de qué manera las empresas pueden abordar esta problemática.

La mayoría de la población laboralmente activa del país aún no fue inmunizada contra el coronavirus, y debe salir a trabajar o enfrentar jornadas eternas de teletrabajo en sus hogares. Todo, en medio de una segunda ola de Covid-19 con nuevas cepas que los tiene como blanco de preferencia, con el 76% de los nuevos contagios en la franja entre los 20 y los 59 años de edad.

En este contexto, las empresas deben hacer todo lo posible por generar una mecánica de trabajo que tenga en cuenta la realidad preocupante en que viven sus empleados y adoptar estrategias que ayuden a sostener la estructura laboral.

"Cada empresa se ocupa como puede. Primero deben asegurarse de que cada uno de sus empleados tenga todo lo necesario para poder conectarse a trabajar desde las casas. En ciertos casos proveyeron de buenas sillas ergonómicas, mejoraron la conectividad y/o brindaron computadoras a quienes no tenían, para que los empleados estén en buenas condiciones para trabajar", explica la licenciada en psicología Liliana Moroni (M.N. 5855).

"En cuanto a la salud mental, en la medida en que fue avanzando el tiempo, los empleadores trataron en muchos casos de formar grupos por sectores y desarrollar reuniones presenciales en los lugares en que estaban habituados a trabajar y lo cierto es que se vieron mejoras en la estabilidad psíquica debido a que esos encuentros esporádicos les permitió salir un poco de esa rutina que por momentos es agobiante, más aún para aquellos que tienen hijos chicos en la casa", afirma la especialista.

Consultada acerca de cuáles son las principales problemáticas o temores que esgrimen quienes trabajan en relación de dependencia en estos tiempos, la coordinadora del equipo de Psicopatología del Centro Médico Integral Fitz Roy observó que la situación "no es la misma para quienes trabajan en homeoffice, que tuvieron que adaptarse el año pasado a costas de un precio no menor que se evidenció en la gran cantidad de licencias por psicopatologías que se vieron en los pacientes desde febrero de este año, en su mayoría motivadas por la falta de vacaciones, el agotamiento, la continuidad laboral que conlleva el homeoffice, la sobrecarga de tareas y la presencia de los chicos todo el día en casa en malestar".

El 76% de los nuevos contagios se da en la franja entre los 20 y los 59 años de edad, el rango etario de la mayoría de los trabajadores.

La especialista señaló que "el teletrabajo llevó a que para cumplir con la demanda laboral, muchos empleados extiendan en sus casas la jornada muy por fuera del horario que cumplirían en sus trabajos de manera presencial".

En la espera por la vacuna

Si en este contexto alguna empresa cita a la presencialidad, "aparecen la angustia y el temor a salir por tratarse de la franja etaria que no está vacunada mayormente, que son los que sostienen las mayores cargas laborales", aseguró la experta.

Asimismo, entre los trabajadores esenciales que no están vacunados se incrementa el temor al contagio. “La esperanza de las vacunas generaba un alivio por la posibilidad de establecer un mix de presencialidad y virtualidad, tanto en los trabajos como los hijos en la escuela", amplió Moroni.

Ahora, ante un nuevo horizonte de incertidumbre, vuelven a aparecer los trastornos de ansiedad, estrés, insomnio y aumento del consumo de psicofármacos, entre otras cuestiones.

Moroni apuntó que “las empresas deben pensar que la salud de sus colaboradores no es sólo la física brindándoles posibilidad de testeos, hisopados y medidas de higiene, sino que incluye a la salud mental, lo que debiera impulsarlos a tener para con ellos pequeñas atenciones que resultarán enormes a la hora de ver el beneficio psicológico que obtendrán”.

Y sugirió: “Las compañías lograrían más colaboración, compromiso y menos sintomatología en sus empleados si, por ejemplo, todos los líderes tienen espacios de comunicación sostenida con sus colaboradores preguntándoles cómo están, qué necesitan para sentirse mejor, que sepan que la organización está interesada en su bienestar integral y que la empresa exprese que tiene claro que detrás de cada pantalla hay una persona”.