Hace unas semanas, la crítica literaria y ensayista Beatriz Sarlo había dichó que desde el Gobierno le habían propuesto la vacuna "debajo de la mesa", como si fuera parte del vacunatorio vip por el cual fueron inmunizados varias personas sin respetar los turnos ofrecidos oficialmente y que tuvo como consecuencia la renuncia forzada del exministro de Salud Ginés González García.

Este miércoles, citada a declaración por la Justicia, Sarlo reveló que había sido la esposa de Axel Kicillof, Soledad Quereilhac, quien le ofreció mediante un intermediario de la editorial Siglo XXI, que le había hecho la propuesta por emails. 

Sin embargo, la escritora se desdijo y aclaró que no había sido "debajo de la mesa" el ofrecimiento de vacunarse, sino en un plan que el Gobierno bonaerense quería lanzar con varios famosos que se presten para hacer una campaña de concientización pública sobre la aplicación de la vacuna contra el coronavirus.

Beatriz Sarlo en el juzgado.

Quereilhac debió, en ese sentido, publicar un comunicado en el que decidió aclarar los hechos que fueron, desde un principio, mal expresados por Sarlo y que también suscitó el descargo de Kicillof en defensa de su esposa.

"No tengo la potestad de ofrecer vacunas a nadie", comenzó el comunicado que la esposa del gobernador posteó en su cuenta de Facebook, en la que también remarcó que no es funcionaria del Gobierno y que aún no fue vacunada. "Espero mi turno como todo el mundo. Ni mi madre, ni mi suegra, ni ningún familiar ni amiga o amigo cercano recibió tampoco la vacuna", subrayó.

"Beatriz Sarlo no ha tenido otro recurso que cacarear mentiras en los medios", reprochó Quereilhac en contra de la referente intelectual y agregó: "me ensució a mí, atribuyéndome actos de corrupción y nepotismo que jamás en mi vida cometí".

A propósito de la declaración de Beatriz Sarlo en la justicia y su repercusión mediática quisiera señalar:1) No tengo...

Publicado por Soledad Quereilhac en  Miércoles, 10 de marzo de 2021

En lo que respecta a su relación con la ensayista, Quereilhac explicó que la última vez que tuvo un contacto personal con ella fue en 2004, cuando Sarlo renunció a su cargo de jefa de la cátedra de Literatura argentina del siglo XX de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Asimismo, la esposa del gobernador, que es docente de la misma cátedra en la que dictaba clases Sarlo, consideró de carente "de lógica, además de no tener sustento ni basarse en pruebas" la acusación que emitió la escritora en su contra, ya que se preguntó por qué iba a ofrecerle una vacuna a Sarlo si ni ella, ni sus allegados tampoco tuvieron ese privilegio.

La propuesta de crear una campaña de concientización pública

 

Soledad Quereilhac contó en la carta que publicó en  Facebook que su esposo, Axel Kicillof, se le ocurrió crear una compaña de concientización pública en la cual se convocaran a famosos y personalidades de la cultura argentina para promover la vacunación contra el Covid-19 en el país.  

"Eran semanas de intensos ataques a la vacuna Sputnik V: la asociaban, básicamente, con “veneno”. Para contrarrestar ese irresponsable discurso, que transmitía miedo a la población, Axel pensó en convocar 100 referentes de la cultura, el espectáculo, el deporte y otros ámbitos, todxs mayores de 60 años, para sumarse a la campaña. La propuesta fue clara y transparente: hacer de la vacunación un acontecimiento público, sacarse una foto, divulgar la confianza en la vacuna. El objetivo también estaba claro: transmitir a través de un acto ejemplar –y no sólo con palabras– que la vacuna era segura y necesaria", explicó.

Además, uno de los motivos por los cuales decidió mencionar el nombre de Sarlo para que se sume a la campaña pública de vacunación, fue el mismo hecho de que la escritora fuese una acérrima antiperonista. La lista de 100 referentes "debía estar integrada, además, por personas de variada orientación política", las cuales quisieran "'poner el hombro' a la vacuna y ayudar a atenuar tanta irracionalidad anticientífica", afirmó Quereilhac.

"Jamás se pensó en términos de 'privilegio'. Se pensaba en la función social que ese acto individual podía cumplir para el conjunto de la sociedad", aseveró.

En su descargo en contra de Sarlo, la docente apuntó que "cuesta creer que quien fuera Profesora Titular de Literatura argentina del siglo XX durante más de dos décadas, autora además de muchos libros claves para la sociología de la cultura y la crítica literaria, tenga problemas de lectura frente a un simple correo electrónico".

El comunicado completo publicado por Soledad Quereilhac en Facebook

 

A propósito de la declaración de Beatriz Sarlo en la justicia y su repercusión mediática quisiera señalar:

1) No tengo la potestad de ofrecer vacunas a nadie. No soy funcionaria del gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Yo no fui vacunada aún y estoy esperando mi turno como todo el mundo. Ni mi madre, ni mi suegra, ni ningún familiar ni amiga o amigo cercano recibió tampoco la vacuna. Todxs están esperando su turno, como corresponde. No fomentamos ni participamos de ningún privilegio ni de ningún trato “vip” (siglas de una tontería innegable, además).

2) No tengo trato personal con Beatriz Sarlo desde 2004, año en que ella renunció a su cargo docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. No tengo su correo electrónico ni su teléfono. El único contacto que tuve con Sarlo en estos casi veinte años es a través de sus libros, que integran los programas de los cursos que dicto en dos universidades nacionales y de los que sigo aprendiendo.

3) Si nadie de mi círculo se vacunó, si ni yo misma me vacuné, dado que –como señalé más arriba– jamás pasaría por arriba de los derechos de los demás, ¿por qué le ofrecería la vacuna a Beatriz Sarlo, persona con la que no tengo ningún trato ni vínculo? La acusación carece de lógica, además de no tener sustento ni basarse en pruebas.

4) Cómo fueron los hechos:

A fin de enero de este año, Axel comenzó a diseñar una campaña de promoción de la vacunación, de carácter totalmente PÚBLICO, que fue anunciada en muchas conferencias y entrevistas. La primera vez que se refirió a esa campaña fue en Villa Gesell, el 26 de enero. Eran semanas de intensos ataques a la vacuna Sputnik V: la asociaban, básicamente, con “veneno”. Para contrarrestar ese irresponsable discurso, que transmitía miedo a la población, Axel pensó en convocar 100 referentes de la cultura, el espectáculo, el deporte y otros ámbitos, todxs mayores de 60 años, para sumarse a la campaña. La propuesta fue clara y transparente: hacer de la vacunación un acontecimiento público, sacarse una foto, divulgar la confianza en la vacuna. El objetivo también estaba claro: transmitir a través de un acto ejemplar –y no sólo con palabras– que la vacuna era segura y necesaria.

En ese marco, ayudé a Axel a pensar posibles nombres para esa lista de 100 referentes, que debía estar integrada, además, por personas de variada orientación política. Como trabajo en el ámbito de la cultura y la academia, entre los muchos nombres posibles, pensé en el de Beatriz Sarlo, cuyo reconocimiento es indiscutible, al igual que su total ajenidad al peronismo. Ese fue todo mi aporte: pensar junto a mi pareja, la tarde del 22 de enero, personas que también quisieran “poner el hombro” a la vacuna y ayudar a atenuar tanta irracionalidad anticientífica. Jamás se pensó en términos de “privilegio”. Se pensaba en la función social que ese acto individual podía cumplir para el conjunto de la sociedad.

Esa misma tarde, le conté la idea a Carlos Díaz, director de la editorial Siglo XXI, en la que publicamos nuestros libros tanto Axel y yo, como Beatriz Sarlo. Carlos ofreció consultarle a Sarlo si le interesaba participar de esta campaña. Así lo hizo a través de un correo electrónico. Sarlo rechazó la propuesta al otro día y así nos lo comunicó Carlos Díaz. Todo ese intercambio se produjo por escrito y hoy los correos circulan públicamente. Finalmente, la campaña no se llevó a cabo, por la combinación de dos motivos: la confianza que transmitió el artículo de The Lancet; y la demora en la llegada de vacunas.

Cuesta creer que quien fuera Profesora Titular de Literatura argentina del siglo XX durante más de dos décadas, autora además de muchos libros claves para la sociología de la cultura y la crítica literaria, tenga problemas de lectura frente a un simple correo electrónico. Lo cierto es que, para sobreactuar su honestidad, Beatriz Sarlo no ha tenido otro recurso que cacarear mentiras en los medios. Habló de propuestas “por debajo de la mesa” y con ello no sólo sembró dudas sobre el proceso de vacunación en su conjunto, sino que, sobre todo –y aquí lo más imperdonable–, terminó involucrando en sus mentiras a Carlos Díaz, una persona de bien, respetada y querida por gran parte del campo intelectual argentino. Y de paso, también me ensució a mí, atribuyéndome actos de corrupción y nepotismo que jamás en mi vida cometí. A la luz de su autopercepción como una persona que “tiene ética”, sólo cabe esperar que se rectifique. Mientras tanto, sigo sin decidirme entre la pena por su enorme torpeza o el desconcierto ante su mala fe.