Los restos del kiosquero Roberto Sabo, asesinado a balazos el domingo último durante un asalto en su comercio de la localidad bonaerense de Ramos Mejía, La Matanza, fueron inhumados en el cementerio municipal de Merlo.

“El dolor sigue”, llegó a decir Pedro, padre de Sabo (45), en medio de un ataque de llanto en la puerta de la casa de sepelios donde velaron a la víctima.

El hombre llegó acompañado de su esposa y madre de Sabo y de los dos hijos de la víctima, Nicolás y Tomas, además de otros familiares y vecinos.


Minutos antes de las 9, el cortejo fúnebre partió desde la casa velatoria Pache, ubicada en la avenida Eva Perón al 1100, hacia el cementerio municipal de Morón, distante a pocos metros del lugar.

El paso del cuerpo fue acompañado en silencio por familiares, vecinos y amigos de Sabo, quienes reiteraron ante los medios de prensa presentes el pedido de justicia.

Mi hijo era como yo, arreglaba todo en la casa, ahora me quedé solo para estas cosas”, dijo Pedro, quien se encontraba muy conmocionado y llorando.

La despedida de los restos del kiosquero comenzó ayer pasadas las 17, cuando la familia llegó a la casa velatoria luego de que le entregaran el cuerpo tras la operación de autopsia, que indicó que la víctima recibió cuatro disparos efectuados con un arma calibre .22 en la zona del tórax, lo que le produjo la muerte casi en el momento.

La esposa de Sabo, Patricia Giglio, dijo a Radio del Plata, que espera que al asesino "le den prisión perpetua".

La mujer recordó que el último robo que sufrieron fue hace ocho años, cuando delincuentes los encerraron a sus suegros en un baño del kiosco y se llevaron la plata.


" Podemos decir que fue un robo de lujo porque no lastimaron a nadie…ahora, a veces, ni siquiera llegan a llevarse algo y te pegan un tiro, parece que se les atrofió más la mente o quieren ir por más. Cada vez son más jóvenes, parecen que nacen con un arma en la mano", dijo.

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