A poco más de dos años del doble femicidio de de Cristina Beatriz Iglesias y Ada Antonia Iglesias, madre e hija asesinadas y enterradas en una casa del partido bonaerense de Lanús, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de Lomas de Zamora juzgará a Abel Alejandro Romero Lugo, de 27 años, imputado por "doble homicidio agravado por alevosía y por el vínculo mediando violencia de género" de quien fuera su pareja y la hija de 7 de ella, por el cual podría recibir una condena a prisión perpetua.

El debate oral comenzará el próximo 27 de abril y será dirigido por los jueces Mariel Elizabeth Alegre, Fernando Ariel Bueno y Nicolás Miguel Plo, y en principio está previsto en tres jornadas.

La querella estará compuesta por el abogado Mariano Lizardo, quien incorporó a su colega Paula Ojeda, especialista en delitos de género, mientras que la fiscal de juicio será Leila Selem.

"El pedido que realizaremos como querella será de prisión perpetua. No caben dudas porque es un doble femicidio agravado por ser conviviente y por tener cuidado a la menor. Lo único que puede pedir el imputado es clemencia", aseguró el letrado Lizardo.

Cristina (40) y Ada (7) Iglesias fueron asesinadas y enterradas en su casa en marzo de 2020.

Por su parte, Fernando Iglesias, hermano y tío de Cristina (40) y Ada (7), aseguró que preferiría no tener que asistir al juicio "porque es remover todo lo sucedido sin que ellas se defiendan". "Estamos desconsolados. Nada va a ser un consuelo. Que lo maten es poco porque no me devuelven a mi hermana y a mi sobrina", dijo.

Para Fernando, Romero Lugo, quien permanece alojado en la Unidad 24 de Florencio Varela, cometió "un crimen de odio" y teme que pueda llegar a vengarse de su familia cuando recupere la libertad. "Si sale, será cuando tenga aproximadamente 60 años y puede hacer cualquier cosa. Voy a tener a mi sobrina (la hija mayor de Ada) y a mi hija ya grandes y es un miedo que no se puede manejar", aseguró.

"Ningún fallo me deja tranquilo. Nada me alcanza porque no sé qué pasa cuando salga. Es un pibe joven que va a salir", sostuvo, y añadió: "Queremos justicia, pero nuestro sentimiento es que nada nos sana el dolor. No hay justicia para estos casos. Para mi ley de talión, pero eso está mal".

El doble femicidio que conmocionó a Monte Chingolo


Ocurrió el 25 de marzo de 2020, a cinco días de iniciado el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) por la pandemia, y fue descubierto dos días después en una casa de la calle Domingo Punta 4064 de esa localidad del partido de Lanús, en el sur del conurbano bonaerense.

Para el esclarecimiento fue clave el trabajo realizado por la División Canes de la Secretaría de Seguridad del municipio bonaerense de Escobar, cuyo perro Max fue finalmente quien marcó el lugar donde estaban enterrados los cadáveres en el fondo de la vivienda.

Los forenses establecieron que Cristina había sido degollada en el marco de una pelea y la niña también había recibido cortes en el cuello, por lo que el agresor aprovechó la "condición de vulnerabilidad e indefensión de la víctima, derivada en su diferencia física y de fuerza", según la acusación.

Romero Lugo, que era pareja de Cristina al momento del hecho, fue detenido dos días después y, tras inventar una coartada, terminó confesando el doble femicidio.

En la elevación a juicio, el fiscal Jorge Grieco consideró que el imputado acusó a un conocido que le vendía marihuana para consumir y realizó relatos "telenovelescos e inverosímiles en los que, increíblemente, resultaba una víctima que obraba coercionado en aras de permanecer vivo".

Finalmente, en su declaración judicial, confesó el crimen y dijo que asesinó a su novia cuando consumían pastillas y alcohol; y que luego mató a la niña, tras lo cual cavó el pozo en el fondo de la casa y enterró los cuerpos. 

. Abel Alejandro Romero Lugo, de 27 años, fue imputado por el doble femicidio.

Los investigadores determinaron que el imputado "limpió con gran dedicación la escena principal (interior de la casa), lavando la sangre, girando uno de los colchones a fin que no sea visible el rastro hemático, lavando incluso en el lavarropas un oso de peluche y ropa de cama".

Además, para los investigadores, Romero Lugo se apoderó del teléfono celular de Cristina y "respondió mensajes a la hija mayor de ésta, montando un teatro en el que se hacía pasar por la víctima con el objeto de siquiera levantar sospecha".

Es que Dolores, otra de las hijas de Cristina, buscó durante varios días a su madre y a su hermana porque no tenía noticias de ellas, y le escribía mensajes a su teléfono celular y recibía respuestas inverosímiles, por lo que comenzó a sospechar que algo les había pasado.

Cuando la joven le preguntó a Romero Lugo, él argumentó que Cristina se fue a lo de una vecina, por lo que aprovechó una distracción y se fugó de la casa.

Los investigadores indicaron que estuvo prófugo dos días, en los que visitó a la madre de su hijo (a quien le llevó pañales), y se dirigió hasta la casa de una amiga para finalmente alojarse en el domicilio de su hermana, donde fue arrestado.