A dos años de la "Masacre de San Miguel del Monte": el estremecedor recuerdo de una de las mamás de las víctimas fatales
Gladys Ruizdia, mamá de Danilo Sansonse, uno de los cuatro niños que murió el 20 de mayo de 2019, cuando el vehículo en el que circulaba chocó contra un acoplado tras ser perseguido por un patrullero policial, habló con Crónica y aseguró que "espera que se haga justicia".
San Miguel del Monte, también conocida como “Monte” es una pequeña ciudad situada en el interior de la provincia de Buenos Aires, que no alcanza los 15 mil habitantes en donde “todos se conocen con todos”. “Siempre fue un lugar muy tranquilo, aunque después de lo que pasó cambió todo muchísimo”, cuenta a Crónica web, Gladys Ruizdia, mamá de Danilo Sansonse de 12 años uno de los cuatro niños que murió cuando el vehículo en el que circulaba impactó contra un acoplado tras ser perseguido por un patrullero policial el 20 de mayo de 2019. Así fue que el hecho fatal conocido como la “ Masacre de San Miguel del Monte", tristemente sacó al "pueblo" de la tranquilidad y el anonimato que le eran característicos.
“La policía no es la misma, sigue amedrentando a los chicos. También hay muchos vendedores de drogas. Se puede decir que con lo que pasó se destapó una olla. Cuando nosotros éramos chicos salíamos a jugar en la vereda y era todo más alegre, ahora salís a la calle y con suerte encontrás algún joven”, dice.
Gladys, es ama de casa, tiene 36 años, y a pesar de su joven edad es mamá de diez chicos, nueve sin Danilo. "No me puedo quejar, porque son conformes con los que les des, lo valoran", cuenta, y agrega que una de las cosas que más disfuta es poder "estar todos juntos en familia".
El mayor es Nazareno que tiene 19 años, después le seguía Danilo, quien hoy tendría 15. Le sigue Brisa de 13, Tatiana de 12, Dylan de 10, Nehuen de 8, Priscila de 7, Elías de 6, Mara de 4, y Natanael de 2 años. Hace casi 20 años que se conocieron con Juan Carlos, su marido y papá de los chicos, que se dedica a la carnalería, y construyeron la familia que hoy tienen. Nunca imaginaron la difícil prueba que la vida les depararía: la pérdida de un hijo. “Nosotros nunca pudimos hacer el duelo de Danilo, lo vamos hacer cuando tengamos justicia”, sostiene.
Danilo era “el segundo mayor” de los diez hermanos y estaba en segundo año de la secundaria, a la que asistía con mucha felicidad. Gladys lo recuerda como un niño “muy alegre”. “Era feliz”, dice. Él insistía en que todos los cumpleaños había que festejarlos. “Jugaba al fútbol, donde era el capitán, le gustaba el rap. Era un nene muy tranquilo, jugaba a los autitos con los hermanos”, agrega. El año en el que sucedió el fatal accidente, "Danilo recién empezaba a salir solo".
El 19 de mayo de 2019, la última vez que vio a su hijo con vida, le quedó grabado para siempre. Confiesa que cada tanto "vuelve" a ese fatídico día, y se reprocha a sí misma haberlo dejado salir. "Lo sufro hasta el dia de hoy pero como iba a saber, no lo hubiera dejado salir", dice.
“Estuvo en casa hasta las 21 de la noche. Estaba comiendo pizza en su cama, y tipo 23 hs lo llama su amigo Gonzalo de 15 años, que lo invita a la plaza a ir a dar una vuelta”. Gladys cuenta que cuando Danilo le preguntó si podía ir, su primer impulso fue "no". Es que al otro día tenía que levantarse temprano para ir a la escuela. “Y empezó con los mimos, hasta que el padre lo dejó. Yo le seguía diciendo que no”, dice. “´Mirá qué lindo que estoy´, me decía. Porque ese día estaba estrenando ropa que le había regalado su tía. Esa noche estaba re bonito", cuenta Gladys.
Es como si lo estuviera viendo. Lo describe: "Estaba con la patineta entre sus manos y el bolso que colgaba en el hombro, y me miraba". “´Bueno, andá´, le digo. Pero a las 12 de la noche te quiero acá en casa”.
"Abrió la puerta, salió, y después volvió a entrar. Me dio un beso, y me dijo ´Te amo má´, me quedó grabado para siempre", cuenta.
La plaza principal, hoy apodada “La plaza de los Pibes” queda a ocho cuadras de su casa. “Ellos frecuentaban ahí todo el tiempo”, dice Gladys. Siempre había gente, niños, adultos, de todas las edades.
Se hicieron las 12 de la noche y Danilo para ese entonces no había vuelto. Gladys empezó a intentar comunicarse con los amigos, pero nadie respondía el teléfono, y Danilo no tenía propio. Empezó a sentir un dolor en el pecho y a tener dificultad para respirar. “Sentía que Dani no estaba bien, quería escucharlo, necesitaba hablar con él. Quería decirle que se venga”, dice Gladys sobre esa noche. Aunque hacía fuerza por entrar en calma, no podía disimular la desesperación que se apoderó de ella volviéndose incontrolable, "algo no estaba bien".
Recuerda que estaba amamantando al Natanael, que en ese entonces apenas tenía unos pocos meses, y se le “quebrantaba un llanto sin motivo”. A medianoche, llega su marido que había ido al hospital por un dolor de muela y le cuenta que “hubo un accidente”. "´Pasaban las camillas eran todos nenes re chiquitos´, me dice. Nunca se dio cuenta que uno esos chicos era nuestro hijo”, relata Gladys.
A los pocos minutos tres patrulleros tocaron la puerta de la casa. “Empiezo a temblar”, rememora. Con su marido abren la puerta y del otro lado un agente policial le dice: “Señora su hijo andaba robando y tuvo un accidente necesito que nos acompañe al hospital y que lleve los documentos”. “Me subieron al patrullero y me llevaron”, dice Gladys. En el hospital la ingresaron a una oficina donde estuvo por lo menos una hora sin saber nada de lo que había pasado.
“Me pusieron calmante y me tomaron la presión. Nadie me quería decir nada, tampoco pude entrar a verlo”, cuenta. Horas más tarde, su cuñado fue quien le dio la peor noticia. “Me desmayé, me desmoroné”, dice de acuerdo a lo poco que recuerda por el estado de crisis en el que entró.
Después tocó sentarse y hablar con los hermanos de Danilo, para explicarlos lo que había pasado. "Para nosotros fue muy difícil dormíamos todos juntos en una pieza de 2 por 3", cuenta. Inclusive relata que al día de hoy, los nenes "lo siguen sufriendo". La unión de su familia es el motivo por el que se levanta todos los días.
“El dolor se transformó en lucha”
"Cuando llegamos al lugar del accidente era la 1 de la mañana. Y ya no había nada", dice Gladys. Además, recuerda que al otro día, a eso de las siete de la mañana empezó a llegar gente a su casa para contarles que había escuchado los tiros, "que los habían matado" a los chicos, entre ellos su hijo. En esa línea, contó que un vecino le llevó los videos "en los que se veía claramente como el patrullero corría a los chicos a los tiros". "Se ve como Dani saca la cabeza por la ventana, pero no les importó", dice Gladys.
Por el hecho, en el que perdieron la vida Danilo Sansone (13 años), Gonzalo Domínguez (14), Camila López (13) y Aníbal Suárez (22), hay 24 imputados en total, por perseguir, disparar, provocar y encubrir el choque que arrebató la vida de los chicos.
"Todavía estamos esperando que los culpables paguen, que la ley nos de respuestas. Esperando el juicio con mucha calma. Queremos que ellos paguen. A ellos lo mataron porque tenían ganas de matar", dice Gladys. Y agrega: "Quiero que llegue el día que sean juzgados y que digan porque lo hicieron, porque ellos también tienen chicos".
El dolor y la violencia no cesa. Además de la injusta perdida de Danilo. Se sumaron las amenazas que comenzaron a recibir. "La policía nos perseguía todo el tiempo. El 31 de diciembre tuvimos llamadas que nos amenazaban", cuenta. Es así que desde ese momento Gendarmería está en la puerta de su casa, y circulan diariamente con custodia policial. "Se hace difícil el día a día", dice.
Y mucho más cada 20 de mayo, cuando el dolor se hace más profundo y hay que "seguir sosteniendo una familia". "Hubo momentos que hemos decaído, pero arrancamos de vuelta recordando su sonrisa, lo recordamos así y así podemos sobrevivir", dice.
Ante la pregunta de a qué se aferra para seguir adelante, contesta al instante "Al ´Te amo má´". "Me hace levantarme y saber que tengo la responsabilidad de cuidar a mis hijos. Me da fuerza la luchar y que de una vez por todas se haga justicia", cierra.