Un matrimonio de jubilados fueron asaltados en su casa del centro de la ciudad de La Plata. Los dos delincuentes les dijeron que lo hacían porque: "La guita no alcanza".

El sábado pasado por la noche los jubilados estaban es su casa ubicada en 9 entre 59 y 60, a tres cuadras de la comisaría novena y a cinco del centro comercial de calle 12. Es una zona donde hay una decena de edificios públicos.

Haydée y Eduardo, de 79 y 82 años, esperaban la entrega de un pedido de comida de una pizzería del barrio. El repartidor llegó a las 23.50 Eduardo lo atendió y luego cerró la puerta con llave.

Según dijo después a los investigadores, cuando estaba charlando con el cadete, alcanzó a observar a dos hombres pasaron y miraron hacia el interior de la casa, aunque en ese momento no le dio importancia. 

A los pocos minutos sonó el timbre. Eduardo volvió a abrir pensado que el repartidor se había olvidado algo.

Pero ahí comenzó la desesperación que duró 45 minutos. Las víctimas coincidieron en que no fueron golpeadas. Si los insultaron y amenazaron. Haydée con un cuchillo, el que tenían preparado los jubilados para la pizza, cuando quiso evitar que no se lleven la alianza.

“'¿Donde tenés la guita? Dónde están las joyas?”, le relataron a a los policías que les exigían los ladrones.

Según la denuncia, uno de los delincuentes revisó todas las habitaciones y los muebles. El otro los obligó a mantenerse sentados, con las manos sobre la mesa.

El robo a tres cuadras de una comisaría.

Luego, el de más edad de los ladrones lo llevó a Eduardo para que le dijera los lugares donde se esondía el dinero y objetos de valor.

 “Señor, tiene que entender que, como bien sabe, la situación está complicada y la guita no alcanza. Tengo hijos y no me queda otra. La plata no me alcanza”, le dijo el delincuente al jubilado.

Se robaron 60 mil pesos y joyas, entre ellas las alianzas de oro. Antes de escapar encerraron a los dueños en el baño.

Según las víctimas el más joven estaba “muy enérgico, alterado”. Sospechan que podría estar drogado. 

La víctima trabajó toda su vida en un comercio que está a metros de la vivienda, dedicado a la venta de envases, cartones y papeles. La casa de estilo señorial no tiene una estructura  apta para las situaciones de inseguridad. “Ahora vamos a tener que poner rejas en todos lados, le dijo a los policías.

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