Covid y otros virus que mataron a millones: dudas y preguntas que todavía no tienen respuesta
Las apariciones y posteriores dos focos virales que costaron millones de vidas, el SIDA y el covid-19, motivan un sinfín de interrogantes entre la población mundial.
Por Daniel Beylis
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Si por estos días hablamos de virus, el Covid-19 se lleva todas las miradas. Sin embargo, con respecto a las últimas pandemias, tiempo atrás planteábamos un cúmulo de dudas sobre el orígen de dichos males y si la humanidad, en su evolución constante, no ha tenido algo (o mucho) que ver. Los virus y las bacterias han existido, existen y continuarán apareciendo en el tiempo.
Nos afectan, a veces se cobran millones de vidas, y en la mayoría de los casos, la comunidad científica, cada día más avanzada, no tiene aún respuestas para dar sobre cómo erradicarlos, aún con la invención de vacunas y otras formas. Sí hay un historial de una pandemia fuerte, como mínimo, en cada uno de los últimos siglos, de los que apenas dos han logrado ser erradicados gracias a la ciencia, la viruela y la poliomielitis.
El resto es un enigma que, aunque muchas tienen pruebas convincentes de sus orígenes, no siempre es así. El mejor ejemplo es el HIV Sida, surgido hace cuatro décadas, que puede tratarse médicamente y mejorar la calidad de vida del infectado, pero que no tiene cura definitiva ni se ha eliminado a través de la inoculación de vacunas. Adentrémonos en un tema biológico-científico, con más dudas que certezas, y enigmas que no se develan.
Los efectos pandémicos en el mundo han sido cíclicos. Irrumpieron al menos una vez en los últimos siglos, golpeando duro a varias generaciones, en las primeras dos oleadas de la revolución industrial. Algunas veces, animales que "conviven" con los humanos, como ratas y mosquitos, han influido junto al agua contaminada y la falta de higiene. Aunque no siempre fue así, y en los dos últimos grandes casos, abren interrogantes difíciles de cerrar.
Enfermedades nuevas que aparecieron y en poco tiempo atacaron a toda una población fueron capaces de atravesar fronteras y convertirse en pandemias, cambiando el destino de continentes enteros. Mucho influyó los conglomerados de sociedades organizadas y gente que convivía en espacios reducidos, donde males contagiosos tomaron protagonismo. A medida que la población mundial fue creciendo, cuando un mal se extendía y afectaba a distintas regiones se documentaron las primeras pandemias, pero no todas tuvieron el mismo final...
Peste Negra, siglos XIV al XVII
La peste negra, también llamada peste bubónica, emparentada a las ratas, portadoras de las bacterias Yersinia Pestis, no ha desaparecido aún hoy, dado que cada tanto surgen brotes que se reactivan, en especial en estratos sociales de extrema pobreza. Empero se la registra como una de las peores pandemias.
Se desató en 1346, a mediados del siglo XIV, para extenderse hasta 1353, aunque hubo rebrotes en los siguientes cuatro siglos. Por entonces nada se sabía de sus causales, y cómo tratarla. Su rápida propagación resultó letal en Eurasia. Recién cinco siglo después se descubrió que su vector de contagio eran las ratas, que durante la Edad Media compartían con la gente las enormes orbes que se crearon por el avance social, aunque sin la higiene necesaria. Esos roedores eran parte de cualquier barco o carruaje que iba de un sitio a otro.
Así, expandieron la peste negra. Según cálculos estimados, en el corredor entre la península Ibérica y la italiana se habría perdido entre el 60 y 65% de la población. La detección del mal, y la aparición de medicación, recién siglos después pudo controlarla.
La viruela, en el siglo XVIII
Uno de los virus más viejos es el de la Viruela (variola), y ha afectado al género humano desde hace más de 3.000 años, y que sin tratamiento es fatal, genera pústulas que aparecen en la piel de distintas partes del cuerpo.
Se cree que se pudo originar en la India o en Egipto, y fue tremenda en el siglo XVIII, con un tasa mortal del 30% de la población, sin distinción de clases, cuando Europa, que la venía padeciendo en los siglos anteriores, tuvo millones de muertos e igual cantidad de gente marcada. Además coincidió en parte con la conquista de América, que también sufrió graves pérdidas en vidas.
La viruela cayó vencida por la ciencia, cuando en el inicio del siglo XIX el inglés Edward Jenner probó la eficacia de una vacuna. El último caso data de 1977, cuando la viruela se consideró erradicada.
Cólera y fiebre amarilla en el siglo XIX
En el siglo XIX el mundo todo se sacudió con el cólera, que fue devastador, aún cuando ya existian las cuarentenas, pero no todos la cumplían. La sociedad se globalizaba y comerciaba entre sí, y con la aparición del ferrocarril y la industria naviera, la bacteria Vibrio Cholerae se propagó más velozmente.
Es una infección que genera diarrea y rigidez muscular, que conduce a la muerte. Otra vez la no potabilidad del agua y las malas condiciones higiénicas fueron claves para el contagio, porque se transmite entre humanos, y puede aniquilar en cuestión de horas a cualquiera. Por entonces en Europa aún las condiciones higiénicas no eran buenas, en especial en las clases menores que vivían hacinados.
Se originó en la India, donde la extrema pobreza y los rituales mortuorios con el Río Ganges fueron caldos de cultivo ideal. También en el siglo XIX hubo varias epidemias de Fiebre Amarilla, un virus que inocula el mosquito Aedes Aegypi y que hizo estragos en América, donde atacó a muchas poblaciones, produciendo dolores fuertes en el cuerpo, alta fiebre y que termina matando.
Ambos males recién se comenzaron a controlar con la aparición, ya en el siglo XX, de antibióticos, y costaron millones de vidas.
Gripes el siglo pasado
En marzo de 1918, durante los últimos meses de la Primera Guerra Mundial se registró el primer caso de gripe española, paradójicamente, en un hospital de Estados Unidos. Se bautizó así porque España se mantuvo neutral en la Gran Guerra y la información sobre la pandemia circulaba con libertad, y no como entre los países beligerantes que ocultaban datos.
Esta virulenta cepa del virus de la gripe se extendió por el mundo al mismo tiempo que las tropas chocaban en los frentes europeos. Los sistemas de salud colapsaron y las muertes se multiplicaron: llegaron a morir entre 20 y 50 millones de seres.
No antes de 1957 apareció la gripe asiática en Yunán, China que es el virus de la gripe A (H2N2) de procedencia aviar y que en un año se propagó globalmente y mató casi dos millones de vidas. Para entonces, la OMS diseñaba cada año vacunas para paliar los efectos de las mutaciones de la gripe española, lo que ayudó a frenar esa pandemia.
Luego hubo muchas otras pandemias, pero ninguna impactaron como el HIV Sida y el coronavirus a nivel global. Ambas mantienen su enigma en cuanto a su real origen.
EL HIV SIDA, el primero que generó sospechas
Desde la aparición del SIDA, se sospechó (y muchos, incluso científicos, lo siguen haciendo) que son virus "plantados", creados por un ser inteligente a pedido de fuertes poderes ocultos. O quizá por una fuerza superior que maneja los hilos de la humanidad, y que regula al globalizado mundo actual.
Otros los relacionan con las presencias de naves y seres extraterrestres que nos visitan desde siempre y que podrían, con este tipo de "herramientas", lograr el dominio de la tierra.
Hay quienes también afirman, sin pruebas fehacientes que brindar, que es un virus surgido de grandes corporaciones mundiales que, con científicos inescrupulosos inoculan oleadas del mal, incluidas las variantes, instaladas en el ambiente, vaya a saber con qué método.
Otros hablan de una cuestión de autodefensas de la naturaleza, que se revela ante conductas humanas que ponen el jaque al planeta. Muy difícil de digerir todo, porque nada es seguro. Empero, algo es seguro; muy pocos parecen tener la verdad revelada. Y ni los pro vacunas, ni tampoco los antivacunas están en la lista.
Lo cierto es que una de las pandemias más graves y recientes es la del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida, el HIV, más conocido como SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), el primero en generar sospechas.
Los primeros casos aparecieron en 1981, y desde entonces se extendió por el mundo. Se cree que su origen fue animal, pero no está muy claro y hay científicos que afirman, sin pruebas claras, que pudo ser una mala manipulación de científicos.
Se describe como el agotamiento del sistema inmunológico, por lo que en sí no es letal, pero sí lo son sus consecuencias, complicado con otros males. Se contagia por contacto de fluidos corporales y el desconocimiento inicial permitió su rápida expansión. El HIV suma ya 30 millones de víctimas fatales, sin vacuna a la vista.
La incógnita sobre el COVID-19
Muchos son los planteos que se pueden hacer sobre el Covid-19, que ya tiene en su corto historial de casi tres años, un número determinado de cepas y hasta variantes de cada una, como para comprender el poder que tiene el virus que ataca al indefenso ser humano.
Surgido aparentemente en la ciudad de Wuhan, en China, sigue resultando insuficiente la información que se maneja sobre su origen real. En principio se habló de la ingesta de murciélagos y víboras de gran parte de los chinos de menos recursos.
Sin embargo, son varios los científicos que se preguntan: la población china tiene una amplia cultura en la ingesta de alimentos a base de víboras y murciélagos, ¿y de pronto se empezaron a infectar con un virus hasta entonces ignorado? Bien podría ser si esos animales se inocularon con alguna bacteria o mal mutado, pero nunca se pudo comprobar dicha postura científica.
Sí se declaró como una extraña enfermedad a mediados de 2019, y que explotó ese mismo año, ya no sólo en suelo chino sino también en otros países de la región, hasta expandirse por mundo y llegar al grado de pandemia,
Es real que si no ha costado más vidas de las millones de muertes que se sigue cobrando, es porque la ciencia ha avanzado demasiado en los últimos años y, aun cuando las diferentes vacunas no han tenido suficientes fases de pruebas en el largo plazo, al menos han mostrado ser eficaces en el corto plazo.
Esto, aunque los aitivacunas digan con cierta lógica que no se sabrá cómo funcionarán en el tiempo. Para eso habrá que esperar.