Hay quienes deciden agradecerle en vida a sus seres queridos por todos esos gestos o cosas importantes que hicieron por ellos y no sólo recordarlos. En este caso, una mujer sacó a su abuela de 101 años del geriátrico luego de enterarse que le quedaba una semana de vida y emprendió un viaje junto a ella por el sur de Europa en un motorhome. Tras la travesía pasó algo que los médicos no esperaban.

La protagonista de esta historia es Fiona Lauriol, quien en agosto de 2017 recibió una noticia que le cayó como un balde de agua fría: a su abuela Dominique le quedaban unos siete días de vida. Ni bien lo supo se subió a su auto y viajó unos 500 kilómetros para ir a buscarla al geriátrico, en donde vivía, y le propuso algo impensado

A pesar de que no eran tan cercanas en el último tiempo, Fiona le dijo a su abuela que quería viajar junta a ella en motorhome por varios países de Europa. En principio, la hija de la anciana se opuso a su idea debía a los cuidados que necesita su madre, pero luego aceptó. 

Fiona Lauriol emprendió un viaje junto a su abuela Dominique en un motorhome (Imagen Fiona Lauriol).

La aventura de ambas duró más de dos años. Las dos hicieron unos 15.000 kilómetros por Francia, España y Portugal. Cruzaron ciudades y campos, montañas y playas. Traspasaron fronteras y, sobre todo, rompieron las barreras que las separaban a las dos.

El panorama no era bueno y entonces Fiona pensó: “Bueno, es una semana, aguantaremos”, en relación al tiempo que duraría la aventura. Sin embargo, esa semana se estiró, luego de varios meses, en los que aprendió a cuidar de una anciana incontinente que solo se podía mover con andador, En una ocasión, Fiona entró a la habitación de su abuela y se quedó sorprendida al ver que estaba mirando fijamente una pared blanca. “No puede ser eso la vejez, esperar así el final”, se dijo. Y ahí fue que le ofreció “darle la vuelta al mundo”.

No fue sencillo. el primer intento de viaje por el sur de Francia fue un fiasco. “Mi abuela se cayó cerca de un lago y se rompió la nariz, le tuvieron que hacer ocho puntos; y una noche de granizo se despertó aterrorizada pensando que había un bombardeo”, relató la nieta.

Tras haber vuelto a la casa familiar, su abuela le propuso intentarlo de nuevo: “¿Cuándo nos vamos?”, le preguntó y ella quedó sorprendida. Y después de ello comenzó el segundo viaje junto a los papás de Fiona, que decidieron acompañarlas en una camioneta: El periplo duró un año y medio, casi sin parar. En ese ese tiempo, la abuela festejó cumpleaños número 102, y luego el 103. No obstante, la aventura finalizó en junio de 2020 cuando murió Dominique.

En ese tiempo, la mujer notó como su abuela tenía otro ánimo y más ganas de vivir. “Se levantaba con entusiasmo. Ella que nunca había viajado se maravillaba por los paisajes que veía desfilar por la ventana, los lugares que conoció. Empujar la puerta a la mañana y descubrir algo nuevo le devolvió la vida”, aseguró.

En España la abuela pudo asistir a su “primer concierto” y “parecía una adolescente eufórica”, reconoció la nieta. Además, realizó otras actividades como bañarse por primera vez en aguas termales, entre otras cosas. No obstante, la pandemia de coronavirus las sorprendió cuando estaban cerca de Valencia, en España y señalaron que estuvieron internadas dos meses en un campamento en el pueblo de Bellus.

Los padres de Fiona las acompañaron en la travesía y compartieron momentos inolvidades juntos (Imagen Fiona Lauriol).

Al regresar a su casa, en Francia, luego de que finalizara el confinamiento, Dominique falleció mientras dormía. “A los 103 años, tres meses y tres semanas”, recalcó Fiona. Cuando la encontraron tenía una sonrisa en su rostro. “Así deberíamos irnos todos”, destacó su nieta, en una nota con TN.

Esta aventura le cambió la forma de ver la vejez a Fiona. “A los jóvenes la vejez nos da miedo. Me abrió los ojos, me mostró que no hay edad para disfrutar de la vida, que podemos descubrir cosas hasta nuestro último soplo”, remarcó. Actualmente la mujer recorre Europa junto a sus papás para compartir su historia y alertar sobre “el aislamiento” y la “sobreprotección hacia los ancianos”. “Hay que dejarlos vivir más libres”, exclamó.

Por último, Lauriol escribió un libro (101 ans, Mémé part en vadrouille) que fue traducido al italiano y pronto en castellano. Vendió los derechos a un productor de cine y su historia podría salir en la pantalla grande. La nieta ahora está enfocada en cumplir las promesas que le hizo durante el viaje a su abuela: conocer el lugar en el que ella nació y “recorrer todos los países que terminan en ‘ia’ hasta Rusia”.