Pareja de jubilados demandó a su vecino por el gallo que tiene como mascota: "Es una tortura"
El matrimonio presentó el reclamo ante la Justicia por tercera vez. En la demanda alegron que el animal canta entre 100 y 200 veces por día, a un volumen de hasta 100 decibelios. El hecho ocurrió en Alemania.
Una pareja de jubilados demandó por tercera vez a su vecino por el gallo que tiene como mascota, el cual canta entre 100 y 200 veces por día, a un volumen de 80 decibeles.
Jutta y Friedrich-Wilhelm, quienes viven en el municipio de Bad Salzuflen, en Alemania, indicaron que, desde hace tres años, están obligados a soportar el ruido del gallo mientras a su vecino "parece no importarle".
“No podemos salir al jardín ni abrir ninguna ventana. Es insoportable. Intentamos aguantarlo, nuestros hijos y nuestros vecinos también, pero no se puede. Es raro hablar de esto como tortura, pero eso es lo que es”, aseguró Friedrich-Wilhelm.
Aunque el vecino tomó sus recaudos para evitar los cantos de madrugada, el animal continúa causando problemas en el barrio. “No empieza hasta las 8 de la mañana porque está encerrado por la noche, pero luego canta entre 100 y 200 veces a lo largo del día”, sostuvieron los damnificados.
Sin embargo, el conflicto entre los vecinos no es nuevo. Es que es la tercera vez que el matrimonio demanda al dueño del gallo. La primera vez fue en 2020, la segunda en 2021 y la ultima fue este año, según consignó Radio Lippe.
Con el fin de recoger evidencia para presentar ante el tribunal de distrito de Lemgo, el matrimonio registró que cada vez que el gallo cacarea, lo hace con una intensidad de 80 decibeles.
En esa línea, los jubilados consideran que se encuentran en una situación frustrante, porque su vecino se niega a dejar al animal, llamado Magda. Por eso, todos los días, la pareja realiza un registro del ruido que les ocasiona, con el objetivo de probar ante la Justicia cómo los afecta la contaminación acústica del gallo.
En la demanda actual, Friedrich-Wilhelm alegó que el gallo canta a un volumen de hasta 100 decibelios, que equivalen a una calle con mucho tráfico o un restaurante concurrido.
"Hicimos muchas pruebas. Nuestros hijos, otros vecinos e inspectores lo han intentado, pero el vecino no deja a su gallo. Tenemos que vivir con eso o ganar en los tribunales", detalló el hombre al medio alemán.
“Un gallo no pertenece a una urbanización tranquila”, argumentó.
En línea con su testimonio, Friedrich-Wilhelm afirmó que otro vecino se mudó porque estaba harto del ruido, aunque destacó que él no hará lo mismo.
No obstante, por su parte, el dueño del gallo tiene como argumento fundamental, que este animal es esencial para su jardín, debido a que "las gallinas necesitan al gallo, si no estuviera se desplumarían unas a otras”, sostuvo.