Carlos Reutemann, el campeón sin corona que fue figura en la Fórmula 1
El expiloto, que también fue gobernador de Santa Fe, falleció a los 79 años. ¿Cuáles fueron los momentos claves en su carrera como deportista?
Falleció el ex piloto y gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann, y en la memoria de sus fieles seguidores de su etapa como automovilista, dejó varias anécdotas de color, como cuando se quedó sin nafta o cuando desoyó una orden de su equipo para ganar una carrera.
Entre los 26 pilotos argentinos que formaron parte de la historia de la Fórmula 1, el santafesino fue por amplia ventaja el de mayor presencia con la participación de 146 Grandes Premios entre su debut en 1972 y su retiro en 1984.
"Lole" Reutemann casi que triplicó la marca de competencias disputadas del "Chueco" Juan Manuel Fangio, quíntuple campeón de la categoría reina y protagonista de 51 carreras desde 1950 a 1958.
A lo largo de sus once temporadas en la F1, el piloto santafesino obtuvo 12 victorias, 6 pole positions y 45 podios con cuatro constructores diferentes: Brabham (1972-76), Ferrari (1976-78), Lotus (1979) y Williams (1980-82).
Su anécdota con el Príncipe de Mónaco
De los 12 Grandes Premios de Formula 1 que ganó Carlos Reutemann, el de Mónaco, el 18 de mayo de 1980, tuvo un sabor especial porque el mismísimo príncipe Rainiero lo recibió al final de la alfombra roja y se rindió a sus pies admirado por la clase de manejo que el santafesino había ofrecido bajo la lluvia.
En su sexta carrera con el equipo Williams, después de un mal año anterior con Lotus, el argentino tuvo una brillante performance en una desapacible tarde sobre el circuito callejero del Principado y sumó su décimo triunfo en la F1.
La carrera se desarrolló con una tensa expectativa desde el principio y el argentino pasó a dominarla en el último cuarto cuando el constante puntero, el francés Didier Pironi, se descontroló con su Ligier y rozó el guard-rail.
Finalmente, el triunfo llegó después de más de 115 minutos de manejo sobrio. Ya en el podio, al lado de su alteza Rainiero y su esposa, la princesa Grace Kelly; y con su mujer de entonces, "Mimicha", el santafesino se sintió Príncipe por una tarde.
Tras la comida con el Príncipe, los honores de Montecarlo y el champagne que apenas había probado con el borde de los labios, Reutemann tomó conciencia de que estaba viviendo uno de los grandes momentos de su carrera.
Ganar en Mónaco, en el circuito más tradicional, fue como recibirse en la Universidad de la Fórmula 1 porque la mítica carrera es considerada parte de la triple corona (las tres pruebas más importantes del mundo) con las 24 Horas de Le Mans y las 500 Millas de Indianápolis.
Cuando desoyó una orden y festejó
El 29 de marzo de 1981, hace poco más de 40 años, Carlos Reutemann logró una de sus victorias emblemáticas en la Fórmula 1, el Gran Premio de Brasil, coronado con un acto de desobediencia en la escudería Williams que más tarde le pasó factura.
La mayoría de los seguidores de la máxima categoría automovilística son conscientes de que ignorar ese cartel 'Jones-Reut', en las últimas vueltas bajo la lluvia en Jacarepaguá, le costó al Lole ser subestimado por su propio equipo.
"Hubo una decisión estratégica del equipo que hace que yo pierda el campeonato", dijo tiempo después el argentino, en referencia a lo ocurrido en octubre de ese año, cuando no ingresó en los puestos puntuables en el Gran Premio de Las Vegas y le sirvió el campeonato al brasileño Nelson Piquet por apenas un punto.
El día que se quedó sin nafta
Una de las mayores amarguras de Carlos Reutemann en la Fórmula 1, además de perder el Mundial de 1981 por apenas un punto, fue sin dudas haber quedado a un paso de triunfar ante 80 mil almas en el autódromo de Buenos Aires en enero del '74 cuando su Brabham se quedo sin nafta a pocas curvas de la meta por un error de su equipo.
Ni el saludo del presidente Juan Domingo Perón en el palco fue un consuelo para el santafesino, que había dominado toda la prueba y se encaminaba para su primera victoria en la categoría.
La imagen de Reutemann sentado en el asfalto de la entrada a los mixtos, con su espalda apoyada en la rueda trasera de su Brabham BT44, recorrió el mundo. En esos minutos, respetuosamente, los auxiliares de pista y otros colaboradores lo dejaron elaborar el duelo.
Quien aprovechó su abandono fue el neozelandés Denny Hulme, que con su McLaren cruzó primero la meta, seguido por las Ferrari del austríaco Niki Lauda y el suizo Clay Regazzoni.
La multitud hizo un incrédulo silencio durante la definición tras la que Perón agasajó a los integrantes del podio y al propio Reutemman, que llegó al palco oficial arrastrando los pies y con visibles gestos de amargura.