Alberto Lecchi: el arte de dirigir
El reconocido cineasta y ex presidente de Temperley, dialogó con Crónica. "Soy un apasionado por lo que hago", expresó.
Por Mariano Cerrato
@MarianoDCerrato
Poseedor de una larga y exitosa carrera de cuatro décadas, Alberto Lecchi continua a sus 67 años con la misma pasión que lo caracterizó toda su vida con proyectos ligados al gran amor de su vida, el cine. Director en 14 películas y guionista en 11, enfatiza que lo que más le gusta es “contar historias más allá del género” y considera que, pese a las diferencias que puedan llegar a tener entre sí, el punto en común que encuentra en toda película es que “aunque no lo parezcan, todas son historias de amor”.
Sin embargo, es difícil encasillarlo en un lugar, cuando además de contar en su pergamino con películas como “Perdido por perdido”, “Operación Fangio” o su más reciente film “Te esperaré”, fue también director de series como “Epitafios”, “Mujeres asesinas” y “En terapia”, así como de múltiples obras de teatro y, como si fuera poco, fue presidente del club de sus amores, Temperley.
En diálogo con “Crónica”, el cineasta repasa su vida, brinda su perspectiva sobre las dificultades que conlleva realizar una película en Argentina, en que se basa a la hora de pensar en sus historias y también lo que le dejó su exitosa etapa dentro del mundo del fútbol como directivo.
Sus comienzos
Nacido en la localidad de Lomas de Zamora, en donde vivió hasta los 18 años, Lecchi recuerda con cariño cómo su padre lo llevaba a ver películas, que eran en su mayoría “western y comedias”, así como el ritual de ir a comer más tarde “una pizza a Las Carabelas”, restaurante de esta misma ciudad.
“Cuando mirábamos una película, me daba un poco de vergüenza que mi viejo tenía risa tardía y comenzaba a reírse cuando a todo el mundo había parado”, rememora y se ríe.
A su vez, Lecchi cuenta se rateaba del colegio para irse a ver una película y que cuando le preguntaban sobre la historia, él se divertía “inventando finales distintos”, en donde ya comenzaba a mostrar su habilidad creativa.
Tras crecer y estudiar en la escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, el cineasta afirma que su decisión de realizar un curso para estudiar cine surgió cuando “después de tener éxito al vender unos cuadros en una exposición me di cuenta que no me gustaban”. Desde ese momento, Lecchi siguió su vocación y fue primero asistente de dirección de varias películas, hasta que en 1993 estrenó su primera película como director, “Perdido por perdido”.
“Fue el debut de Ricardo Darín como actor en una película más seria”, recuerda, mientras destaca que “la crítica de un diario hablaba bien de la peli, pero pusieron ‘lástima el casting tan televisivo’” por la presencia de Darín y asienta con orgullo que “algo se equivocaron”.
Y continúa: “Hubo un momento en donde la crítica pesaba mucho en lo que se hacía en el cine. Sabía cómo lo críticos me iban a calificar la película. Uno de los desafíos de ser director es, hacer una buena película, que es algo muy difícil, y está en juego tu carrera, porque si te va muy mal, es muy difícil hacer otra”.
Series y películas
A la hora de escoger, Lecchi se declara como un “fanático del cine” y confiesa que no mira muchas series, ya que suele “adivinar cómo va a continuar” y considera que cosas que se cuentan “en varios capítulos” pueden ser relatadas “en dos horas”.
Sobre esta línea, piensa que en el cine “se puede ver en el estreno la reacción de la gente al salir, algo que las series no te permiten”. Aunque, por otra parte, marca las ventajas que pueden tener este las series por sobre el cine y su experiencia personal.
“Desde lo económico, uno gana mucho más con una serie que con el cine. Un éxito en el cine son 100 mil espectadores y una serie en Netflix hoy la pueden ver millones de personas. Con Epitafios (serie que se veía en varios países por HBO) me llamaban de todas partes, es increíble lo que se genera”.
En ese sentido, remarca que está “muy agradecido con las series porque te da una práctica. Una película que dura una hora y media se hace en ocho semanas aproximadamente y una hora de una serie lo hacés en una semana”, lo que da “un vértigo mayor, un ejercicio de saber cómo contar con menos tiempo para hacer”.
Temperley, su otro amor
Pese a haber crecido en Lomas de Zamora, Lecchi tiene su pasión bien marcada desde chico hacia el club Temperley, club del que se hizo hincha gracias a sus abuelos.
“Mi abuelo, Gregorio Muñoz, fue arquero de Temperley en los años 30, pero dejó de jugar porque le ofrecieron atajar en Racing por dinero, y él jugaba al fútbol de forma amateur y solo porque era hincha de Temperley. Pero mi abuela siguió yendo a la cancha a ver a Temperley y me llevaba”, explica.
En 2012, asumió como vicepresidente en Temperley con Hernán Lewin como conductor del club, cuando la institución se encontraba en B Metrolitana (tercera división del fútbol argentino) y con grandes problemas económicos. Pero tras una gran gestión, lograron llegar en 2014 a dos ascensos consecutivos y el regreso a Primera.
“Estuve tres años de vicepresidente y dos como presidente. Fue una experiencia que me quitó mucho tiempo, mucho sueño y que me trajo hipertensión”, sostiene Lecchi, quien asegura, sin dejar lugar a dudas, que para él “ Temperley es como una droga, una vez que la probaste no lo podés dejar”.
Las dificultades del rubro
A la hora de realizar una producción, Alberto Lecchi cuenta a “Crónica” que una de las mayores dificultades con las que se cuenta es que “se pide un producto de calidad y, la mayoría de las veces, los presupuestos son cada vez menores”.
En ese sentido, cuenta también las dificultades en términos de locación en nuestro país para realizar una serie de época llamada “Secreto bien guardado”, estrenada en 2019 y que hoy se encuentra en la plataforma Netflix, en la que, para representar un lugar que ya no existía con varios escenarios.
“En El secreto bien guardado la historia transcurría en 1840 transcurría en el hotel Edén de Córdoba que lo único que queda es la fachada. Así que lo hicimos en cuatro lugares distintos. Te creés el hotel Edén pero son lugares distintos. Es un juego de dirección casi te diría divertido porque me preguntaban por el hotel y ya no hay nada”, explica.
Sobre esta línea, lamenta que “hay países que tienen su zona antigua en donde todo se conservó y no se puede modificar la arquitectura, algo que nunca conservó en Argentina. Ya no hay calles donde se puede filmar época”.
Una máquina de ideas
A la hora de pensar las historias, el cineasta cuenta a este medio cómo lleva adelante ese proceso, en el que debe partir de una idea que luego se convertirá en una historia.
“En el 80% de los casos todo parte de una noticia verdadera lo de la idea. Veo la historia y lo guardo en el disco rígido de la cabeza o la escribo. Y al tiempo aparece otra y digo ‘que linda, la puedo mezclar con esta otra’. Yo creo que es como un rompecabezas, en donde lo que tiene que aparecer es un disparador que diga, tengo ganas de contar esto o no tengo ganas de contar esto”, sostiene.
En esa sintonía, explica que “hay veces que te despertás en la noche y te surge. Tiene que ver con los momentos” y que escribe cuando se siente “muy arriba o muy abajo”, ya que “cuando estás en esa meseta, que no hay nada extraordinario” le resulta “más complicado escribir”.
Por su parte, Lecchi continua en estos momentos con su trabajo como director de teatro de la obra “Divino divorcio”, con la actuación de Rodolfo Ranni y Viviana Saccone, mientras está dedicado a la realización de ‘Los amores prohibidos de Belgrano’, una producción para la TV Pública que contará con la actuación de Nicolás Cabré.