Un inexplicable descubrimiento con más de 2000 años
Crónica Fenómenos Paranormales El inesperado hallazgo se concretó en el Mar Egeo, cerca de Creta. Hasta el momento, ningún investigador pudo decir quien construyó esta computadora análogica.
Por Prof. Dr Antonio Las Heras
En 1901 unos buceadores dedicados a la extracción de corales llegaron hasta el naufragio de un navío griego del que extrajeron unas curiosas estructuras metálicas cubiertas de desperdicio marino. Cuando las mostraron a posibles compradores, estos comprendieron de inmediato que era una máquina de origen inexplicable. Dieron aviso a los arqueólogos, quienes se sorprendieron aún más, pues se trataba de evidentes mecanismos de relojería, metálicos, perfectamente ajustados, con ruedas dentadasà ¡pero procedían de un naufragio ocurrido entre los años 85 y 60 antes de Jesús! ¿Quién estaba capacitado para construir un aparato tal en aquellos días? ¿Se ratifica la teoría de la existencia de una antiquísima civilización que manejó ciencias muy avanzadas y cuyos conocimientos, por alguna razón inexplicable, quedaron sepultados?
Zona muy interesante
El inesperado hallazgo se concretó en el Mar Egeo, cerca de Creta, más precisamente frente a la pequeña isla de Anticitera, por lo que así bautizaron con ese nombre al extraño aparato hallado. Un justo homenaje, después de todo.
En la actualidad conocemos que el mecanismo de Anticitera es un conjunto de engranajes de bronce muy sofisticado, construido hace poco más de 2.000 años, capaz de predecir eclipses y fases lunares e, inclusive, hasta las fechas en que debían tener lugar los Juegos Olímpicos con una enorme exactitud: su error estimado es de 0,0002 por año. Se sabe fehacientemente que las antiguas civilizaciones manejaban cálculos matemáticos, de igual manera que muchas otras ciencias, con notable precisión. Aun así, el "aparato" que se descubriera entonces no tenía una sino muchas funciones compatibles con lo que en la actualidad se conoce como computadora, computador u ordenador.
El análisis
Los estudios de científicos e investigadores que accedieron al estudio de la máquina permitieron comprender que la estructura, compuesta por al menos treinta engranajes de bronce (el más grande con 223 dientes), se mantenía dentro de una caja de 340 por 180 por 90 milímetros. Claramente se trata de una computadora analógica o mecánica, similar a las primeras que tuvimos más modernamente. Pero ningún investigador ha podido decir hasta el momento quiénes fueron capaces de construirla y por qué no fueron encontrados restos de otras máquinas similares.
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Luego de los primeros hallazgos, y básicamente cuando se encontró la bautizada Anticitera, inmediatamente los descubridores se organizaron para efectuar otras búsquedas en torno al mismo naufragio, lo que permitió rescatar otras partes. Tales son la importancia de estos, su cantidad y su magnitud, que fue instalada una sala especial en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas, de la capital griega, donde pueden observarse en la actualidad, advirtiéndose que es extraordinario en cuanto a su nivel de miniaturización y la complejidad de sus partes.
En 2008, gracias a una tecnología desarrollada por científicos de la empresa de ingeniería informática Hewlett Packard para diseñar las sombras en películas de animación como "Shrek", se revivieron letras del mecanismo que se consideraban perdidas y apareció un dialecto de Corinto o Siracusa, donde vivía Arquímedes. Estudios posteriores determinaron que el aparato, en el momento de ocurrir el naufragio, llevaba en uso más de 100 años. Buena prueba de la extraordinaria forma en que fuera realizado. Algunos aspectos continúan siendo misteriosos aun para los investigadores más avezados. Por ejemplo, hay un engranaje de 63 dientes que se ignora cómo encaja en el conjunto.
Hay una cuestión muy llamativa. Ocurre que el sabio Marco Tulio Cicerón (106 a. C.-43 a. C.) en su libro "La República" menciona la existencia de dos aparatos diseñados y construidos por el matemático y astrónomo Arquímedes (288 a. C.-212 a. C.), cuya descripción resulta ser bastante similar al hallado en Anticitera que se utilizaba para mediciones astronómicas y predicciones de eclipses, inicio de las estaciones y temas similares. Los historiadores de temas científicos siempre tomaron esto como una mera fantasía, mas este hallazgo demuestra, de manera inequívoca, que dicha máquina existía.
Tecnología de punta
Llegado este punto, y conociéndose la posibilidad de que Arquímedes hubiera sido el productor de dichas máquinas, cabe la pregunta de si se alcanzó ese grado de tecnología, cómo se llegó a estos conocimientos y si no hubo civilizaciones mucho más antiguas, antecesoras de los griegos, que alcanzaron un nivel de conocimiento muy elevado. ¿Pudo tratarse de seres de otros mundos quienes enseñaron a esa supuesta civilización que adquirió esos conocimientos que después los griegos tomaron?
Una pieza única e increíble
En una visita personal que el autor de esta nota realizara años atrás al citado museo de la capital griega, ha podido comprobar de manera directa y fehaciente que las piezas constitutivas del mecanismo son de tal precisión que en nada envidiarían a aquellos aparatos de relojería y precisión utilizados por nuestros padres y abuelos. Sobre la máquina en sí, hay un trabajo de alta precisión de matricería que debió requerir, indefectiblemente, de planos detallados para la posterior realización, mientras que es evidente que para su realización se debió requerir de maquinarias y habilidades para su realización. Pero, claro, no se está hablando de relojes del siglo pasado, sino de algo que fuera construido antes del nacimiento del mismísimo maestro Jesús, hace más de 2020 años que alguien, con los conocimientos más que acabados y sabiendo lo que hacía y de qué se trataba. Imagínense aquellos tiempos y producir algo así. Se pueden hacer una y miles especulaciones: que lo realizó una civilización que ya contaba con los conocimientos y los medios para efectuarlo, y que luego debió desaparecer en el devenir de la noche de los tiempos... o que no se trata de una pieza hecha en la Tierra.
(*) Doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. e mail: [email protected]