Por Daniel Beylis
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Conocido como "El castillo de María Eloísa", pero también "de la Isla Libertad", se ubica en ese sitio homónimo frente a Gualeguaychú y es una de las postales de esa reconocida ciudad de Entre Ríos, pero no sólo por su belleza y su característica arquitectura, sino también por una historia que nació con dos muertes y una posterior inundación, lo que le generó un hecho paranormal que sigue dando que hablar.

María Eloísa D Elía nació en Concepción del Uruguay el 6 de febrero de 1890 y a los 21 años se radicó en Gualeguaychú. Profesora de francés, caligrafía, dibujo y pintura, se inspiró en los colores de la naturaleza ribereña, donde quiso construir su original vivienda. En 1916 comenzó a trabajar en el Colegio Nacional, donde al poco tiempo inició una sólida amistad con su colega docente don Horacio Rébori y cuando éste compró la Isla de la Libertad en 1917, mucho antes de lotearlo y gracias a la sana amistad con María Eloísa, decidió regalarle los terrenos conocidos como "peñón del puerto".

Allí ella hizo construir un original castillo al que bautizó Edelweiss, a partir de sus propias ideas, que mezclaron diferentes estilos. El 20 de agosto de 1931 se casó con José Sala Hernández, con quien vivió en el castillo, donde tuvieron dos hijos, que salieron a la madre en cuanto a su creatividad: José, apodado Pepito y que falleció a los 14 años de hidrocefalia, y Rafael, que se recibió de ingeniero industrial. María Eloísa se fue del castillo en 1959, año en que se jubiló y también se produjo la gran creciente que inundó la vivienda.

La muerte de Pepito marcó el primer luto que golpeó duro a la familia. Pero poco después, en 1935, apareció degollada en un cuarto la empleada que hacía la limpieza, Blanca Sosa, de 25 años de edad. Sin poder ingresar a la habitación, por estar cerrada, junto con el encargado pudieron ver desde una ventana el cadáver de la mujer. Con ayuda, derribaron la puerta e ingresaron. Vestida con ropa nueva y con manchas de sangre por todos lados, todo parecía ser que se trataba de un suicidio por degüello.

Sin embargo, algunos indicios hacían sospechar que tal vez se tratara de un asesinato, ya que es poco común que alguien se degüelle a sí mismo. La investigación policial no arrojó otros resultados y la causa se archivó como muerte dudosa, sin culpables. A partir de entonces, comenzaron a relatarse diferentes historias que marcaban que el espíritu fantasmal de Blanca, envuelto en una pena interminable, siguió presente cuando los dueños abandonaron el castillo y lo dejaron deshabitado.

En el tiempo, todo Gualeguaychú rumoreaba que se veía como una luz y se escuchaban ruidos de cadenas, mientras una dama de blanco deambulaba por los alrededores de la casa, se asomaba en las ventanas e incluso sobre el agua. Algo que, dicen, sigue sucediendo, ya que muchos dudan de todo cuanto se contó. Mientras tanto, el castillo, altivo, sigue ahí, y encierra el secreto de dos muertes que quizá tuvieron un lazo en común.