Secretos y anécdotas de Cablín, el primer canal infantil de Argentina, recordado por sus originales sketches entre dibujitos
Luego de que pasaran 20 años de su desaparición, la señal para chicos marcó una época junto con Big Channel y Magic Kids. Hoy, Claudio Morgado, María Eugenia Molinari y Esteban Prol rememoraron divertidas anécdotas sobre cómo le dieron vida al canal en los 90.
En los años 90, Cablín fue el primer canal de televisión para niños de Argentina y Latinoamérica, en el que, entre dibujito y dibujito, aparecían divertidísimos sketches que hacían Claudio Morgado y Esteban Prol.
Sus presentaciones más icónicas las daban en “Consejos Útiles”, en donde, vestidos con camisa manga corta y entre risas, explicaban cómo usar un dentífrico liviano que “desafiaba las reglas de la gravedad” y que se iba para arriba, hasta mancharte la cara cuando intentabas cepillarte los dientes. Todos terminaban tentándose de esa ridícula situación.
Si bien el comienzo de Cablín fue en 1988, su éxito transcurrió durante la mitad de la década posterior, cuando ingresaron Morgado, Prol, María Eugenia Molinari, Sol Mantilla y Pablo Marcovsky, todos de la mano de Ricardo Cavanna, el productor del canal.
La señal infantil fue lanzada por la empresa de cable VCC, que estaba operado por Gala Producciones. María Muñoz, Alejandra Gavilanes, Laura Leibiker y los títeres Sonio y Marimonia, con voz de Roly Serrano, eran las figuras principales. Luego, en 1994, el canal se renovó de la mano de Cavanna, profesor de Educación Física que venía de crear y producir El agujerito sin fin, el programa de juegos de Canal 13 conducido por Julián Weich.
“Llegué a Cablín por Ricardo Cavanna que era el productor de El agujerito, que fue el primer programa de televisión que hice, quedé elegida en un casting. La verdad que nada en mí tenía que ver con la televisión en ese momento, estaba terminando quinto año. Después, Ricardo me convocó para esta banda maravillosa que fue el canal”, cuenta Molinari, una de las conductoras más populares, en una entrevista con el medio La Nación.
Por su parte, Morgado destaca que también comenzó en el “El agujerito”, con un trabajo de músico. “Me convocaron para musicalizar los juegos en vivo que iba a hacer Julián Weich, por un mes, diciembre del 91. Ahí me encontré con Ricky, que era profesor de Educación Física, pero además conocía mucho de pedagogía, era una especie de genio. Nada que ver con el mundo de la tele, era un tipo supercreativo y muy buena persona. Entonces íbamos a El agujerito como si fuese un club de amigos, yo tocaba los teclados. Ni me acuerdo cuando empecé a estar del otro lado de la tele. No tengo registro de esa situación porque todo el tiempo íbamos aportando artística", relata.
El músico dice que el productor de Cablín “tenía una idea, recién empezaba la MTV y tenía pensado armar lo que eran los separadores entre las series”, ya que los dibujos animados duraban más o menos 20 minutos, por lo que quedaban 10 minutos hasta y media
Tenías que armar 10 minutos de artística cada media hora, eran 20 minutos por hora, un montón, imaginate durante todo el día”, describe Morgado.
En ese sentido, Cavanna recuerda que fue muy sincero con el director artístico del canal, Mario Pinto: “Le digo: ‘Hay que hacer un MTV para pibes’. En ese momento había explotado la MTV. Tener unas caras que se identificaran durante las 24 horas en los intersticiales de la programación, entre las series, los enlatados. Y cambiar el logo, jugar mucho con el logo como una cosa de identidad, que a través de algo muy simple se siguiera leyendo Cablín. Eso era un poco la MTV”. Y agrega: “Nosotros después lo hicimos muy artesanal. No había muchos recursos, no había mucho presupuesto, y de pruebas que fui haciendo en El agujerito y que quedaron pendientes, de cosas que yo hacía con la cámara de mi adolescencia, salió la otra identidad que era jugar con la imagen, el play invertido, colgar a dos tipos cabeza abajo y después jugar, que es lo que hacían los cuatro, Molinari, Prol, Morgado y Sol Mantilla”.
Molinari dice sobre aquellos primeros momentos del equipo: “Creo que no tomábamos dimensión al principio de lo que después fue Cablín. Al comienzo íbamos a grabar en un canal que no lo conocía mucha gente y hacíamos pequeñas participaciones. Después fue tomando mucha forma, creo que cada uno le puso su impronta, su corazón y su creatividad. Y se armó una banda super copada”.
Markosvky sostiene que hacer si bien hacer Cablín era un trabajo en el que “había que dar mucha pelea”, también afirma que lo vivían “con mucho compromiso, mucha diversión, mucha entrega a los juegos”.
“El juego es algo muy serio. Si ves a un chico jugar, no alcanza con prestar el cuerpo, si vos te sentás a jugar con una niña o con un niño, sabés que te va a pedir entrega, dedicación, prestar atención. No podés estar jugando con un chico mirando una pantalla de un celular, no hay forma”, explica Marcovsky.
Al hablar de Cablín, Prol larga un suspiro antes de resumir lo que significó para él y sus colegas. “Un equipo chico con corazón grande, con una inconsciencia total y mucho amor por el juego. Sabíamos que era para chicos y realmente disfrutábamos como equipo jugar, a toda la química que se había dado en El agujerito sin fin se sumaba a una nueva modalidad, una nueva propuesta, con esa genialidad que tiene Ricky. Él es un tipo muy generoso que siempre nos dio la posibilidad de jugar desde su propuesta, desde su diseño. Nos dio cancha para correr. Y la verdad, cuando te sentís libre lo único que podés hacer es transmitir una alegría inmensa. No sabíamos si alguien nos iba a ver, nunca fuimos por un resultado, fuimos más por el cómo”.
Este famoso segmento se grababa durante horas con Morgado y Prol colgados de unos arneses y dados vuelta, junto con la cámara invertida, lo cual daba un plano que parecía desafiar las leyes de la gravedad. Los conductores daban consejos sobre la vida cotidiana con instrucciones que, a veces, eran un tanto absurdas. “Empezamos a trabajar sobre cuestiones que veíamos del cine mudo, como poner la cámara de otra forma. Algo que desafíe tu percepción de alguna manera. Ahí empezaron los consejos útiles”, relata Morgado.
Ya que Cablín compartía estudio con otros canales de VCC, muchas veces Prol y Morgado terminaban mareados. Podían llegar a filmar alrededor de ocho consejos útiles en cada jornada. “Lo grabábamos a la mañana y después mi tarde tenía la velocidad de un caracol herido de muerte porque nos colgábamos y era muy loco. Fue mutando la estructura que se había armado de unos caños donde enganchábamos nuestros pies, un camarógrafo sacaba su cinturón y nos agarraba los pies para no estar sosteniéndonos nosotros. Después nos dolía debajo de la rodilla, entonces nos tenían que poner un almohadón y todo eso fue perfeccionando”, detalla Prol.
Morgado cuenta que improvisaban para este segmento con una persona que luego también se haría muy famosa en el espectáculo. “Lo hacíamos con Mariano Peluffo, que empezó como productor en Cablín. Venía Mariano y nos decía: ‘Bueno chicos vamos a hacer panqueques livianos. Acá tenemos harina, acá tenemos la sartén, acá tenemos los huevos, listo’. Entonces nos subíamos y grabábamos. Empezábamos con Esteban: ‘Hola chicos…’. Agarrábamos los ingredientes e íbamos preparando panqueques. No había argumento y el tema era que Esteban quería hacer que yo me tiente y yo quería que Esteban se tiente. Era increíble cómo nos divertíamos, venía gente al piso a ver las grabaciones”.
Además de “Consejos útiles”, existían otros segmentos en la programación. “Batman y Robin”, “Tarascón y Mordisco”, “Los cuentos clásicos”, “Los montacarguistas”, y hasta tuvo lugar “Magazine For Fai”, el famoso semillero de actores cómicos con Mex Urtizberea a la cabeza.
Una de las grabaciones en exteriores más memorables fue el viaje de egresados al que fueron los cuatro conductores, Mantilla, Morgado, Prol y Molinari. “Hicimos realmente todo un viaje de egresados con un micro, no me acuerdo de qué escuela eran, salimos de Buenos Aires y fuimos grabando todo el viaje. Al principio la historia era que yo viajaba con Sol y, en el medio del viaje, en la parte de atrás, aparecían porque se habían colado Morgado y Esteban. Ellos también querían ir de viaje de egresados. Más que anécdota fue una experiencia muy interesante, porque el viaje fue de Buenos Aires hasta allá, todo con los chicos que iban realmente de viaje de egresados, así que volvimos a vivir esa experiencia que en alguna oportunidad al menos yo había experimentado del viaje a Bariloche. Fueron unas semanas grabando escenas en el lago y la verdad es que la pasamos genial”, narra Molinari.
Por otro lado, Prol describe con detalles lo que fue esa experiencia: “No me olvido más. Sabés lo que fue el rock and roll que nos comimos de los pibes, de la alegría y la euforia adolescente, sin poder dormir nosotros, claro. Ellos no querían dormir. Fuimos a los boliches, todo fue agotador. Estábamos en un hotel más tranquilo, pero la vestuarista y la productora, pobrecitas, estaban en un hotel en el que durante toda la noche pasaba un malón diabólico, te lo juro por mi alma. Eran como 50 pibes por todos los pisos corriendo y decían: ‘Torbellino, torbellino’ y golpeaban todas las puertas y nadie podía dormir. Más allá de que hicimos cosas maravillosas, no solo por lo grabado, nos divertimos muchísimo”.
Mientras tanto, la competencia crecía: Cartoon Network, Magic Kids y Big Channel se disputaban el público y se volvía cada vez más complicado sostener el canal. En 1998, VCC fue vendido y las señales se repartieron entre Multicanal y Cablevisión, los nuevos dueños. En ese momento se suspendieron la mayoría de las producciones propias y las figuras que habían sido parte de su gestación abandonaron el proyecto. Cablín tuvo su última emisión en octubre de 2001.