Ante la caída del poder adquisitivo de los trabajadores registrados e informales algunos rubros se ven más afectados que otros. En medio del ajuste, los argentinos comenzaron a recortar gastos en necesidades que no son básicas y las peluquerías sufrieron un duro impacto. A la baja de clientes se le sumó el aumento de los servicios y los costos cada vez más altos de los productos de estética capilar, según pudo constatar cronica.com.ar.

Los comerciantes aseguran que la baja en la temporada de invierno fue “muy brusca” y hablan de hasta un 30% menos de clientela, aunque encaran “con buenas expectativas” la etapa de más trabajo en el año que comienza en septiembre con el auge de fiestas y eventos.

El encarecimiento de algunos productos y tratamientos hizo que muchas personas opten por teñirse o cortarse el pelo en forma casera, mientras que otras estiraron los plazos para visitar a su peluqueros con el fin de amortiguar el gasto.

Celina Giménez tiene su peluquería en una de las zonas más transitadas de CABA, en el barrio de Villa Crespo. Asegura que este año sufrió “una caída muy brusca y que hay menos clientes”.“La gente se limita a comprar alimentos, pagar las cuentas y dejó de gastar en peluquería”, explica a cronica.com.ar.

Se sintió mucho la diferencia a partir de diciembre del año pasado. Hubo un simbronazo”, afirma. 
La temporada baja (en invierno) fue una de las peores que recuerde la peluquera. “Sobreviví estos meses gracias a los ahorros”, confiesa.

Cambio de hábitos

El ajuste económico golpeó duro a la clase media y a los jubilados, dos de los sectores que más solían recurrir a los servicios de peluquería que incluyen no solo tratamientos capilares sino tambié. de belleza como manicuría, depilación, entre otros.

 Las peluquerías a puertas cerradas son una de las modalidades que está en ascenso frente al alto costo de los alquileres.
. Las peluquerías a puertas cerradas son una de las modalidades que está en ascenso frente al alto costo de los alquileres.

Zulema, de 74 años, cuenta a este medio que solía ir religiosamente cada 3 o 4 semanas a retocarse las canas, una de sus salidas predilectas, pero a partir de este año va cada dos meses y algunas veces debe recurrir a la ayuda de su hija para afrontar el gasto. “Para mí además de una cuestión estética es un mimo, una salida que me hace bien porque después me veo linda. Antes iba una vez por mes sin problemas, este año ya se me hizo imposible, lo tuve que cortar o no puedo pagar la luz”, cuenta la jubilada y agrega: “Me tiño en casa con algún producto que encuentro en promoción, pero no es lo mismo”.

No es la única, cada vez son más las jubiladas que se hacen el color en sus hogares porque no pueden afrontar más el gasto o deben destinarlo a necesidades básicas. “Son las más afectadas”, señala Giménez. Según el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), en los primeros siete meses de 2024, la jubilación mínima tuvo en promedio un poder adquisitivo 24,3% inferior al de 2023.

“Algunas clientas nos consultan cómo hacerlo en casa, pero a veces les queda mal o no logran dar con la mezcla exacta y vuelven para que se lo arreglemos. Terminan gastando más, por eso siempre les digo que es preferible hacerlo en la peluquería”, añade.

 En septiembre comienza la temporada de mayor trabajo.
. En septiembre comienza la temporada de mayor trabajo.

Servicios e insumos “por las nubes”

A la caída de clientela, se le suma el costo del alquiler, los servicios y de los productos que cada vez son más caros. Marcela, una peluquera muy popular que trabaja en el barrio de Almagro, advierte a Crónica que “los insumos aumentaron muchísimo en el último tiempo”.

En algunas barberías o peluquerías, ese incremento se traslada a los precios. Entre las más costosas, ubicadas en Palermo y Recoleta, un tratamiento de balayage -el más demandado en la primavera y el verano- puede llegar a costar $125.000, mientras que los comercios barriales o a puertas cerradas (una modalidad que va en ascenso) la tarifa ronda los $45.000 y el color entre $15.000 y $20.000, según el largo del cabello.

El problema es que en los primeros meses del año las distribuidores aumentaron todo por las dudas y nunca bajaron. Antes era cada semana un precio nuevo, ahora se estabilizó más o menos, pero sigue estando caro. Se nota que no están vendiendo porque te mandan promociones, te regalan productos”, detalla la peluquera de Villa Crespo.

 
. "La luz es impagable", cuentan los comerciantes.

En este rubro, la diferencia entre los productos nacionales y los importados es notoria. “El producto nacional mejoró mucho en los últimos años, cuando quizás era complicado comprar de afuera”, asegura.

Al valor de los insumos se le sumó la disparada en las tarifas de los servicios en los comercios que además ya no reciben ningún tipo de subsidio. La luz es lo peor, es impagable, si no fuera por los ahorros no sé como haría. Acá se usan secadores de pelo, planchitas, todo eso consume, pero no se puede más pagar estos montos”, dice Celina.

A los clientes les pasa algo similar: “La gente viene y te cuenta que le vino fortuna de gas o el agua, está enojada o triste porque no llegan a pagar. El que está bien económicamente también se queja”.

Septiembre marca el comienzo de la temporada alta de trabajo en las peluquerías y barberías, y pese al panorama desalentador, en los comercios son optimistas. “Creo que vamos a trabajar bien, hay más peinados por eventos y fiestas. El año que viene deberíamos estar mejor”, afirma esperanzada.