A sus 33 años, Juan Castro perdió la vida tras caer del primer piso de su departamento en el barrio porteño de Palermo, luego de sufrir una crisis nerviosa a causa de su problema de adicción con las drogas.

Tras haber llegado a lo más alto en su carrera profesional dentro de los medios de comunicación mejor posicionados del momento, la noticia de la muerte del periodista sacudió al país entero.

A los 17 años, Castro sufrió la pérdida de su mamá, quien padecía de un cáncer terminal.

Había trabajado con figuras de gran renombre en la radio y la televisión nacional, como Mario Pergolini, Ari Paluch, Fernando Carnota, Verónica Lozano, Martín Jauregui, y muchos otros más, frente a programas como Zoo: las fieras están sueltas, Kaos en la ciudad, Unidos y Dominados, o El mañanero, por nombrar algunos.

Como esta historia, este sábado en Crónica HD llega un episodio estreno a las 21:30 de Las nuevas tragedias de los famosos, donde se repasará las conmovedoras trayectorias de las celebridades que marcaron a nuestro país.

Juan Castro era querido y admirado públicamente por sus entrevistas y contenidos innovadores y polémicos para el momento, como el consumo de drogas, la marginalidad, la sexualidad, sus informes sobre acerca de la lucha y prevención contra el VIH o Sida y su compromiso con la causa de las Abuelas de Plaza de Mayo.

No obstante, mientras el famoso periodista escalaba hacia el pico de su profesión con entrevistas y contenidos innovadores, su vida privada se oscurecía cada vez más debido a las alucinaciones y delirios provocados por la cocaína y otros estupefacientes que consumió desde su adolescencia, y que finalmente lo llevaron a tocar fondo el 5 de marzo del 2004. 

Entre sus coberturas más destacadas, se recuerda la de la entrega de los Premios Oscar en 1994.

En ese infierno en el que vivió durante tantos años en el seno de su intimidad, se convirtió en una persona paranoica que sufría alucinaciones cada vez más fuertes, y que hasta lo hicieron beber veneno cuando se imaginó poseído por ratas, o rociarse por nopucid porque sintió el cuerpo lleno de piojos. Pesadillas recurrentes que solo parecía controlar gracias a su trabajo.

Los últimos días de su vida transcurrieron entre la euforia y la profunda depresión. En febrero de 2004, su pareja, Luis Pavesio, logró que el centro de internaciones donde tuvo que ser ingresado de urgencia le firmara la externación, pese a no tener el alta médica, con la excusa de que necesitaba trabajar.

El 2 de marzo a las 6 de la tarde, el flamante director artístico de Endemol llegó a su casa de El Salvador 4753. El 4 viajaría al exterior, porque preparaba la nueva temporada de Kaos. Además estudiaba la oferta para conducir el programa Cadena de favores, mientras pensaba hacer teatro o dirigir una película. Vivía lleno de proyectos, pero sus “demonios”, como él le decía, fueron más fuertes, y esa jornada estaba solo en su departamento.

Nadie supo explicar por qué no lo acompañaba su asistente terapéutica, e incluso sus familiares acusaron a su psiquiatra, Rubén Lezcano, por abandono de persona. Aquella tarde, Juan rompió dos televisores, un equipo de audio, arrancó cortinas y gritó. Su muerte se produjo luego de caer desde el primer balcón del piso sin reflejos.

No obstante, en octubre del 2008, una pericia realizada por el cuerpo médico forense determinó que Castro no falleció por los golpes que sufrió en la caída del balcón, sino a causa de un “delirio agitado fata” producido por su elevado consumo de estupefacientes.