Villa Tulumba es una pequeña localidad ubicada en el norte de la provincia de Córdoba y si bien es un sitio "poco conocido" en 2022 fue declarado como Poblado Histórico Nacional debido a que es refugio del pasado colonial de nuestro país y su especial ambientación permite al visitante trasladarse al 1900. Más allá de sus pintorescas callecitas y antiguas casonas de estilo europeo, posee una impresionante naturaleza agreste que combina la sierra, río, campo y bosque. Además, debido a su tranquilidad y seguridad, es un excelente destino para descansar y desconectarse de la cotidianeidad

Después de mucha espera, llegó la temporada de verano 2023 y miles de argentinos comenzaron a movilizarse. Si bien la Costa Atlántida bonaerense sigue siendo el destino más popular entre los viajeros, la realidad es que el turismo también se expandió mucho en la zona de Córdoba gracias a que ofrece opciones para todos los gustos y presupuestos. Carlos Paz, Calamuchita, La Falda son algunos de los centros más conocidos, sin embargo, a unas dos horas de la Ciudad de Córdoba se esconde una perlita que vale la pena conocer y disfrutar en familia o pareja. 

Un Poblado Histórico Nacional 

Tulumba nació en 1675, cuando el pueblo originario de los Sanavirones se instalaron en la zona en búsqueda de alimentos y agua dulce del río que se ubica en la zona. A fines del siglo XVII la familia Ataide, que provenía de Europa, instaló sus primeras estancias de fin de semana y construyó la antigua capilla del lugar. Con el paso del tiempo, su importancia a nivel regional creció, se convirtió en parte de lo que se conoció como Camino Real que conectaba con el Alto Perú y el rey Carlos IV declaró a la localidad Villa Real. Con el fin del dominio español, el pueblo perdió su relevancia a nivel político, pero desde entonces sus vecinos se encargaron de mantener la esencia colonial

Desde 2017 el paraje era considerado "Pueblo Auténtico" debido a su importancia a nivel provincial y el año pasado se le fue otorgado el título de "Poblado Histórico Nacional" debido a su gran aporte histórico y cultural. Si bien hay muchos atractivos en el lugar, se destaca principalmente el turismo religioso y cultural, ya que es un gran museo a cielo abierto que recibe visitantes durante todo el año.

El recorrido por el casco inicia en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, que data de 1882 y en su interior se resalta el estilo barroco y las pinturas del artista Martín Santiago. Las Cuatro Esquinas es otro de los rincones más pintorescos y la famosa Calle Real desemboca en la antigua casa de la familia Reynafé, una de las más influyentes del país. Entre callecitas empedradas, farolas añejas y antiguas casonas del siglo XVIII y XIX, también hay muchos espacios para descubrir más acerca del pasado de nuestro país. 

Las calles de Tulumba se mantienen intactas. 

Un lugar con pura naturaleza 

Más allá de su gran atractivo cultural, esconde un hermoso entorno natural que se caracteriza principalmente por los agrestes paisajes. El Río Suncho, que atraviesa de oeste a este la localidad, es el principal punto de encuentro entre tulumbanos y visitantes, ya que se puede disfrutar de las aguas cristalinas que bajan de las sierras. Asimismo, en esta región hay una inmensa variedad de vegetación autóctona y añejos árboles que regalan una sombra ideal para apaciguar los cálidos días de verano. 

La Laguna del Molle es otro de sus principales puntos turísticos debido a que su costa es utilizada para hacer caminatas, cabalgatas o ciclismo. Otro gran plan para realizar es la vista al paraje de la Ermita del Cerro porque desde allí se pueden tomar las mejores postales de Tulumba y se puede disfrutar de la tranquilidad. Si tu plan es descansar, a lo largo del pueblo hay diversas estancias que proponen tener un día de campo en contacto con la naturaleza. 

Tranquilidad en el río de Tulumba. 

Bordeando el río se llega al legendario Cerro Salamanca, el cual inspiró a Carlos Di Fulvio para componer la letra y la música de la Chacarera del mismo nombre. Esta área también es muy conocida por ser un sendero cargado de historias paranormales: desde duendes hasta elementos no identificados en el cielo. Aquí el tiempo no tiene prisa y cualquier época del año es excelente para recorrer su naturaleza, además, aquí el relax está asegurado mientras que se escucha el canto de los pájaros.

Villa Tulumba tiene variedad de restaurantes, comedores y parrillas, pero se destacan sobre todo las empanadas de hojaldre y el chivito asado. Además, hay varios sitios donde comprar productos regionales y recuerdos de este viaje único. Por último, cabe destacar que el lugar ofrece campings para pasar la noche bajo las estrellas, casas en alquiler, complejos de cabañas y hosterías. 

Conocé las historias paranormales de los cerros de Tulumba.