En los últimos años, los animales de compañía dejaron de ser considerados una mascota para convertirse en un integrante más de la familia. Es así que la alimentación de los “pichichos” se transformó en una prioridad para cuidar su salud. 

La dieta que llevan adelante perros y gatos es un factor relevante cuando se trata de su bienestar. Tal como sucede con los humanos, la comida influye en muchos problemas de salud, como la diabetes, las alergias alimentarias, la obesidad, las enfermedades renales y la artritis.

Al preparar el alimento de los animales desde cero se tiene un mayor y mejor control sobre la calidad de los ingredientes, las vitaminas y minerales que necesitan para crecer sanos y así sostener una nutrición saludable.

Sin embargo, para formular una dieta completamente equilibrada, hace falta ayuda profesional. El veterinario es quien puede elaborar un plan alimenticio acorde a las necesidades de la mascota. Su salud general y su nivel de actividad sí son factores importantes para determinar si efectivamente se puede llevar a cabo y, de ser así, cómo debe distribuirse.

Primero debe asegurarse de que la comida no sea tóxica para ellos. Además de la dificultad que supone calcular con precisión las necesidades nutricionales de un perro o gato, existen otros desafíos relacionados con la comida natural. La contaminación cruzada en la cocina, la bacteria E. Coli y la salmonela también hacen enfermar a las mascotas, a pesar de que parecen tener estómagos de acero.

Los prohibidos

A su vez, es imprescindible familiarizarse con los alimentos humanos que son malos para los perros. Tanto la cebolla como el ajo tienen tiosulfatos, sustancias tóxicas que pueden provocar daños serios en los animales, principalmente en los glóbulos rojos, produciendo anemia hemolítica. Además, pueden ocasionar problemas gastrointestinales.

Una práctica habitual es darle huesos cocidos a los “pichichos”, que si bien no producen intoxicación, son un riesgo para la salud de los animales.

Los frutos secos en altas dosis pueden causarles trastornos digestivos como vómitos, dolor abdominal o hasta gastroenteritis hemorrágicas.

Asimismo, las mascotas tardan mucho más que las personas en metabolizar la teobromina presente en el chocolate, por eso se acumula en el organismo y puede alcanzar niveles tóxicos. El grado de intoxicación está directamente relacionado con el tamaño del animal, el tipo de chocolate y la cantidad ingerida.

Una práctica habitual es darle huesos cocidos a los “pichichos”, que si bien no producen intoxicación, son un riesgo para la salud de los animales de compañía, ya que pueden fisurarse o astillarse y pueden perforar en distintas partes del tubo digestivo, o atascarse directamente cuando son ingeridos.

Tener en cuenta estas cuestiones a la hora de cambiar su alimento balanceado por comidas naturales es fundamental para evitar problemas en la salud de los integrantes más pequeños de la familia.