La Organización Mundial de la Salud define a la ludopatía como un trastorno caracterizado por la presencia de frecuentes y reiterados episodios de participación en juegos de apuestas. Tiempo atrás, esta adicción era exclusiva de los adultos que podían ingresar a casinos, hipódromos o quinielas, pero con la universalización de Internet el mundo de la “timba” no sólo quedó a un click de los adultos, sino también de los adolescentes. Así nació la ciberludopatía, una conducta en alza entre los más jóvenes.

En la búsqueda de frenar esta tendencia, el gobierno porteño, por ejemplo, bloqueó los sitios de apuestas en la red de Internet de las escuelas públicas e implementará un protocolo de salud mental en el que se trata a la ludopatía como una adicción más. “En los recreos, los chicos cambiaron las figuritas por las apuestas y eso es peligroso”, expresó el jefe de gobierno, Jorge Macri.

En un tono similar, la diputada Constanza Alonso envió un proyecto de ley para limitar los anuncios de las casas de apuestas online en la Argentina. Según la dirigente de Unión por la Patria, la publicidad en el ámbito deportivo y como principal sponsor de los clubes es una puerta de acceso para este tipo de comportamiento compulsivo. La iniciativa forma parte de la campaña “ApostarNoEsUnJuego”, que busca profundizar la investigación de esta moda en alza.

“Desde fines del año pasado detectamos, con docentes y autoridades de colegios, que esto comenzaba a ser una preocupación al ver que chicos de 13 o 14 años empezaban a apostar en el aula, vinculados a las plataformas de juego online”, relató la legisladora a Crónica. “Fue entonces que arrancamos a trabajar en este proyecto, primero a nivel local desde Chivilcoy, donde ya tiene forma de ordenanza”, agregó quien impulsó la iniciativa desde la localidad donde fue concejal.

Alonso continuó: “Luego, al ver que no existe una regulación a nivel nacional, decidimos elaborar el proyecto de ley y, en paralelo, al no existir una estadística en ciberludopatía infantojuvenil, iniciamos una investigación con profesionales de diferentes universidades públicas, como la de Morón, Lomas de Zamora y la UBA, que tiene como insumo básico una encuesta de 40 preguntas que nos va a permitir tener cifras sobre esta problemática. Ya los primeros números nos alertan”.

Puntualizando sobre la iniciativa que esta semana se presentó en comisión, la diputada explicó: “Busca prohibir de cuajo todo tipo de publicidad en los medios de comunicación, Internet y camisetas de fútbol, como ocurrió con el tabaco en su momento. Esto tiene como objetivo que no se naturalice el juego. Al mismo tiempo, estamos pidiendo multas importantes, quita de licencia para los que la tengan para apuestas online y que todo lo recaudado sea dirigido a campañas de prevención y concientización”.

“Esto se debe hacer en paralelo a la puesta en marcha de programas en escuelas de todos los niveles para formar a los docentes y directivos en esta temática”, completó.

Los niños en edad escolar se suelen sumar por consejo de amigos y como desde los 13 años pueden tener billeteras virtuales, facilitadas por sus padres a la hora de darles dinero para sus actividades, es más fácil el acceso a estas plataformas poniendo en riesgo su salud mental.

“Es un fenómeno mundial que avanza a través de la difusión de las redes, muchas veces con el apoyo de influencers. A esto se le suma la cantidad de horas que los chicos pasan en Internet desde edades cada vez más tempranas”, explicó a Crónica la psicóloga Mara Fernández.

Sobre cómo identificar los primeros indicios, la licenciada especificó: “Las adicciones a las tecnologías están en la categoría de adicciones comportamentales, pero al no estar una sustancia ilegal implicada, las personas y el entorno tardan en registrar en que este tipo de conductas se volvieron patológicos”.

Más allá de lo financiero, se observa un deterioro en los vínculos familiares y sociales. Hay alteraciones del sueño, aislamiento, una tendencia a mentir, a esconder y a realizar gastos compulsivos porque por lo general son gastos generados con las tarjetas de crédito de los padres. En cuanto al humor, se vuelve irritable y violento al igual que aumentan la angustia, la depresión y ansiedad”, cerró la profesional.