Jueves 19 de marzo de 2020. Desde la Quinta de Olivos, el presidente Alberto Fernández anunciaba la aplicación del “aislamiento social, preventivo y obligatorio” en el país. La medida se conocía ante el avance de la pandemia de Covid-19 en la Argentina, con 128 casos confirmados y tres muertes. “Todos deben permanecer en sus casas. Hay que evitar que el virus se traslade de persona a persona”, enfatizaba el jefe de Estado, que apareció junto a un grupo de gobernadores. Quedaban suspendidas las clases presenciales y diversos espectáculos. Las calles asomaban vacías. Era el principio de las restricciones y una larga incertidumbre.

La doctora Juliana Cassataro, investigadora del Conicet y de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), recuerda haber escuchado con angustia aquel mensaje de Alberto Fernández. Y tres años después considera que la puesta en marcha de la cuarentena fue el despegue de un proyecto que lidera y ya ingresó en el último tramo de ensayos clínicos: la vacuna argentina Arvac Cecilia Grierson, diseñada para proteger contra las variantes de Covid-19 circulantes en la región.

“Cuando miro para atrás, pienso que en junio de 2020 éramos diez personas y ahora ya hay más de 300 trabajando en este proyecto, así que produce gran orgullo y alegría haber llegado hasta acá”, afirma Cassataro en una entrevista con cronica.com.ar. “Sabemos que en la Argentina, con todas las necesidades que hay, la apuesta por una iniciativa de este tipo es muy importante. Por eso, también sentimos mucha responsabilidad de llevarla adelante”, agrega la especialista en desarrollo de vacunas, inmunología y enfermedades infecciosas.

Científicos que trabajan en la vacuna.

-¿Cuáles son las principales características de la vacuna argentina contra el coronavirus?

-Está basada en proteínas recombinantes. Utiliza una porción específica del virus purificada en un laboratorio de una empresa farmacéutica. Y tiene una plataforma parecida a la de la vacuna contra la hepatitis B para recién nacidos y el HPV para adolescentes. Una vez introducida en el organismo, actúa como antígeno contra el cual el sistema inmunológico de las personas desarrollará anticuerpos.

-¿Y contra qué variantes de Covid-19 actuará?

-Trabajamos en el prototipo de una vacuna que es para refuerzo y cambio de variantes. En fase 1 vimos que da refuerzos contra todas las que estaban circulando: por ejemplo, Ómicrom, Gamma y Delta. Y también contra otras variantes del virus prevalentes en nuestro país o catalogadas de relevancia por la OMS. Dio una respuesta muy amplia. Pero siempre hay que pensar que es posible que aparezcan nuevas variantes ante las que las vacunas actuales no sirvan, por lo que la plataforma está diseñada para que pueda ser cambiada en un tiempo breve de cuatro meses.

Cassataro cuenta que la vacuna fue probada como refuerzo en 80 personas voluntarias -ya inmunizadas- durante la fase 1. “Se comprobó que una dosis de refuerzo incrementa hasta 30 veces los anticuerpos neutralizantes contra las variantes del virus Ómicrom, Gamma y ancestral. Y además, fue segura: no hubo efectos graves ni nada por el estilo”, señala la especialista a cargo del proyecto junto con un grupo de científicos argentinos. Una vez superada la etapa inicial en humanos, comenzó la fase 2/3, que se dividió en dos etapas. Durante la primera -puesta en marcha en enero- se administró la vacuna a 232 personas en dos centros porteños. Y la segunda requerirá la participación de unos 1.800 voluntarios: deberán tener 18 años o más, haber recibido hasta tres dosis de vacunas contra coronavirus y residir en CABA, La Plata, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza o Salta. “Ahora se probará una rama que es bivalente; o sea, contiene dos variantes en la misma vacuna”, explica Cassataro, tras destacar que esta etapa es liderada por el médico Gonzalo Pérez Marc, que dirigió los ensayos clínicos de las vacunas de Pfizer contra Covid-19 en el país.

La vacuna que se desarrolla.

-Después de que terminen de aplicarla en los 1.800 voluntarios, ¿el paso siguiente es que sea aprobada por la Anmat?

-Claro, se presentan todos los resultados y la Anmat puede aprobarla, o no. Si lo hace, la vacuna podrá ser aplicada en la Argentina, siempre y cuando el Estado la compre. Actualmente, sólo el Ministerio de Salud puede comprar la vacuna. Eso también es algo que tenemos que lograr. Queremos registrar los resultados apenas salgan para que el proceso sea lo más rápido posible.

-En el avance de este trabajo que comenzó hace casi tres años, ¿cuáles cree que fueron las claves? ¿Y qué dificultades debieron superar?

-Fueron muchas claves. Una de ellas, convencer a la gente de que este proyecto era posible en la Argentina. Darnos cuenta de las capacidades que teníamos. En 2020 notábamos que teníamos los mejores investigadores clínicos y que había empresas farmacéuticas con capacidad de producción de una vacuna y de envasado. Veíamos, también, que había investigación en ciencia y tecnología y que contábamos con una entidad regulatoria. Pero no había nada enlazado en estos procesos. No había un camino recorrido ni tampoco experiencia en algo tan grande. En cada uno de los puntos que llegábamos nos decían “esto no se hizo nunca para algo de acá”. Por eso, creo que nuestro mérito fue haber convencido a todas las partes.

-A nivel científico, ¿qué impacto considera que puede haber en caso de que la vacuna argentina sea aprobada y aplicada?

-Puede ser un buen ejemplo en otros proyectos para animarse y emprender. Que la industria invierta y el Estado se interese. Desde todo punto de vista es importante demostrar que desde la ciencia -con todas las partes- y la industria nacional se puede llevar adelante un proyecto de estas características.

Cómo inscribirse y ser voluntario

Aquellas personas que estén interesadas en ser voluntarias en el estudio clínico de la vacuna argentina contra el coronavirus deberán inscribirse en www.arvac.com.ar. Este proyecto, según explicaron, es un codesarrollo de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), el Conicet y el Laboratorio Pablo Cassará. “Hemos tenido inversión publica (Mincyt y Agencia Nacional de Promoción Científica) y privada. En este trabajo participan más de 20 instituciones públicas y privadas de la Argentina”, señaló Cassataro.

Por S.T.

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